Brasil intenta marcar su independencia de Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico y con ese objetivo promueve una estrategia latinoamericana en la materia, anunció el presidente Fernando Henrique Cardoso.
Brasil tendrá "su propia política antidrogas" y "no acepta recibir instrucciones pasivamente" para tratar el tema según la óptica de los países consumidores, declaró el mandatario.
Cardoso abrió en Brasilia a fines de noviembre el primer Foro Nacional Antidrogas expresando rechazo a la injerencia externa y las "prácticas discriminatorias" contra países productores de narcóticos, y con el bosquejo de una nueva política sectorial.
El contrapunto es la posición estadounidense que concede prioridad al combate a la producción en los países latinoamericanos, con una ayuda condicionada a la presencia de sus tropas y a la aplicación de sus métodos, como la destrucción de las plantaciones de coca por fumigación aérea.
El gobierno brasileño siempre ofreció resistencia a las presiones de Washington, negándose por ejemplo a involucrar a las Fuerzas Armadas en la represión directa del narcotráfico.
Hace tres años llegó al extremo de devolver una ayuda de cerca de 700.000 dólares, por considerarla insignificante ante la magnitud del problema y nada compensadora ante los compromisos exigidos. Además, se destinaba sólo a la actividad policiales, excluyendo la prevención.
Pero ahora Brasil trata de desarrollar una política integrada a los vecinos, reconociendo que cuidar las fronteras es fundamental para reducir los daños sociales de las drogas.
Además de la cooperación natural en el Mercosur, formado también por Argentina, Paraguay y Uruguay, Brasil se apresta a firmar un acuerdo con Colombia para el combate al narcotráfico en la frontera común.
Autoridades de ambos países se reunirán en febrero en Tabatinga, ciudad fronteriza brasileña, para establecer un plan de acción conjunto.
Brasil y Colombia firmaron hace un año acuerdos limitados al control de aviones que cruzan la frontera ilegalmente y de sustancias químicas usadas en el procesamiento de la cocaína, pero aún esperan su ratificación por el Congreso brasileño.
Es necesario "llegar a los barones, a los carteles", y no restringirse a los pequeños traficantes minoristas, sostuvo Walter Maierovitch, titular de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), recientemente creada por Cardoso para coordinar las acciones del sector.
Hay al menos 17 grupos internacionales actuando en Brasil, por las fronteras con Bolivia, Colombia, Paraguay y Perú, según la Senad, órgano subordinado al Gabinete Militar de la Presidencia de la República.
El narcotráfico es un "desafío transnacional" y combatirlo "es también cuestión de soberanía nacional y de derechos individuales", definió Maierovitch.
A la Senad le toca articular e impulsar estrategias no sólo de represión, sino también de prevención y tratamiento de adictos a las drogas, indicó, ante resistencias de la Policía Federal para aceptar su autoridad.
La prevención como prioridad debe ser una característica de la política antidrogas, según las conclusiones del Foro Nacional. "Es la base de todo", definió el general Alberto Cardoso, jefe del Gabinete Militar.
Por eso se recomendó que el tema sea incluído entre las asignaturas de la enseñanza regular, desde la primaria. Las escuelas se convirtieron en puntos de venta de drogas en muchas ciudades brasileñas.
Cambios en la legislación que faciliten tanto la represión como la prevención y la reducción de daños, como el canje de jeringas para adictos a drogas inyectables, fueron sugeridos por las 1.600 autoridades, expertos y representantes de la sociedad que participaron en el Foro.
Pero uno de los principales blancos de la nueva política serán las drogas legales. La publicidad de bebidas alcohólicas y tabaco debe ser totalmente prohibida en un plazo de cuatro años y su consumo gravado por tributos con recaudación destinada al tratamiento de drogadictos, se señaló. (FIN/IPS/mo/ag/ip/98