AMERICA CENTRAL: Adiós a las armas de Estados Unidos /Perspectivas 1999/

América Central se apresta a iniciar el tercer milenio sin la presencia del enclave militar de Estados Unidos en Panamá, que a lo largo del siglo XX fue una piedra en el zapato para las incipientes democracias de la región.

Estados Unidos se retirará el 31 de diciembre de 1999 de Panamá, el territorio que Simón Bolivar vislumbró a principios del siglo XIX como centro integrador de los nacientes estados latinoamericanos.

Además de la influencia política que ejerció el antiguo Comando Sur del ejército de Estados Unidos en América Central, desde las riberas del canal Washington lanzó numerosas operaciones militares en la región, entre ellas la invasión que derrocó al general panameño Manuel Noriega a fines de 1989.

El Comando Sur, que cumple funciones sobre toda América Latina, fue trasladado de Panamá a Miami en 1996 por disposición de los tratados canaleros de 1977. Pero aún se encuentran estacionados 4.400 soldados estadounidenses.

En el enclave militar estadounidense de Panamá también funcionó hasta 1983 la "Escuela de las Américas", por donde pasaron la mayoría de los dictadores que asaltaron el poder en casi toda América Latina en las décadas del 60 y el 70.

Entre estos dictadores se cuentan Augusto Pinochet, de Chile, el fallecido Anastasio Somoza, de Nicaragua, Hugo Banzer, de Bolivia, y el propio Noriega.

"Muchacha, escóndete, que ahí vienen esos marineros, con esa ropa blanca que parecen carniceros", decía una ronda infantil cantada en la década del 40 por los niños del popular y céntrico barrio de San Miguel de la capital panameña, en alusión a las constantes invasiones de Estados Unidos: 13 entre 1856 y 1989.

Pero Panamá no fue el único país afectado de la región. También Honduras, de 1911 a 1933, y Nicaragua, de 1912 a 1927, sufrieron la intervención militar de Estados Unidos.

Los efectivos estadounidenses abandonaron Nicaragua sin poder vencer la resistencia del ejército popular del general Augusto César Sandino.

En la base de Palmerola, en el centro de Honduras, todavía opera un grupo de 500 soldados estadounidenses bajo el mando del Comando Sur que comenzó sus actividades a principios de la década del 80, cuando Washington promovió la guerra contra el gobierno sandinista de Nicaragua.

El ejército de El Salvador también fue asistido desde el Comando Sur por asesores estadounidenses durante la guerra civil que vivió ese país en los años 80 y principios de los 90, cuando el gobierno y la guerrilla firmaron un acuerdo de paz.

El escritor panameño Carlos Changmarin, en cuya obra está presente la denuncia de la intervención estadounidense en América Central, señaló que, tras el final de la guerra fría, las fuerzas democráticas empujan al mundo a una relación con Estados Unidos libre de tutela.

"El mundo va contra las tutelas", advirtió Changmarin a IPS, al ser consultado sobre la posibilidad de que Estados Unidos mantenga su presencia militar en la región con el argumento de la lucha contra las drogas.

El secretario de Defensa de Estados Unidos, William Cohen, dijo en la conferencia interamericana de ministros de Defensa realizada en Cartagena, Colombia, que su país negocia con algunos países del área, entre ellos Ecuador, Honduras y Perú, la instalación de un centro multilateral de lucha contra las drogas.

La idea de constituir un centro de ese tipo en Panamá fracasó debido a la pretensión de Washington de utilizar a sus militares destacados allí para realizar "otras misiones" en terceros países de la región.

Las reacciones no se hicieron esperar. El diputado hondureño Matías Fuentes advirtió que "la presencia militar de Estados Unidos ha sido siempre muy dañina" para su país, y se opuso a que se legalice esa presencia "bajo el pretexto de la lucha contra las drogas".

Parlamentarios de Honduras indicaron que el estacionamiento de los soldados estadounidenses en la base de Palmerola nunca fue ratificado por el parlamento del país centroamericano, como lo exige la Constitución.

Pero Estados Unidos firmó un tratado con Costa Rica que autorizaría el ingreso en ese país de naves y personal armado de su marina de guerra para la persecución y captura de narcotraficantes. El acuerdo aún no fue ratificado por el parlamento costarricense.

El sociólogo Raúl Leis, fundador y ex secretario general del centroizquierdista Movimiento "Papa Egoró", tercera fuerza de Panamá, dijo a IPS que el fin de la presencia militar de Estados Unidos "produce las condiciones para generar un pacto de seguridad demácratica entre los gobiernos de América Central".

Leis, también director del no gobernamental Centro de Estudios y Acción Social (Ceaspa), coincidió con Changmarin al indicar que la propuesta de algunos sectores estadounidenses de mantener bases militares en el extranjero "constituye un anacronismo, porque ya no hay guerra fria".

"Tampoco hay un ambiente internacional para la solución violenta de los conflictos" como el que sustentó la política exterior de Washington, y "los países de América Central han demostrado que pueden resolver sus conflictos sin injerencia externa", subrayó.

Así mismo, Leis destacó que actualmente existe una sociedad civil "en pleno proceso de integración, lo cual favorece la solución de los conflictos que pudieran surgir en el futuro".

"Una entidad militar no puede verse como una entidad económica que contribuya al bienestar de la población, sino como un aparato militar de muerte", apuntó Leis ante la propuesta de Cohen.

"Se acabó el tiempo de las bases de Estados Unidos" en el istmo, afirmó la presidenta del centroderechista Partido Arnulfista de Panamá, Mireya Moscoso.

Panamá "desea caminar por sus propio pie y ya está bueno (basta) de bases", dijo Moscoso, en alusión a quienes defienden en Estados Unidos el mantenimiento de tropas en América Central para la lucha contra las drogas. (FIN/IPS/sh/ag-ff/ip/98

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