Venezuela no sólo elegirá un presidente el 6 de diciembre, sino que como ha hecho cada medio siglo, va a "barajar de nuevo" y abrir el juego a profundos cambios sociales, concuerdan historiadores y políticos.
La recta final de la campaña es dominada, según las encuestas, por Hugo Chávez, candidato antisistema respaldado por fuerzas que van desde la izquierda hasta la derecha, y Henrique Salas, independiente de tendencia socialcristiana cuyo movimiento Proyecto Venezuela se niega a pactar con los partidos políticos.
Los dos partidos tradicionales, Acción Democrática (AD, socialdemócrata) y Copei (socialcristiano), concurren con las candidaturas de Luis Alfaro e Irene Sáez, respectivamente, que suman sólo un quinto de las intenciones de voto.
El que triunfe en los comicios "deberá emprender cambios que permitan entrar a los que están afuera del 'establecimiento', la costra o nata que monopoliza el poder y sus beneficios", dijo a IPS un historiador con tareas de Estado que pidió el anonimato.
Los cambios "llegarán porque de nuevo se siente la presión de los que están abajo y los que están afuera del juego político, de la estructura de un Estado que no funciona o de una actividad económica incapaz de expandirse", sostuvo el experto.
Cada vez que se "trancó el juego" en la política y la sociedad venezolana la salida ha sido "barajar de nuevo y repartir otra vez las cartas", a fin de dar un nuevo marco a la convivencia colectiva, sintetizó el especialista consultado.
Los analistas políticos coinciden en que el modelo de democracia representativa con protagonismo de los partidos políticos, implantado hace 40 años, "se ha hecho trizas", según expresión del dos veces presidente Carlos Andrés Pérez.
Pero algunos van más allá, como el historiador y ex presidente interino (1993) Ramón Velásquez, para quien "como ocurrió con la llegada de los andinos al poder en 1899, nuevos grupos de hombres aparecen para desplazar del mando a los que lo han tenido".
Teodoro Petkoff, teórico y líder del Movimiento al Socialismo, y actual ministro de Planificación del gobierno de Rafael Caldera, también ha expresado que se está "al final de un tiempo histórico y no sólo del de un quinquenio".
Los dirigentes más lúcidos de la actividad económica, tanto estatal como privada, coinciden en que se agotó el campo de maniobra de un Estado paternalista con rentas petroleras menguantes y debe pasarse a una economía productiva, consigna por lo demás escrita en todos los programas de gobierno.
Los candidatos, con distinto lenguaje, también se presentan como la punta de lanza de inaplazables cambios de fondo. "Nuestra gente, simplemente, no espera más. O marchamos hacia el cambio radical en el marco del estado de derecho u otros lo harán por otras vías", preconiza Salas.
"La ruptura puede ser pacífica o desembocar en la violencia, puede conducir a la justicia y a la equidad o al odio y la venganza", agrega el abanderado del Proyecto Venezuela.
Chávez ha dicho: "no soy más que una hoja en medio del huracán popular que exige cambios". Y suele agregar: "no hay fuerza en la tierra o en el cielo capaz de detener a este pueblo que quiere acabar con la pobreza y la corrupción".
Varios analistas advierten que los venezolanos comprendieron que más que a relevar un gobierno se les ha convocado este fin de año a escoger caminos para cambiar el régimen político, y dominan el debate electoral temas como el duelo entre democracia y dictadura o el establecimiento de un nuevo poder constituyente.
Entre las interpretaciones de los resultados de las elecciones regionales y parlamentarias efectuadas el 8 de este mes está la de que AD y Copei, varias veces dueños de más de 80 por ciento del electorado, sólo lograron en conjunto un tercio de los votos.
Junto a esa señal electoral, precedida de copiosas votaciones contra el bipartidismo tradicional en los comicios generales de 1993, los historiadores ubican el "Caracazo" de 1989 -una semana de desórdenes y saqueos- y la crisis política de 1992-1993, jalonada por dos cruentas sublevaciones militares.
El teórico de los "ciclos históricos" consultado por IPS destacó que así ha sido la historia de Venezuela desde la larga Guerra de Independencia contra España (1810-1823). "Cada 50 años, más o menos, insurgen los de afuera o los de abajo".
Como en otros países de América "los terratenientes blancos buscaron separarse de la Corona para acumular ellos el poder, pero esa estructura de dominación se quebró con la insurgencia de las clases bajas, cuyos combatientes siguieron por años a caudillos populares que lucharon en nombre del rey", añadió.
El resultado "fue una verdadera guerra civil, con un baño de sangre sin términos de comparación con otras luchas de independencia". Los historiadores recogen que sólo entre 1812 y 1814 la guerra mató en Venezuela a 80.000 personas, el 10 por ciento de toda la población venezolana de la época.
La Independencia consolidó la "oligarquía conservadora", hasta que, con los defensores del federalismo a la cabeza "se produjo otro baño de sangre", la Guerra Federal (1858-1863), que entregó el usufructo del poder a la "oligarquía liberal".
En 1899, los campesinos de los Andes del sudoeste "lanzaron una invasión al centro, para integrarse al país, y comenzó la larga dictadura de los andinos (1899-1945)", cuyo epítome fue Juan Vicente Gómez (1908-1935), inspiración de la novela "El otoño del patriarca", de Gabriel García Márquez.
En 1945, AD, dirigida por el fallecido ex presidente Rómulo Betancourt, y oficiales jóvenes dieron un golpe de Estado "con el que emergieron las clases medias de la sociedad, los empresarios urbanos y los trabajadores sindicalizados", y organizaron un modelo de democracia que está tocando a su fin.
"Dos nuevos actores, que continúan gravitando, surgieron de ese golpe de 1945", ha dicho el historiador Manuel Caballero. "Uno fueron los militares (que gobernaron tras un golpe de Estado entre 1948 y 1958) y el otro los partidos políticos de masas".
Caída la dictadura, los partidos "organizaron un modelo de democracia que funcionó mientras tuvieron programas, arraigo popular y renta petrolera, pero ese esquema se agotó mientras la población que demanda servicios se ha cuadruplicado".
José Vicente Rangel, candidato presidencial de partidos de izquierda en los años 70 y actual asesor de Chávez, opinó que "los partidos actuaron como fuerzas de ocupación de la sociedad y ahora ésta se revuelve contra ellos, independizándose".
Según el teórico de los ciclos, "si gana Chávez avanzará con los cambios en constante lucha contra la resistencia que oponga la costra de los partidos, y si gana Salas deberá tomar muchas de las banderas de Chávez, o lo arrastrará la ola de los cambios". (FIN/IPS/jz/ag/ip/98