La situación económica de Venezuela será tan difícl en 1999 que quien gane la elección presidencial de este domingo "no debe recibir felicitaciones sino telegramas de pésame", advirtió el ex canciller Simón Alberto Consalvi.
Gane Hugo Chávez, ex comandante de paracaidistas de 44 años que promete refundar la república, o Henrique Salas, empresario y ex gobernador de 62 que ofrece cambios radicales en paz y democracia, las cuentas públicas en rojo serán su talón de Aquiles.
Según el ministro de Planificación, Teodoro Petkoff, "este año cerraremos la gestión fiscal en equilibrio, pero el próximo habrá un déficit, de entrada, de tres puntos (3.000 millones de dólares) del producto interno bruto (PIB), que puede ser mucho mayor porque empeora el precio del petróleo".
Otro analistas prevén un agujero de cinco a siete puntos para el gasto fiscal, que suma 15.000 millones de dólares, al mermar el ingreso petrolero, más fuentes de tributación interna exangües y en duda la factibilidad de más endeudamiento externo.
El déficit "será cuanto menos de 5.000 millones de dólares, por menores ingresos de petróleo y caída de las ventas de las empresas entre 30 y 40 por ciento, por lo que no pueden producir ya más tributos", señaló a IPS el economista Maxim Ross.
Los bajos precios internacionales del petróleo, "salario nacional" de Venezuela, "se anuncian de carácter estructural", observó Petkoff, y junto con bajas en la producción y el empleo impactará los indicadores consumo, inflación, tipo de cambio y tasas de interés.
Al mismo tiempo, demandas sociales apenas se han contenido durante el tránsito electoral: los sindicatos piden aumentar dos veces y media el salario mínimo, que gana la mitad de los cuatro millones de asalariados, y los gremios de un millón de servidores del Estado esperan alzas salariales desde enero.
Esas demandas puntuales se recuestan sobre un duro telón de fondo: 80 por ciento de los venezolanos vive en algún grado de pobreza, y la fuerza laboral de nueve millones de personas registra 12 por ciento de desempleo abierto y a la mitad de quienes trabajan laborando en el sector informal.
La escasez de recursos es aguda para centros de salud, universidades, programas asistenciales, de construcción y mantenimiento de infraestructura, así como para la prestación de servicios públicos diversos.
Frente a ese panorama, las propuestas más voceadas por Chávez y Salas han sido marcadamente políticas. El primero ha insistido en barrer trabas institucionales y propias de la corrupción, y el segundo en despartidizar y descentralizar tareas y servicios.
Salas dijo este miércoles que sería iluso creer que puedan darse soluciones de corto plazo "y encontraremos caminos que las hagan lo menos oneroso posible para los venezolanos. Intentaremos alcanzar los equilibrios dentro de dos o tres años".
Chávez avanzó y ofreció este mismo día un alza general de sueldos (el salario mínimo urbano en Venezuela es de 180 dólares) "que en conjunto no compromete más de uno por ciento del PIB", dentro de su propuesta global de "darle prioridad a la deuda social por encima de la deuda externa".
Salas, en cambio, se comprometió a centrar su batalla contra la inflación y el desempleo y reiteró que no cree en ningún ajuste que deteriore las condiciones de nadie, porque la equidad social debe estar por encima de los equilibrios económicos.
Los economistas Francisco Vivancos y Domingo Fontiveros insistieron en que "ninguno de los candidatos con opción tiene presente en sus discursos la emergencia financiera, ni apunta a la recuperación del crecimiento económico acelerado".
Tanto Chávez como Salas "buscan vías que en buena medida acentúan la contracción económica, como impuestos y tasas de interés muy altas", subrayó Fontiveros. Uno y otro se muestran reacios a una devaluación "pese a que existe una apreciación del bolívar por encima de 30 por ciento".
El mantenimiento de altas tasas de interés y la sobrevaluación de la moneda "continuarán paralizando inversiones, contrayendo la demanda interna y profundizando la recesión y el desempleo", estimó Vivancos.
La atracción de inversiones extranjeras cuenta por el peso del servicio de la deuda externa, la limitada capacidad para nuevos endeudamientos y el declive del ingreso por exportaciones. Salas y Chávez se reparten acusaciones y afirmaciones sobre sus virtudes y defectos para atraer o ahuyentar los capitales.
Por último, persiste el desafío de achicar las nóminas de trabajadores al servicio del Estado. Todos los candidatos proponen su progresivo traslado al sector privado, pero la operación es costosa, puede convertirse en un polvorín social y una economía en recesión no absorbe más mano de obra.
"En un año no se pueden solventar esos problemas. Lo único que puede hacer el próximo gobierno es lanzarse a un programa de reducción del gasto público y de eficiencia del Estado para entonces, con un aparato productivo en expansión, exigir más tributos a los ciudadanos", estimó Ross. (FIN/IPS/jz/ff/if ip/98