JAPON: Venta de artículos de lujo se mantiene a pesar de recesión

Japón atraviesa lo que parece su peor recesión desde la segunda guerra mundial, pero el apetito de jóvenes trabajadoras solteras por artículos lujosos de marcas extranjeras mantiene la voracidad de los buenos tiempos.

Mientras, el desempleo sobrepasó cuatro por ciento, una tasa sin precedentes para la segunda economía del mundo. Se prevé que la economía japonesa disminuya dos por ciento en 1999.

"La recesión obligó a los japoneses a ajustarse los cinturones, pero la paradoja es la tendencia al alza de la compra de artículos de marca", comentó Hidehiko Sekizawa, un analista de la firma de investigación de mercado Hakuhodo Lifestyle.

Este es el dato que esperaban los extranjeros que critican la actitud de Japón en relación con la crisis económica asiática, pues la población en general restringe sus gastos debido al incierto panorama.

La disminución del consumo es una mala señal, y no sólo a nivel nacional. El gobierno propuso eliminar impuestos, entre otras medidas para estimular el consumo interno y desalentar el ahorro.

El propósito es que Japón haga frente a la recesión y responda a la presión internacional para que revitalice su economía con el objeto de ayudar a los exportadores asiáticos afectados por la crisis.

El gobierno prometió recortar los impuestos en al menos 340.000 millones de dólares, y tratar de aumentar, a la vez, el gasto en obras públicas.

Oficinas estatales de servicio público empezaron a distribuir cupones de subsidio por unos 180 dólares entre los sectores más pobres de la población para incitar el consumo.

Pero los analistas advirtieron que la voracidad por artículos caros y extranjeros, como, por ejemplo, los de las marcas Gucci y Prada, no refleja la situación del país.

"La situación ilustra una peculiaridad de la sociedad japonesa. Un sector, integrado en su mayoría por mujeres solteras, compra objetos de lujo para satisfacer su deseo de verse bien", explicó Takashi Uchiyama, de Poop Deck, un conocido comercio de venta de artículos de marca usados.

Los clientes de Poop Deck, cuyas ventas se mantienen hace casi 10 años, son en su mayoría mujeres trabajadoras de entre 20 y 40 años.

Esas mujeres no se inmutan por gastar cientos de dólares en un artículo, porque se fijan, ante todo, en la marca y creen que la felicidad radica en verse bien, según observadores.

La manía japonesa por las marcas es muy conocida. Los comercios lujosos del mundo instalaron secciones especiales con asistentes que hablan japonés, para ocuparse exclusivamente de la clientela de ese origen.

Portavoces de la firma de confección de ropa Louis Vuitton, por ejemplo, declaró que un tercio de su facturación en el mundo corresponde a compradores japoneses.

Ochenta por ciento de las mujeres japonesas tiene por lo menos un artículo de marca famosa a pesar de que sus salarios mensuales rondan los 2.160 dólares. El salario de las estudiantes que trabajan medio horario para pagarse la ropa es aun menor.

"La tradición es que los padres japoneses malcríen a sus hijos. Se ocupan de sus necesidades durante el tiempo que duran sus estudios hasta el día en que se casan o forman su propia familia", explicó Sekizawa.

"La gente joven se casa cada vez más tarde, lo cual significa que hay más mujeres que trabajan y aún viven con sus padres, por lo cual disponen de dinero", agregó.

Los comerciantes tuvieron que buscar nuevas formas de financiar el hábito de los japoneses a comprar objetos de firmas renombradas, una tendencia que se mantiene firme.

La recesión disminuyó las compras al contado de artículos de marca, lo que constituía la norma en los tiempos de bonanza de los años 80. Ahora, las casas de empeño parecen haberse transformado en la mejor opción para satisfacer la avidez consumista en Japón.

"Hay mujeres que quieren vender sus artículos de marca y comprar otro más caro para estar a la moda. Las casas de empeño, conocidas como casas de empeño de la "nueva onda", les brindan la posibilidad de hacerlo", contó el dueño de uno de esos comercios.

Los medios de comunicación japoneses se ocuparon de este hábito tomando como ejemplo el caso de Michiko, una mujer de 28 años, quien, con un ingreso mensual de apenas 1.820 dólares, se compró una cartera Grace Kelly por 3.600 dólares.

Pudo hacer la compra luego de entregar su reloj Cartier, que había comprado a raíz de la venta de su traje Chanel. Todas las transacciones fueron hechas en casas de empeño.

La próxima meta de Michiko es comprarse una cartera Hermes Barkin, que cuesta 5.400 dólares. Dijo que "estallará en lágrimas" cuando pueda obtener la cartera de sus sueños, porque es única.

El hecho de que las casas de empeño hayan entrado en el negocio de los artículos de marca captó la atención de los comercios elegantes, que tienen sus propias revistas e incluso hacen ventas por subasta en Internet.

El dueño de una de estas casas dijo que los hábitos de compra de las mujeres japonesas evolucionan de este modo debido al escaso apego que sienten por los propios objetos. Así, siguen comprando y vendiendo objetos como si se tratara de algo poco importante, teorizó.

"A diferencia de otros países, donde es la clase alta la que compra este tipo de artículos, las mujeres jóvenes de la sociedad casi sin clases de Japón no dudan en comprarse estos productos sólo para divertirse y verse espléndidas", explicó Sekizawa.

Los japoneses cuyos salarios se redujeron por la recesión o que no entran en las casas de empeño de la "nueva onda" suelen comprar falsificaciones o copias de los artículos de marca, para consternación de los fabricantes de las grandes marcas europeas.

Louis Vuitton Japón informó que los japoneses son los mayores consumidores mundiales de falsificaciones. El Ministerio de Finanzas, que requisa los productos falsos que llegan al país, anunció que el problema se irá agravando con el tiempo. (FIN/IPS/ap-cr-if/sk/js/ceb/mj/if/99

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