La devaluación de la moneda, que superó 30 por ciento, obliga a la economía de Brasil a cambios acelerados que suponen en muchos casos una vuelta a la política de sustitución de importaciones.
Recuperar niveles de exportación perdidos en los últimos años de sobrevaluación cambiaria es la perspectiva de sectores como la industria del calzado y la agricultura.
Para los productores de calzados la meta anhelada es volver al nivel de 1993, cuando exportaron 201 millones de pares por 1.800 millones de dólares.
En 1998, sólo se colocaron en el exterior 130 millones de pares, por valor de 1.300 millones de dólares, estimó la Asociación Brasileña de la Industria del Calzado.
Otros sectores perdieron, además de ventas al exterior, parte del mercado interno, en razón de la rápida apertura del mercado y la política cambiaria adversa.
El caso de mayor peso para el desarrollo nacional fue el de la industria de maquinarias, cuyas importaciones se triplicaron desde 1993, mientras sus exportaciones se estancaron. La masa de asalariados en el sector se redujo a la mitad, llegando a 154.000 trabajadores.
Entre 1993 y 1998, las compras en el exterior del sector treparon de 2.620 a 8.400 millones de dólares, según la Asociación Brasileña de las Industrias de Maquinarias y Equipos (Abimaq). En consecuencia, cerca de 1.300 empresas quebraron, abandonaron el sector o se convirtieron en importadoras.
Con la devaluación del real, que encarece los productos foráneos, se abre la posibilidad de que vuelvan a fabricarse máquinas o componentes que sustituyan a los extranjeros.
Sin embargo, el ex presidente de Abimaq Einar Kok evaluó que será muy difícil recomponer la cadena de producción, porque muchas instalaciones fueron desactivadas.
Los grandes fabricantes de máquinas, que habían pasado a depender de los componentes importados, tendrán costos mayores hasta que se restablezca la producción interna, señaló.
En 1980, en pleno auge de la política de sustitución de importaciones, la participación de las maquinarias importadas en el sector era de sólo seis por ciento. En 1998 creció a 37 por ciento.
Las ventas internas de la industria nacional alcanzaron el año pasado 14.290 millones de dólares, 5,6 por ciento menos que en 1997, el peor resultado de la década de acuerdo a datos de Abimaq. Las exportaciones se limitaron a 3.700 millones de dólares, experimentando una caída de cinco por ciento.
Para este año se espera una expansión de hasta 10 por ciento en las ventas externas. La cotización cambiaria, "más realista" que en el pasado, favorece la competitividad de esta industria, señaló Luis Carlos Delben Leite, presidente de Abimaq.
La devaluación actual del real permite a Brasil ganar 10.000 millones de dólares en su balanza comercial, reduciendo las importaciones en 5.500 millones y aumentando las exportaciones en 4.500 millones, estimó Juarez Rizzieri, presidente del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad de Sao Paulo.
De verificarse esas cifras, el país pasaría de tener un déficit comercial de 6.430 millones de dólares a un superávit de casi 4.000 millones.
Textiles y juguetes son otros ejemplos de sectores productivos nacionales doblemente afectados por la competencia externa impulsada por un real fortalecido por las altas tasas de interés, otro factor dañino.
No obstante, la actual crisis financiera y la transición hacia el cambio libre pueden hundir la economía, resucitando la alta inflación, como ocurrió en los países asiáticos, México y Rusia.
Por ello las tasas de interés seguirán siendo muy elevadas y habrá recesión económica por lo menos en este semestre.
De acuerdo a Elcio Giacometti, presidente de la Asociación Industrial del Calzado, para que Brasil pueda expandir sus exportaciones en el contexto de fuerte competencia internacional actual, a la devaluación de la moneda se debe sumar una reforma tributaria.
Otros dirigentes empresariales agregan la rígida legislación laboral y el alto costo y la ineficiencia de las terminales portuarias brasileñas como factores que elevan los costos de los productos exportables, quitándoles competitividad.
Existen también industrias que, por depender en alto grado de los insumos foráneos, serán duramente golpeadas por el nuevo cambio.
La producción de bienes eléctricos y electrónicos necesitará por ejemplo tres meses para ajustarse al encarecimiento de sus importaciones, admitió Benjamim Funari Netto, presidente del gremio empresarial.
El año pasado, el sector importó por 11.100 millones de dólares, especialmente en componentes, y exportó solamente por 3.200 millones.
La devaluación del real aumenta sus costos, trabando las ventas internas y externas, como ocurrió en aquellos países asiáticos que importan gran cantidad de materias primas. (FIN/IPS/mo/dg/if/99