El desierto de Sarigua, en la región central de Panamá, muestra tendencia a la recuperación gracias a la acción conjunta del Estado y la sociedad civil, pero persisten problemas que entrañan un peligro para el frágil ecosistema del lugar.
Ubicado a 240 kilómetros al oeste de la capital, sobre el litoral Pacífico, Sarigua es un área de 8.000 hectáreas de tierras desiertas y semidesiertas degradadas por la actividad humana y los fenómenos naturales.
Tras una investigación hecha en la década de 1970, el antropólogo estadounidense Richard Cooke determinó que en Sarigua hubo un poblado indígena desde por lo menos 6.000 años antes de la era cristiana hasta los inicios de la colonización de Panamá, en 1501.
Pero también existió allí el basurero oficial de la cercana ciudad de Parita y otros poblados del distrito del mismo nombre, donde residen unas 8.000 personas, una indiscriminada extracción de leña de los manglares y otras especies nativas, así como un pastoreo intensivo, que contribuyeron a la degradación de Sarigua.
El ecologista panameño Renne Chang, uno de los pioneros en la lucha de la sociedad civil para conseguir que Sarigua fuera declarado Parque Nacional Protegido, lo cual ocurrió en 1984, dijo a IPS que hasta la llegada de Cooke no hubo conciencia del grave problema que entrañaba el avance de la desertización.
La erosión avanzaba a razón de un metro por año, y vastos campos de pastoreo y de cultivo sufrían las consecuencias de la salinización provocada por las mareas altas que inundan el sitio una vez al mes y las tormentas de arena levantadas por los vientos alisios que soplan desde el mar cuando ocurre el reflujo de las aguas.
La construcción de cercas vivas con especies resistentes a la salinización, la reforestación de los potreros y campos agrícolas de los alrededores y la siembra de una cortina de árboles y plantas en los bordes del sitio, fueron las primeras acciones tomadas para detener la desertización a partir de 1984, explicó.
El Centro de Estudios Conservacionistas Aplicados (Ceca), fundado por Chang y otros ecologistas de la región, realizó una labor educativa a través de programas de radio y diálogo directo con los vecinos y los visitantes al nuevo Parque Nacional.
Una tercera iniciativa impulsada por el Ceca fue la construcción de estanques para la cría de camarones, con el fin de crear un espejo de agua e impedir que los vientos arrastren la arena salinizada hacia los campos de cultivo y pastoreo.
El actual encargado de Sarigua, Sebastián González, funcionario de la estatal Autoridad Nacional del Ambiente (Anam), indicó a IPS que todas estas acciones, realizadas a partir de 1984, "han tenido un efecto positivo" para la recuperación del lugar.
Los estanques para cría de camarones, a cargo de cuatro compañías exportadoras, ocupan unas dos terceras parte de las 3.000 hectáreas totalmente desiertas, mientras que la inicial cortina de árboles y plantas nativas sembradas en la década de 1980 "ya tiene un ancho respetable de unos 300 metros", dijo.
Sin embargo, se quejó del mal estado del camino de entrada a Sarigua, el cual es imprescindible para el turismo ecológico y las visitas de escolares que llegan al lugar.
Pero los caminos no son los únicos problemas que hacen peligrar la recuperación de Sarigua, según constató IPS en la zona y de acuerdo con testimonios recabados entre los ganaderos, empresarios camaroneros y el alcalde de Parita, Manuel Barrios.
El original basurero de Parita fue transferido desde la zona sur de Sarigua a su extremo norte, con el agravante de que ahora abarca una parte considerable de un importante humedal donde recalan por lo menos ocho especies de aves migratorias, según explicó Chang.
El gerente de la compañía camaronera Las Huabas, Jorge Ganosa, dijo a IPS que en la estación lluviosa las aguas del humedal arrastran los restos de la basura hacia los estanques, amenzando contaminar los estanques donde se crían los crustáceos para la exportación.
Advirtió que si no se busca un remedio al problema, "podría estar en peligro la inversión hecha allí por varias compañías camaroneras", así como la existencia del espejo de agua.
El ganadero Juan Barrera, quien posee varias fincas en los alrededores de Sarigua, denunció que la acumulación de basura en los linderos de una de sus propiedades atrajo una gran cantidad de aves carroñeras, como los enormes gallinazos, que en los últimos años le han matado varios terneros recien nacidos.
También lamentó que algunas compañías camaroneras viertan cada cierto tiempo agua salada de sus estanques al río Parita, que pasa por el borde de sus fincas, lo cual contamina el agua dulce para su ganado y replantea los problemas de salinidad que hubo en el lugar hasta que Sarigua fue declarado parque nacional.
Barrios aclaró que no desea contaminar Sarigua con basura, pero que la carencia de recursos y la falta de apoyo económico del gobierno central hacia su distrito, uno de los más pobres del país, han impedido una solución al problema.
Tras indicar que "el vertedero es un problema muy grave", Barrios indicó a IPS que debido a la falta de recursos de los habitantes de Parita el municipio sólo cobra seis dólares al año por familia para costear la recolección y depósito de la basura.
Explicó que ha presentado varias propuestas al gobierno central, entre ellas el reciclaje y la construcción de un basurero equipado con técnicas para enterrar los desperdicios, pero que sus inquietudes "no han tenido respuesta".
Adujo que es consciente de la importancia de conservar Sarigua por su "enorme potencial para el ecoturismo, pues además del fenómeno de la desertización allí se encuentran las ocho especies de manglares existentes en América y es sitio de recalada y anidamiento de las aves migratorias" que llegan de América del Norte.
"Sarigua continúa siendo una señal de alarma para los gobernantes y la sociedad civil", subrayó Barrios al admitir que el problema de la basura "sigue allí". (FIN/IPS/sh/dg/en/99