BRASIL: Devaluación controlada, una apuesta arriesgada

El Banco Central de Brasil tomó hoy la decisión correcta, para unos, o dio un paso adelante cuando estaba al borde del abismo, para otros, al ampliar a 10 por ciento la banda de flotación cambiaria.

La tortura psicológica a la que somete Brasil a todo el mundo, como una prolongada agonía con esperanza de sobrevida, comprendió dos golpes en la mañana de este miércoles.

El primero fue el anuncio de la renuncia de Gustavo Franco, presidente del Banco Central desde julio de 1997 e inflexible defensor de la estabilidad monetaria, y el segundo, el de la nueva banda cambiaria, intento de devaluación controlada del real, de hasta nueve por ciento ahora y de 12 a 15 en todo 1999.

La primera información provocó el desplome de las bolsas por todas partes, los títulos de la deuda externa de países en desarrollo, especialmente latinoamericanos, y algunas monedas, como la mexicana.

Las medidas anunciadas por el nuevo presidente del Banco Central, Francisco Lopes, y los discursos del presidente Fernando Henrique Cardoso y del ministro de Hacienda, Pedro Malán, asegurando la continuidad de la política económica, amortiguaron la catástrofe.

Las interpretaciones apocalípticas no se hicieron esperar. Eduardo Cabrera, economista-jefe de la empresa de inversiones Merril Lynch, previó "el colapso total del programa económico brasileño" por la modificación de la banda cambiaria en medio a la crisis financiera.

En tres o cuatro días las reservas brasileñas podrían desaparecer, pronosticó Cabrera, quien arguyó que el país enfrenta un problema fiscal, no cambiario, y recordó el desastre en Asia, México y Rusia, que intentaron camino similar.

En el mismo tono, el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) vaticinó la "mexicanización" de Brasil.

La flexibilidad cambiaria llegó demasiado tarde y la grave crísis política y económica exigirá una gran devaluación de la moneda en un tiempo más, con el retorno de la inflación, según el PT.

Los que están en el gobierno, o lo apoyan, confían en el éxito en la medida. Pero también hay opositores que ven una luz al final del túnel, ya que la devalución abriría posibilidades de reducción de las tasas de interés.

La medida es "saludable", según Horacio Lafer Piva, presidente de la Federación de Industrias de Sao Paulo, que inició en diciembre un movimiento con apoyo de sindicalistas contra la política económica que mantiene demasiado elevados los intereses e impide el crecimiento.

La industria concederá una tregua de cien días al gobierno, anunció Sinesio Baptista da Costa, quien dirige la Asociación Brasileña de Fabricantes de Juguetes.

Pero la devaluación fue insuficiente, señaló Antonio Porto Gonzalves, director del Instituto Brasileño de Economía de la Fundación Getulio Vargas, importante centro de investigaciones de Río de Janeiro.

La banda cambiaria debera ser más amplia, de 1,25 a 1,5 reales por dólar, en lugar de 1,20 y 1,32 reales fijados por el Banco Central, opinó Gonzalves. La reacción del mercado, cuya demanda de dólares elevó su cotización al techo de 1,32 reales, dio base a esa evaluación.

El Banco Central tendrá dificultades para mantener la banda en los límites anunciados, a costa de la venta de gran cantidad de sus reservas y de altos intereses. En el mercado futuro, los intereses superaron 60 por ciento para negocios entre bancos, en marzo, y 42 por ciento en febrero.

Pero el nuevo presidente del Banco Central confía en las reservas cambiarias del país, que estima "entre 44.000 y 45.000 millones de dólares", para sostener su política.

Además, cuenta con los 32.000 millones de dólares que Brasil deberá recibir del Fondo Monetario Internacional, bancos de desarrollo y gobiernos de países industrializados en 18 meses, de los cuales unos 28.000 millones este año.

El nerviosismo en el mercado convive también con una sensación de alivio, según el analista económico George Vidor, del diario O Globo. La ampliación de la banda cambiaria era considerada indispensable por muchos funcionarios y economistas, que dudaban sólo sobre el mejor momento para adoptar la medida.

La persistente fuga de capitales, la balanza comercial sin mejoras, créditos externos que no se renuevan y resistencias políticas al ajuste fiscal crearon un clima insostenible, en el que resultaba imposible contener ataques especulativos con nueva alza de intereses, evaluó Vidor.

La moratoria declarada hace una semana por el gobernador del estado de Minas Gerais, el ex presidente Itamar Franco, agravó el pesimismo mundial y contribuyó a precipitar la decisión, según el diputado e industrial Emerson Kapaz.

También los 18 gobernadores que respaldan al presidente Cardoso, que se reunieron el martes pasado, reclamaron urgente reducción de intereses para reanudar el crecimiento económico y aliviar sus dificultades financieras, dando un empujón político a la alteración de la política cambiaria.

La reacción del mercado y la evolución de la situación financiera de Brasil en las próximas semanas determinarán si esta fue una salida correcta o un suicidio, con graves consecuencias para la economía mundial. (FIN/IPS/mo/ag/if/99

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