ARGENTINA: Con experiencia, el país afronta la crisis en Brasil

A Argentina le será difícil evitar que la crisis en Brasil cause una caída de sus exportaciones y un encarecimiento del crédito, pese a la experiencia que adquirió en sucesivas crisis mundiales y la solidez que ganó su sistema financiero.

A pesar de que esta vez el epicentro de la crisis está más cerca que en las anteriores, economistas, empresarios y gobierno estudian el desempeño de las variables económicas con una actitud optimista y con cierto distanciamiento respecto de lo que acontece en Brasil.

Un día después de la devaluación del real, el presidente de Argentina, Carlos Menem, ratificó la vigencia del programa de estabilidad monetaria, por lo que aseguró que no habrá recesión ni devaluación del peso argentino, y prometió que Brasil superará la crisis "en dos o tres días".

El ministro de Economía, Roque Fernández, también señaló que el impacto no será tan fuerte, aunque la Secretaría de Hacienda admitió que la venta de 14,9 por ciento de las acciones de la petrolera YPF aún en poder del Estado será suspendida hasta que se calme el panorama.

Del mismo modo, el vicepresidente Carlos Ruckauf sostuvo que la situación en Argentina es diferente que en Brasil, sobre todo por la magnitud y la naturaleza de la deuda externa e interna de ese país, que asciende a 300.000 millones de dólares y cuyos vencimientos son de corto plazo.

Ruckauf sostuvo que en Argentina no será necesario modificar la política monetaria y que el país está preparado para enfrentar esta crisis, pese a que seguramente aumentará el costo del crédito y se enfriará la economía.

Argentina mantiene desde 1991 una caja de convertibilidad cuya finalidad es el mantenimiento de la cotización del peso a la par del dólar.

"La crisis mexicana de 1995 nos encontró mal parados, pero las crisis siguientes en Asia nos tomaron mejor preparados para enfrentarla. Ahora, además, la crisis en Brasil había sido prevista por todos", enumeró Ruckauf.

Desde que comenzó la convertibilidad en 1991, Argentina enfrentó una abrupta suba de las tasas de interés de Estados Unidos en 1994, y poco tiempo después el llamado "efecto tequila", derivado de la devaluación del peso mexicano que desató una crisis de confianza en toda la región.

Como consecuencia del azote mexicano, Argentina fue el país más perjudicado de la región junto con el propio México. Unos 8.000 millones de dólares se fugaron de los bancos —casi 20 por ciento del total—, cerraron decenas de miles de comercios y el número de bancos bajó de 205 a 158.

El crecimiento económico, que ascendía a siete por ciento anual de promedio anual en los cuatro años anteriores, retrocedió a 2,5 por ciento en 1995. El desempleo trepó a una tasa sin precedentes de 18,4 por ciento.

La crisis volvió en julio de 1997, cuando comenzó la ola de devaluaciones en el sudeste asiático. Entonces la red bancaria ya era más sólida, el nivel de reservas para sostener el peso era alto, y el principal impacto negativo de la crisis fue comercial, pues bajaron los precios de las materias primas.

En julio de 1998, el ambiente se ennegreció de nuevo por la decisión del gobierno ruso de declarar una cesación de pagos de su deuda externa y la devaluación del rublo. La desconfianza llegó a Argentina de la mano de los primeros síntomas del impacto en Brasil.

Sólo esta semana, con la devaluación del real adoptada por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, las alarmas comenzaron a sonar de nuevo, pero, a pesar de tratarse de la mayor economía latinoamericana, que es además socia de Argentina en el Mercosur, se impuso la calma entre los inversores y los empresarios.

Pero el ex ministro de Economía Domingo Cavallo, autor del programa de convertibilidad, "no se va a desarticular el sistema ni habrá una crisis financiera imposible de afrontar", aunque recomendó prudencia a los empresarios en su manejo financiero.

Para Mario Vicens, economista de la Fundación Macroeconómica, el peor de los escenarios, que sería el de una maxidevaluación en Brasil, haría subir las tasas de interés en Argentina, lo que encarecería el crédito y haría caer la actividad económica.

Los principales sectores que se verían afectados son las industrias automotriz, de lácteos y petróleo. Argentina coloca en el mercado brasileño 30 por ciento de sus exportaciones totales, y una crisis económica en ese país afectará la corriente de ventas.

La demanda de automóviles ha bajado desde 1998 y en el primer semestre de este año. La tendencia no mejorará sino todo lo contrario, un hecho que ya llevó a los dueños de fábricas automotrices a mantener a sus operarios en vacaciones forzadas.

No obstante, dirigentes de la industria automotriz aseguran ser optimistas a pesar del momento difícil. La mitad de la producción argentina se coloca Brasil y ya comienza a anticiparse una caída de 20 por ciento en las ventas externas por la recesión en ese mercado.

Del total del petróleo que exporta Argentina, 35 por ciento se dirige a Brasil. El precio del producto cayó 35 por ciento por la crisis financiera internacional en 1998, y los sacudones de la economía brasileña no harán sino acentuar esta tendencia.

El economista y consultor Carlos Melconián afirmó que de ninguna manera hay riesgo de devaluación en Argentina, y destacó que en este momento hay un auge de reservas y de depósitos en los bancos que actúa como verdadero combustible de la economía. (FIN/IPS/mv/mj/if/98

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