AFRICA: Ciclo de violencia sin fin atrapa al continente

Los dirigentes políticos de toda Africa participan en reuniones para buscar una solución a lo que parece ser un perenne ciclo de violencia en el continente.

"Para poner fin a los conflictos es necesaria una segunda generación de líderes", comentó Mwesiga Baregu, un analista político de Harare.

Es probable que así sea, porque los que están en el poder no resolvieron sus problemas nacionales, y hay pocas esperanzas de que puedan solucionar los regionales.

Por ejemplo, las conversaciones para poner fin a la guerra civil en República Democrática de Congo (RDC, ex Zaire), en la cual están involucrados otros cinco países africanos, no produjeron hasta el momento resultado alguno.

El presidente de RDC, Laurent Kabila, es apoyado por Angola, Namibia y Zimbabwe, mientras los insurgentes son respaldados por Ruanda y Uganda.

Los gobernantes de Angola, Namibia, Uganda, Ruanda y Zimbabwe se reunieron esta semana en Windhoek, y lograron pequeños avances hacia un cese del fuego, pero los insurgentes congoleños no dieron su bendición al encuentro, ya que pretenden negociar directamente con el gobierno de Kabila.

Algunas causas del conflicto son, según los analistas, la obsesión de Ruanda por la seguridad de sus fronteras tras el genocidio de 1994, los intereses económicos de Namibia y Zimbabwe en RDC, y el intento del gobierno de Angola de bloquear una de las rutas de acceso a ese país de los rebeldes de UNITA.

"Además, en el timón de RDC hay un individuo, Kabila, que no debería tener siquiera un puesto de responsabilidad en una aldea de tamaño mediano", opinó Richard Cornwell, del Instituto de Estudios sobre Seguridad de Johannesburgo.

"El problema de Africa son los estados débiles y empobrecidos, los gobernantes incapaces de controlar sus territorios y la falla de los regímenes políticos", agregó.

Entre los países que se independizaron en los años 60, sólo Botswana y Mauricio mantuvieron sistemas multipartidarios, según el Instituto Africano de Sudáfrica.

Otros países llegaron a la independencia con sistemas de partido único, como Guinea, Malí y Níger, y en otros, como Costa de Marfil, Senegal, Túnez y Zimbabwe, el predominio de los partidos gobernantes fue tan acentuado que se transformaron, de hecho, en regímenes unipartidarios.

La distribución desigual de recursos naturales también ha sido una causa importante de conflictos en Africa, erosionando el espíritu de unidad nacional que precedió a la independencia de los poderes coloniales.

Walter Oyugi, un profesor de la Universidad de Nairobi, dijo que los conflictos en Africa occidental y en las regiones centroorientales de los Grandes Lagos y el Cuerno de Africa se deben a que los líderes políticos fueron incapaces de compartir el poder y establecer formas claras de sucesión.

David Makali, del Instituto de Prensa de Kenia, culpó de la violencia, en cambio, a la historia colonial de Africa, y puso como ejemplo a Etiopía, donde se libraron diferentes guerras de secesión desde los años 60.

Makali señaló que además de haber sido injustamente divididas en términos de coparticipación de recursos naturales, la partición territorial de Africa por las potencias europeas durante la Conferencia de Berlín en 1884 obligó a convivir a ciertas comunidades que no estaban en armonía unas con otras.

Desde hace más de tres décadas hay un movimiento secesionista en Ogaden, una región desértica habitada por nómadas que está situada al este de Etiopia, sobre la frontera con Somalia. Los habitantes de Ogaden, apoyados por Somalia, libraron una cruenta guerra con Etiopía entre 1977 y 1978.

Eritrea, ex colonia italiana compuesta principalmente por habitantes del Tigrai y luego federada con Etiopía, también se rebeló contra el gobierno de Addis Abeba, en 1961. El prolongado conflicto condujo finalmente a la independencia de Eritrea en 1993.

El año pasado, una nueva disputa fronteriza revivió el viejo conflicto entre esos países hermanos, los sentimientos contra Tigrai en Etiopía, donde predomina la etnia amharic.

En conjunto, los gobiernos africanos han hecho muy poco para crear armonía entre sus pueblos. Los líderes gastaron mucho más tiempo y energía en armarse contra enemigos potenciales.

Los presupuestos militares son una enorme rémora en las estructuras fiscales del continente. En 1997, Angola gastó 658 millones de dólares, 8,8 por ciento de su producto interno bruto (PIB) en la compra de armas, según el Balance Militar 1998-1999 publicado por el Instituto de Estudios Estratégicos de Londres.

Eritrea gastó 65 millones de dólares, 8,3 por ciento de su PIB, y el pequeño Lesotho 4,6 por ciento. Países industrializados como Bélgica y Alemania, por otra parte, emplearon sólo dos por ciento de sus presupuestos en gastos de defensa.

Libia tiene la mayor proporción de fuerzas armadas en el continente con 19 militares por cada 1.000 civiles, y Angola 10 por 1.000, mientras Alemania cuenta con nueve por 1.000 y Bélgica ocho por 1.000.

"Hay una gran oferta de armas baratos procedentes de la antigua Europa oriental que inunda los mercados, y esto también estimula las guerras", señaló Cornwell.

Durante 30 años, Africa ha sido una region en guerra. Inevitablemente, millones de minas terrestres, fusiles automáticos, otros tipos de armas de fuego y municiones fueron puestas en manos de grupos clandestinos.

Irónicamente, los programas de ajuste estructural, que fueron presentados como la clave para el crecimiento económico, son también recetas para las perturbaciones políticas en Africa.

En 1996, el continente transfirió 14.400 millones de dólares de sus recursos a los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, un monto equivalente a los gastos de educación africanos y el doble de aquellos destinados a la salud.

"Los problemas de Africa están ligados a las estructuras de producción que heredamos, que necesitan ser transformadas con una perspectiva interna en economías autosuficientes", señaló Baregu.

"La mayor parte de los programas de ajuste estructural impuestos a nuestros países no tuvieron en cuenta ese aspecto fundamental, y siguen estando orientados externamente a expensas de la situación interna", anadió.

La analista Karim Okanla, de Benín, apuntó que el ingreso de compañías transnacionales para cosechar los vastos recursos minerales del continente trajo el flagelo de mercenarios y milicias.

En Angola, la firma Gulf Oil emplea a una compañía estadounidense, Airscan, para que cuide sus yacimientos petrolíferos en Cabinda.

Una empresa sudafricana de mercenarios, Executive Ourcomes, operó en Sierra Leona y Angola, y afirma que le ofrecieron trabajo en Sudán, Nigeria y lo que era Zaire, durante la dictadura de Mobutu Sese Seko.

Otra compañía mercenaria a la que le pagaron para combatir en el continente es Sandline International, de Gran Bretaña, que combatió en Sierra Leona.

"Necesitamos llegar al meollo del problema, o sea los proveedores de armas y las compañías transnacionales, que son casi estados dentro de otros estados", sentenció Okanla. (FIN/IPS/tra- en/gm/ja/nrn/lm/pm/ego/aq/ip/99

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