ARGENTINA: Un destino económico signado desde el exterior /Perspectivas 1999/

Argentina se abrió a tal punto al mundo en los últimos diez años que su destino económico estará en 1999 atado al del resto de los países, en especial los del sudeste de Asia, Rusia, Japón y Brasil.

De acuerdo con las proyecciones del gobierno de Carlos Menem, en 1999 el producto interno bruto (PIB) 3,5 por ciento respecto de 1998, que podría cerrar con un crecimiento cercano a 4,5 por ciento.

La estimación para el próximo año fue corregida a la baja en la última semana, tras una serie de reuniones de funcionarios con representantes del Fondo Monetario Internacional. En cambio, estudios privados estiman un crecimiento del PIB para 1999 de 2,0 a 2,5 por ciento.

La desaceleración es inevitable por las mismas razones que afectan a los demás países de América Latina (caída en el precio de las materias primas, altas tasas de interés) y por la estrecha relación con una economía brasileña que se frena.

Casi todos los economistas argentinos, junto con los bancos de inversión, subordinaron este mes sus pronósticos anuales a distintos factores de la economía mundial.

En este sentido, el comportamiento de la economía brasileña, si el producto crece o no, si devalúa o no su moneda, o si ajusta más sus importaciones, resultará el primer dato clave para Argentina.

La Secretaría de Planeamiento Estratégico estimó que 16 de las 24 provincias argentina tienen más de 50 por ciento de sus exportaciones dirigidas a Brasil. Las ventas al mercado brasileño rondan 30 por ciento del total, una vinculación que algunos analistas bautizaron como "brasildependencia".

El economista Roberto Bouzas, encargado de enviar los pronósticos argentinos a la consultora inglesa The Economist Intelligence Unit, advirtió que el segundo semestre de 1999 es clave para determinar el comportamiento económico de ambos países.

"Allí sabremos si el plan de ajuste oficial tuvo éxito o no", anticipó Bouzas.

La crisis financiera en el sudeste asiático se sintió este año en la economía argentina, pues los precios de sus principales productos de exportación cayeron.

El valor del trigo cayó 21 por ciento en los primeros ocho meses de 1998, el del maíz 17 por ciento, la soja bajó 24 por ciento, la harina de soja 43 por ciento, el girasol 31 por ciento y el petróleo 33 por ciento.

De la recuperación de las economías dañadas dependerá en buena medida el mejoramiento de los precios en 1999.

Mientras, la economía argentina deberá afrontar la caída de las exportaciones (que, según algunos economistas, rondará 10 por ciento), un menor ingreso de divisas y un aumento del desempleo en sectores ligados al comercio externo.

Por el momento, se esperan para 1999 exportaciones por 27.000 millones de dólares, uno por ciento por encima de lo que se espera para este año, y un déficit de cuenta corriente de 4,3 por ciento del producto.

Mientras el gobierno augura una rebaja del desempleo, del actual 12,4 a un solo dígito, los economistas independientes coinciden en que este indicador, en caída durante el último año, subirá de nuevo hasta alrededor de 15 por ciento.

"La realidad internacional será determinante", sentenció el economista Pedro Lacoste, quien sostuvo la necesidad de seguir no solo la conducta de Brasil, sino también el desempeño de Rusia, que con la devaluación del rublo en 1998 provocó una fuerte crisis de confianza en los mercados emergentes.

Por su parte, Aldo Abram, economista que dirige la consultora Proeco, sostuvo también que la evolución económica local estará fuertemente atada a factores de origen externo, sobre todo a la superación de la crisis financiera que signó todo el año 1998.

Abram consideró, en este sentido, que el factor más importante para la reversión de la crisis radica en el modo en que Japón intente sanear su sistema financiero y en que ese país logre recomponer la confianza incentivando la demanda y, por ende, el nivel de actividad.

Tal es la dependencia argentina de las variables externas que, como nunca antes, el factor político interno más destacado de los esperados en 1999, las elecciones nacionales, no fue considerado como un riesgo a descontar, aun cuando existan tensiones, sobre todo ante un posible cambio de gobierno.

Tras 10 años de gestión del presidente Menem, para diciembre de 1999 se enfrentarán en los comicios para sucederlo el candidato de la Alianza de oposición, Fernando de la Rúa, y el postulante del oficialismo que surga de una interna que se realizará en abril.

Los candidatos del Partido Justicialista, en el gobierno, son el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, quien está enfrentado con Menem, y el ex gobernador de Tucumán y ex cantante Ramón Ortega, respaldado por el presidente.

Sin embargo, los proyectos de gobierno de los candidatos no tienen diferencias sustanciales.

Todos coinciden en la necesidad de mantener la estabilidad de precios, la apertura comercial, la disciplina fiscal y la política de privatizaciones, al tiempo que postulan un Estado más solidario con los sectores más desprotegidos por el modelo económico impuesto por el actual gobierno.

Con la perspectiva de un cambio de gobierno sin estridencias, las mayores expectativas de los analistas se sitúan en cómo se comportará el año próximo el mercado mundial, el escenario al que la economía argentina está totalmente integrada y del cual ya no puede sustraerse para sobrevivir. (FIN/IPS/mv/mj/if/98

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