BRASIL: Caída del real cuestiona sistema financiero internacional

El tumulto que causó esta semana en las bolsas y los círculos políticos la devaluación de 19 por ciento de la moneda de Brasil, el real, devolvió a primer plano interrogantes sobre el sistema financiero internacional.

"Cuando los mercados financieros castigan a un país, la reacción normal es atribuirlo a algo que hizo ese país", dijo el economista Mark Weisbrot, del Preamble Centre, un centro de investigación de Washington.

Pero "es un problema de los propios mercados financieros, y de las instituciones financieras multilaterales", aseguró.

Esa opinión no es compartida por el Tesoro de Estados Unidos ni por el Fondo Monetario Internacional (FMI), cuyos funcionarios se apresuraron a precisar que Brasil decidió por su cuenta la devaluación de hecho, sin consultas o advertencias previas.

El director gerente del FMI, Michel Camdessus, puso el miércoles toda la responsabilidad por los acontecimientos sobre los hombros de los gobernantes brasileños.

"No se deben evitar esfuerzos para asegurar que se implemente rápidamente el ajuste fiscal del gobierno, la reforma estructural y el programa de privatización junto con la adopción de una política monetaria adecuadamente sólida", dijo Camdessus.

En noviembre, el FMI reunió 41.500 millones de dólares en préstamos internacionales para ayudar a defender al real e impedir que el caso vuelva a los mercados como en ocasión de la devaluación de México en 1994, de Tailandia, Indonesia y Corea del Sur en 1997, y de Rusia en 1998.

El FMI afirmó que Brasil mantendría su régimen cambiario, con una devaluación anual del real de 7,5 por ciento y ampliando gradualmente la banda de flotación.

Brasilia intentó una devaluación controlada de nueve por ciento el miércoles, pero el viernes canceló la defensa del real, cuando la fuga de capitales seguía acumulándose en un promedio de 1.000 millones de dólares por día.

El gobierno autorizó la flotación libre del real al menos hasta este lunes, cuando anunciará reglas para una nueva política cambiaria.

La moneda cayó otro nueve por ciento el viernes, pero parecía estabilizarse. El tema de reuniones de emergencia en Washington entre el ministro de finanzas brasileño Pedro Malán, funcionarios de Estados Unidos, del FMI e inversores privados era cuánto tiempo se permitiría la libre flotación.

La alternativa al paso que dio Brasilia el viernes era gastar las reservas de divisas del país, según se temía en Washington. Las mismas perdieron 3.000 millones de dólares en la primera quincena de este mes y quedaron en 45.000 millones.

No obstante, "la incapacidad del paquete de rescate (reunido por el FMI) para estabilizar a la situación brasileña destaca el problema central, que es el propio enfoque del paquete de rescate", dijo el legislador de este país Jim Saxton.

El paquete incluyó 18.000 millones de dólares del FMI, 5.000 millones del Fondo de Estabilización Cambiaria Estadounidense, 4.500 millones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y 4.500 millones del Banco Mundial.

A cambio, Brasilia accedió a reducir sus 65.000 millones de dólares de déficit fiscal subiendo los impuestos y bajando el gasto con recortes a las pensiones, incrementos de los aportes a la seguridad social, controles de los costos laborales y la rápida privatización de las empresas públicas.

Esos pasos reflejan la política estándar que el FMI aplica para lograr la estabilización macroeconómica. El problema es que intenta "achicar el déficit achicando la economía", opinó Weisbrot.

Esa reducción tuvo consecuencias devastadoras en Brasil, que tiene una de las distribuciones del ingreso menos equitativas del mundo y donde la mitad de sus 160 millones de habitantes viven en la pobreza, según explicó el economista de la canadiense Universidad de Toronto, Michel Chossudovsky.

Saxton, ex presidente de la Comisión Económica Conjunta del Congreso estadounidense, apuntó a los "problemas de riesgo moral" de los paquetes de rescate.

Con esto quiso decir que los rescates permiten a los inversores privados y los especuladores financieros evitar las peores consecuencias de sus acciones al trasladar los costos al sector público.

Eso es así porque los préstamos internacionales se destinan al gobierno, que asume la deuda para cubrir la demanda de moneda de los inversores mientras impone la austeridad al público para reunir el dinero con el que devolver lo adeudado.

Entre noviembre y la devaluación de nueve por ciento del miércoles, Brasilia utilizó 9.000 millones de dólares del paquete de rescate, aproximadamente la misma cantidad que el Banco Central entregó a las personas que cambiaron sus reales por dólares.

"El fin del dinero del rescate era permitir a Brasil cumplir con sus obligaciones de la deuda, o sea reembolsar a los especuladores", dijo Chossudovsky. Eso suponía "obligar al Banco Central y al gobierno a absorber los riesgos en materia de divisas" de los inversores privados, agregó Weisbrot.

Brasilia elevó varias veces las tasas de interés para atraer a los inversores extranjeros y, en los últimos meses, en el intento desesperado de persuadirlos para que no retiraran sus capitales.

Otra vez, el precio ha sido enorme. Según analistas de la financista J.P.Morgan en San Pablo, la suba de las tasas de interés en 1998 le costó a Brasil 5.000 millones de dólares por mes en costos adicionales de la deuda.

La estrategia fracasó, según Chossudovsky. "En lugar de frenar la fuga de capitales, la estructura de altas tasas de interés contribuyó a aumentar el peso de la deuda, y ni que hablar del impacto devastador que tuvo la falta de crédito en los productores nacionales" que no podían pagarlo, explicó.

Pero Chossudovsky agregó que el incremento de los impuestos a las ventas y otras medidas para pagar la deuda oficial serían financiados por los ciudadanos comunes y corrientes, y "comprimiría el poder adquisitivo real".

Esto sólo serviría para profundizar la recesión de las familias y los comercios que componen la economía nacional brasileña, y para ampliar las divisiones sociales y la disconformidad política, afirmó Weisbrot.

El jueves, el presidente del BID, Enrique Iglesias, reprendió a los mercados financieros por su irracionalidad, pero argumentó que la confianza en Brasil se vio debilitada por rencillas políticas entre los gobiernos central y estaduales por dinero que estos adeudaban a las arcas federales.

Iglesias se refería a la moratoria de la deuda durante 90 días que declaró la semana pasada el estado de Minas Gerais.

El paquete del FMI, que propone "limitar las transferencias de pagos a los gobiernos estaduales", sólo agravó la disputa con el gobierno federal, puntualizó Chossudovsky.

El viernes, el Banco Mundial declaró que está preparado para "brindar su apoyo a las reformas fiscales y estructurales que implemente el gobierno (brasileño)… de acuerdo con el paquete de apoyo internacional liderado por el FMI". (FIN/IPS/tra-en/aa/kb/aq/if/99

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