El asesinato en India de un misionero australiano y sus dos pequeños hijos podría ser decisivo para la política de este país, sobre todo si el opositor Partido del Congreso resiste activamente la campaña contra las minorías desatada por el partido de gobierno, el Bharatiya Janata (BJP).
Graham Stewart Staines, evangelista cristiano, y sus dos hijos, fueron quemados vivos en el estado rural de Orissa el sábado 23 por partidarios del Bajrang Dal, grupo militante apoyado por el Vishwa Hindu Parishad (VHP), o Consejo Mundial Hindú, organización hermana del hindú y nacionalista BJP.
En los últimos meses, la comunidad cristiana padeció el acoso y la humillación de la derecha hindú. En 1998 se denunciaron 108 ataques físicos contra cristianos, 58 de ellos en el estado occidental de Gujarat, gobernado por el BJP.
La violencia incluye la exhumación de cadáveres, la quema de biblias, la prohibición de acceso a los pozos de agua colectivos, ataques contra escuelas dirigidas por las iglesias, incendios de iglesias y violaciones de monjas.
Dirigentes del BJP y el VHP explican que la violencia expresa la ira de los jóvenes patrióticos hindúes contra misioneros que por la fuerza convierten al cristianismo a hindúes, sobre todo a los de castas inferiores o a los descastados.
El Estado no detuvo ni procesó a los responsables de la violencia anticristiana.
Aunque la violencia fue condenada por casi todos los partidos políticos, y severamente por la izquierda y ciudadanos de renombre, la elite tiene simpatía hacia la campaña del VHP contra las conversiones religiosas.
Esta simpatía se basa en varias suposiciones: que las conversiones aumentaron, en gran medida debido a las actividades de los misioneros, que muchas se deben a la coerción, y que son ilegales según la Constitución.
Todas son cuestionables. La población cristiana descendió de 2,6 por ciento del total en 1981 a 2,3 por ciento en 1991, según el último censo demográfico, realizado ese año.
La gran mayoría de los 120.000 misioneros son indios, mayormente de los estados de Kerala y Tamil Nadu, donde el cristianismo surgió a partir del año 52.
El cristianismo en India es más antiguo que en Europa, y también antecede al hinduismo.
La acusación sobre las conversiones por la fuerza encierra un paternalismo arrogante, ya que no procede de los propios conversos, sino de sus autodesignados guardianes.
Estos son hindúes privilegiados de las castas superiores que sienten la obligación de "rescatar" a las tribus pobres e ignorantes de las "perversas intenciones" de los misioneros.
La Constitución garantiza la libertad de cultos y también concede a las minorías el derecho de dirigir centros de educación.
La campaña anticristiana es dirigida esencialmente por el prejuicio y el fanatismo hindúes, fomentada por el apoyo de dirigentes del BJP y porque el gobierno no castigó a los vándalos de las iglesias.
El día 10, el primer ministro Atal Bihari Vajpayee pidió un "debate nacional" sobre las conversiones, aunque el asunto ya está resuelto por la Constitución.
El ministro del Interior Lal Kishan Advani también acusó a la iglesia de aceptar donaciones extranjeras para envagelizar. Pero las mismas no son ilegales y están sometidas al fuerte escrutinio del Ministerio.
De hecho, las organizaciones políticas y religiosas hindúes probablemente reciben más dinero del exterior. El VHP de Estados Unidos reconoció que envió 1.250 millones de dólares a India entre 1977 y 1993.
La campaña anticristiana se alimenta del resentimiento de la elite hindú porque la labor de los misioneros en las áreas de la educación, la salud y los derechos humanos potenció a los cristianos pobres y aumentó su capacidad para cuestionar las jerarquías sociales.
No es fácil sostener que el hinduísmo actual es tolerante de otras religiones. Internamente también es muy intolerante, aferrado a las castas, las jerarquías, y dominado por los hombres.
Sin embargo, el hinduísmo es politeísta y permite la existencia de numerosas sectas y formas de adoración divinas.
El asesinato de Staine ha sido revulsivo, pero el Partido del Congreso parece dudar en aprovechar la oportunidad para enfrentar al sectarismo hindú.
El Partido aprobó una resolución que sostiene que el "hinduísmo es el garante más efectivo del secularismo en India". Su presidenta, Sonia Gandhi, suele citar las escrituras hindúes y elogia las tradiciones pluralistas y eclécticas de la religión. Así mismo, planea visitar centros de peregrinación hindúes.
Políticamente, esta actitud envía un mensaje confuso y no asegura al 18 por ciento de la población que pertenece a minorías religiosas ni al 23 por ciento de tribales y antiguos intocables que el Partido del Congreso protegerá al secularismo.
El Partido del Congreso se equivoca al igualar la tolerancia con el secularismo, que se refiere a la separación de la religión y la política. La noción antigua de tolerancia implica una relación pasiva de coexistencia e indiferencia hacia otras religiones.
La moderna concepción de la tolerancia se basa en el pluralismo e implica una relación activa con el otro, y su respeto. Se deriva de doctrinas seculares y no religiosas, incluso de los derechos universales y la igualdad de los ciudadanos sin importar su fe.
El Partido del Congreso defendió esa tolerancia secular durante mucho tiempo. Luego, a partir de principios de los años 80 y hasta hace poco, se inclinó por una actitud menos rigurosa hacia el hinduísmo fundamentalista y cedió ante el BJP.
A menos que el Partido del Congreso retome su rumbo original, el secularismo indio seguirá soportando la amenaza del fundamentalismo hindú. (FIN/IPS/tra-en/pb/an/aq/ip-cr/99