Los brasileños despertaron hoy 29 por ciento más pobres, después de la pesadilla de una semana de caída de indicadores económicos.
El salario mínimo, que el presidente Fernando Henrique Cardoso se enorgulleció de haber elevado a más de cien dólares, volvió bruscamente a los 75 dólares, el nivel en que se hallaba hace cuatro años.
El ingreso por habitante, que llegó a 5.000 dólares en 1997, tercer año de la estabilización, retrocedió el año pasado y tras la devaluación del real cayó a unos 3.500 dólares.
Los automóviles de menor precio costaban cerca de 10.000 dólares hace dos semanas, y ahora se pueden comprar por poco más de 7.000 dólares.
Pero como deben pagarse en reales siguen costando prácticamente el mismo esfuerzo, incluso un poco más, porque las fábricas aumentaron sus precios cerca de cinco por ciento y subieron los intereses para las compras financiadas.
El centro mágico que baraja las referencias económicas en moneda extranjera, el cambio, puede dar la impresión de que se trata de un movimiento puramente virtual, ya que el poder de compra del salario no ha variado.
Pero las 55.000 personas que adquirieron automóviles con pago financiado y corregido por la cotización del dólar, sufren el efecto de la depreciación del real. Sus deudas crecieron 40 por ciento.
Vincular el contrato al tipo de cambio ofrecía la ventaja de menores intereses, pero ahora se ha visto que era una bomba de efecto retardado. La deuda total de esos compradores alcanza a 550 millones de dólares, según Marcos Moya, presidente de la Asociación de Empresas Financieras de las fábricas de automóviles.
Ante la segura explosión de la insolvencia, esos bancos decidieron renegociar las deudas, pero ofreciendo sólo la ampliación del plazo de pago y manteniendo la vinculación entre el saldo pendiente y la cotización del dólar.
Cerca de un millón de personas firmaron ese tipo de contratos de riesgo cambiario, calculó José Roberto Oliveira, presidente de la Asociacin Nacional de Asistencia al Consumidor y Trabajador (ANACONT).
Son contratos ilegales, porque el Código de Defensa del Consumidor prohibe fijar precios de bienes y servicios en moneda extranjera, sostuvo Oliveira.
En base a esa legislación, María Lucóa Rezende obtuvo en un tribunal de pequeñas causas de Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais, un fallo favorable que le permitir seguir pagando 500 reales (294 dólares, al cambio del viernes) y no 700 como exigira su contrato de compra de un automóvil Fiat.
Pero si un millón de consumidores tienen que recurrir a la justicia para evitar las pérdidas de la devaluación, se agravará el congestionamiento que ya presentan los tribunales.
Un impacto similar sufrieron los turistas que viajaron al exterior antes de la devaluación y utilizaron sin precaución su tarjeta de crédito internacional.
El pago de sus gastos será 40 por ciento más de lo que esperaban, y puede aumentar si el real sigue perdiendo valor ante el dólar.
Así mismo, las fuertes oscilaciones del mercado bursátil presentan resultados ajenos a la economía real.
La caída de las bolsas desde hace un año y medio, cuando comenzó la crisis asiática, determina que una empresa como la estatal Petrobrás, que domina los negocios petroleros de Brasil, valga sólo 7.400 millones de dólares, por la cotización de sus acciones.
En julio de 1997, el valor de las acciones de Petrobrás llegaba a 33.500 millones de dólares. (FIN/IPS/mo/ff/if/99