La Cámara de Representantes de Estados Unidos decidió hoy someter a juicio político al presidente Bill Clinton por haber mentido bajo juramento, lo que habilita al Senado a destituir al jefe de Estado.
Los legisladores, que votaron según líneas partidarias, aprobaron dos de los cuatro artículos presentados contra Clinton, que recomendaban formalmente que fuera juzgado en el Senado por cometer perjurio ante el gran jurado y obstruir la justicia.
El artículo sobre perjurio, referido a la relación sexual de Clinton con la ex becaria de la Casa Blanca Mónica Lewinsky, se aprobó por 228 votos contra 206, y el cargo de obstrucción de justicia se aprobó por 221 votos contra 212.
Los legisladores recharazon dos artículos más que acusaban a Clinton de perjurio en una demanda de acoso sexual, presentada por la ex funcionaria Paula Jones, y de abusar de sus facultades presidenciales.
La votación tuvo lugar en un día extraordinario para el Congreso de este país, cuando el presidente entrante de la cámara, Bob Livingston, anunció su renuncia, y legisladores demócratas se retiraron de sala porque no se había adoptado una moción de censura contra Clinton, que hubiera evitado el juicio.
El resultado coloca a Clinton en manos del Senado, donde se requiere la mayoría de dos tercios para destituirlo. En el único juicio político contra un presidente, celebrado hace 130 años, Andrew Johnson retuvo la presidencia por un voto.
La Casa Blanca no realizó comentarios inmediatos sobre la acción de la Cámara, pero Clinton asegura que no renunciará.
Livingston, el presidente electo de la cámara baja, quien reconoció esta semana que mantuvo relaciones extramaritales, dijo que su renuncia debía ser un ejemplo para Clinton.
"No puedo hacer mi labor ni ser el tipo de líder que me gustaría ser en las actuales circunstancias", Livingston declaró ante la Cámara. "Así que debo dar el ejemplo que espero siga el presidente Clinton: No me presentaré como Presidente de la Cámara el 6 de enero", anunció.
Livingston agregó que se quedará en la Cámara durante seis meses más, antes de renunciar a la vida política.
En el actual ambiente político de Washington, Livingston fue víctima de la labor de investigación del pornógrafo más conocido de este país, Larry Flynt, editor de la revista Hustler.
El jueves, aparentemente advertido de que Flynt divulgaría información sobre su pasado sexual, Livingston admitió ante sus correligionarios del Partido Republicano que cometió adulterio más de una vez durante su carrera en el Congreso.
Aunque al principio recibió un voto de confianza de la bancada republicana, los elementos más conservadores de la derecha cristiana, ala cada vez más poderosa del partido opositor, concluyeron que la revelación de Livingston había debilitado su cruzada contra Clinton.
Los demócratas rápidamente aprovecharon la renuncia de Livingston para subrayar la necesidad de terminar con el "macartismo sexual" que dividió profundamente a los legisladores, en referencia a la caza de brujas anticomunista encabezada por el senador Joe McCarthy en los años cincuenta.
Para subrayar el punto, el líder demócrata de la Cámara, Richard Gephardt, pidió a Livingston que reconsiderara su decisión, a la que calificó de "terrible renuncia ante las fuerzas negativas que consumen nuestro sistema político y nuestro país".
Al final del día, quedó claro que el destino de Clinton ahora dependerá del Senado que, por la Constitución, realizará un juicio sobre el caso Lewinsky, y que los republicanos quedaron sumidos en un ambiente de absoluto desorden.
Incluso antes del anuncio de Livingston, los republicanos caían en picada en el electorado, de acuerdo con las últimas encuestas.
El porcentaje del público con opinión favorable del Partido Republicano cayó de 42 por ciento antes del debate parlamentario a 33 por ciento luego del primer día de discusiones, de acuerdo con una encuesta conjunta del diario The New York Times y la cadena televisiva CBS difundida este sábado.
Ese 33 por ciento, que coincide con el porcentaje que está a favor del juicio político contra Clinton, es el más bajo de los últimos años.
Al mismo tiempo, la aprobación del Partido Republicano se mantiene en 56 por ciento, y la de Clinton, en 65 por ciento, 40 puntos porcentuales más que Richard Nixon antes de que este presidente renunciara en la certeza de que sufriría un juicio político en 1974.
Estas cifras dieron peso al argumento esgrimido por los demócratas durante el debate de que la mayoría republicana estaba "fuera de tono con el pueblo estadounidense" en su persecución contra Clinton.
Los demócratas manifestaron que Clinton debía ser "censurado", no enjuiciado, pues los actos de los que se le acusa no alcanzan el nivel de "grandes delitos y faltas" que exige la Constitución para efectuar el juicio político.
Al margen de la exaltación de los diputados republicanos y las observaciones de expertos en la televisión, la mayoría de los estadounidenses coinciden en que la discusión versa sobre sexo, en el marco de la "guerra cultural" que se desarrolla desde los años 60 entre los conservadores y el resto de la sociedad.
La derecha cristiana y sus aliados han concentrado su enojo contra Clinton, a quien consideran el paradigma de los años 60 y de todas las connotaciones de esa década: la deserción del servicio militar, drogas, relativismo y promiscuidad sexual.
"Los jóvenes que piensen dedicarse a la política también deben pensar en fidelidad, integridad y en comportarse según un estilo de vida que no los perjudique en el futuro", dijo Jerry Falwell, fundador del hoy disuelto grupo conservador republicano Mayoría Moral, antes de la renuncia de Livingston.
Este tipo de declaraciones dio peso a las acusaciones de "macartismo sexual" que, según los demócratas, parece haberse apoderado del Partido Republicano.
Con el juicio político aprobado, los legisladores retornarán a sus distritos para las festividades de Navidad y año nuevo. El mes próximo, los integrantes del nuevo Congreso legislativo, con su mayoría republicana reducida, llegarán a Washington a contemplar los restos del naufragio.
Los republicanos deberán elegir un nuevo presidente de la Cámara, lo cual podría exacerbar las tensiones entre la derecha del Partido y su ala más moderada, muchos de cuyos integrantes se resistieron a votar el juicio político.
En el Senado, la mayoría republicana debe decidir si respalda la propuesta del líder de la bancada, Trent Lott, de encauzar el juicio político o acordar con la Casa Blanca el tipo de censura que la Cámara de Representantes rechazó.
Allí, los legisladores deberán considerar las palabras del diputado demócrata por Massachussetts Martin Meehan, quien elevó su voz durante el debate. "Por Dios, ¿en qué clase de país nos estamos convirtiendo? ¿En qué tipo de institución nos estamos convirtiendo?" (FIN/IPS/tra-en/mk/jl/aq-mj/ip/98