/BOLETIN-AMBIENTE/ COLOMBIA: Turismo verde entre la biodiversidad y la inseguridad

Una agresiva promoción para divulgar la biodiversidad y atraer turismo ecológico al Sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia tropieza con la inseguridad que genera el conflicto armado en el país y la falta de infraestructura adecuada.

Colombia, con 34 Parques nacionales naturales, nueve Santuarios de flora y fauna, dos Reservas naturales y un Area natural única, unos 10 millones de héctarea que equivalen a 10 por ciento de la superficie continental del país, sería un apetecido destino turísticio si estuviera en paz.

Su condición de territorio puente entre el norte y el sur de América facilitaron que en el proceso de evolución se asentara cerca del 14 por ciento de las especies de fauna y flora descritas por los científicos a escala mundial.

Mediante la técnica de sensores remotos se han reconocido 62 ecosistemas terrestres y marinos, y se ha verificado que los bosques tropicales de la Amazonia y el litoral Pacífico se preservan en 70 por ciento.

En cambio, producto de la intervención humana, por procesos de colonización dirigida y espontánea, expansión de la frontera agrícola y ganadería extensiva, hoy sólo queda 27 por ciento de las 170.000 hectáreas de bosques de niebla que alguna vez hubo.

Un deterioro aún mayor e irreversible es el que sufrieron los bosques secos tropicales del Caribe, en el norte, y los valles interandinos de los ríos Cauca y Magdalena, de los que sólo queda uno por ciento de su superficie original.

"Este es un paraíso perdido por una historia social y política conflictiva, que guarda tesoros, como su gran variedad de aves, que hacen que uno se arriesgue", comentó un joven estudiante de biología alemán que resolvió pasar "un fin de año anticipado y de aventura".

Mientras tomaba un café en un puesto callejero de la avenida Ciudad de Lima, en el centro de Bogotá, expresó: "yo escogí Colombia porque conozco alguna gente aquí y eso me da seguridad y me evita algunos gastos".

La seguridad es, sin duda, la mayor preocupación de los que promueven la industria turística como una alternativa de desarrollo, en la que se empeñan autoridades estatales y el sector privado.

Oscar Rueda, presidente de la Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo (Anato), manifestó preocupación por las secuelas que deja en el sector la crisis social y política.

Entre mayo y septiembre de este año, Anato registró "una pérdida de pasajeros que a todos nos asusta porque no vemos que la situación pueda cambiar en el mediano plazo", afirmó. En ese lapso dejaron de movilizarse 150.000 pasajeros domésticos como consecuencia de la recesión económica.

En cuanto a la "la visita de extranjeros -turismo receptivo- entró en fase crítica". Aunque no coinciden con las estadísticas oficiales, las estimaciones de Anato indican que entre 1994 y 1998 dejaron de venir a Colombia unos 450.000 turistas.

Según un estudio de competitividad del sector turístico del Ministerio de Desarrollo Económico, para 1994, el total de visitantes fue de 1,1 millones de personas, de las que 83 por ciento correspondió a viajeros de América del Sur que ingresaron por las fronteras con Venezuela, Ecuador, Perú y Brasil.

El turismo de frontera tiene más motivaciones económicas, de comercio, que de placer, por lo que en la franja potencial de ecoturistas sólo se podría contabilizar el promedio anual de 245.000 viajeros extranjeros registrado en la última década.

Agentes de viajes, hoteleros, y en general los subsectores que dependen del turismo tienen expectativa de que el Plan de Paz del gobierno tenga éxito y un estímulo tributario a la industria – contemplado en un proyecto de reforma fiscal presentado al Congreso- se traduzca en viajeros y consumo.

Un censo hotelero indica que en Colombia hay 1.500 establecimientos, desde cinco estrellas hasta hostales y pensiones familiares, con una oferta de 52.500 habitaciones para el turismo convencional.

En cuanto al ecoturismo en el Sistema de Parques Nacionales, la oferta del Ministerio del Medio Ambiente registra 14 parques con infraestructura.

Las modalidades van desde cabañas de materiales naturales en el Tayrona, en el Caribe, hasta zonas para acampar, en Munchique, Chingaza, Tuparro, Macarena, Puracé, Katíos, en las regiones andina, orinoquia y amazonia. Los precios de alojamiento oscilan entre tres y 20 dólares por persona la noche.

"Por las condiciones naturales, de belleza y variedad de sitios, dificilmente hay otro país en el mundo que tenga tanta riqueza como Colombia para ofrecer al propio y al extranjero, pero la situación de orden público es un lastre", dijo a IPS María Cristina Lamus, editora de la revista Destinos.

Lamus cree, sin embargo, que las personas a las que les gusta el ecoturismo, con precauciones también están dispuestas a correr riesgos. En el país funcionan al menos 10 agencias especializadas en ecoturismo que tienen mucha demanda, comentó.

Una opinión contraria manifestó Teresa Arango, gerente de la agencia Viajes Argos, quien considera que "no hay condiciones para atraer turismo ecológico, que no es -como se cree equivocadamente. turismo de morral y mochila, sino altamente sofisticado y elitista".

Arango cree que en América del Sur sólo Argentina y el sur de Chile cuentan con infraestructura y personal preparado para atender las exigencias de viajeros que ya han pasado por todos los tipos de turismo y ahora quieren el goce estético de la natruraleza pero con todo el confort posible.

Un turismo ecológico que reactive la economía implicaría niveles como los que se ofrece en algunos lugares de Africa o en Australia, donde un paquete turístico incluye la posibilidad tanto de apreciar de cerca un tigre y como la conexión telefónica directa con Nueva York o París.

En ese sentido, la oferta colombiana no ofrecería competencia, pues según fuentes consultadas por la edición local de la revista Cambio 16, en 60 por ciento de las áreas de reserva natural hay presencia de guerrilleros izquierdistaa y en 30 por ciento de paramilitares de derecha.

Como parte del plan de desarrollo, el gobierno plantea el impulso para el sector turítico abriendo las opciones a la inversión extranjera y eliminando el Impuesto al Valor Agregado para el alojamiento, aunque lo mantendría para el transporte aéreo.

Por la topografía del país y por las condiciones de orden público, el avión es el medio de transporte más indicado, aunque también el más costoso.

"Eso no sería incoveniente, pues para un atardecer con un sol rojo en los llanos orientales o un amanecer en las cumbres nevadas de la norteña Sierra de Santa Marta, la montaña de litoral más alta del mundo, hay clientes, siempre y cuando el paquete no incluya presencia de alzados en armas", dijo Arango. (FIN/IPS/mig/ag/en-if/98

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