Superada la guerra fría, Rusia reduce drásticamente su ejército, y varios oficiales a punto de retirarse del servicio activo toman cursos de capacitación para nuevas carreras.
Pero los analistas dudan de que esos militares puedan adaptarse a la vida civil, considerando la inestabilidad económica y el enorme incremento del desempleo.
"Un total de 23.000 oficiales retirados asistió en los últimos cinco años a cursos de recapacitación profesional, aunque muchos de ellos no han logrado conseguir empleo", advirtió Vicktor Ivanov, director del departamento de recapacitación del Ministerio de Defensa.
El ejército, afectado desde hace mucho tiempo por el desánimo, la corrupción y la caída de su capacidad de fuego, fue dejado de lado en la turbulenta transición de Rusia al libre mercado.
"Algunos militares no reciben su paga durante meses, debido a la crónica escasez de recursos presupuestales, y se ven obligados a vivir en tiendas de campaña o en vagones de ferrocarril", señaló Ivanov.
"Quinientos oficiales de las Fuerzas Armadas se suicidaron el año pasado, en la mayoría de los casos debido a su desesperada situación económica", agregó.
Los mandos de las Fuerzas Armadas también están preocupados por el creciente número de jóvenes oficiales que pasan a retiro. Más de un tercio de los 20.000 militares que renunciaron este año tenían menos de 30 años.
El primer ministro Yevgeny Primakov aseguró que el pago de salarios es la prioridad del gobierno en el combate a la grave crisis económica.
El Kremlin afirma que la reforma de las Fuerzas Armadas es elemento importante en su proyecto general de construir una economía de mercado eficiente, y admite que la prevista desmovilización de la mitad de los efectivos del ejército sólo trasladará el problema a otra parte.
No obstante, el gobierno decidió reducir el personal militar de 1,7 a 1,2 millones de personas para fines de este año. Los efectivos que permanecerán en filas representan la mitad del poderío del máquina bélica de la Unión Soviética durante la guerra fría.
También se procede a la reorganización de la estructura militar, y varias armas se fusionan. Los problemas planteados representan una oportunidad, según creen algunos funcionarios.
El ministro de Defensa, Igor Sergeyev, afirmó que la ausencia de amenazas externas a la seguridad tras el fin de la guerra fría ha dado al país la posibilidad de reestructurar y modernizar sus fuerzas.
Pero la principal preocupación del gobierno en el momento es proporcionar empleo a los oficiales que abandonan el ejército. Además de los programas de recapacitación del Ministerio de Defensa, existe el programa de la administración federal.
Por ejemplo, 32 oficiales completaron un curso de 10 meses en Kaliningrado, el puerto de la flota del Báltico. El curso, financiado por el gobierno y dirigido a oficiales de la Armada, fue dictado por profesores locales y especialistas en administración de Alemania.
El centro regional de Kaliningrado proyecta entrenar a 2.500 personas para empleos urbanos y a 400 para el trabajo en granjas.
Esto incluye a las esposas de los oficiales, a quienes se estimulará para que se dediquen al comercio o administren granjas con sus esposos, puntualizó el vicedirector del programa, Vitaly Maklakov.
Pero sólo 4.348 militares retirados pasaron de momento por el programa de la administración federal. Una gota en el océano, ya que se prevé la participación de 400.000 hombres y mujeres que, además, se enfrentarán al problema de conseguir empleo.
"Ofrecer capacitación sin proporcionar empleo es desperdiciar el dinero. La caída a pique de la producción industrial y de casi todos los indicadores económicos hace casi imposible la reubicación laboral de los oficiales retirados", advirtió Ivanov.
Algunos egresados de los cursos de recapacitación encuentran rápidamente empleo, pese a la crisis, aunque se trata por lo general de ocupaciones inestables.
Vladimir, un comandante retirado de 42 años, dudaba el año pasado de completar su curso de recapacitación. "Encontré empleo como vendedor en una compañía que ensambla y vende computadoras, y entendí que no necesitaba continuar con un curso que consumía mi tiempo", explicó a IPS.
"Pero ahora creo que me equivoqué", puntualizó Vladimir, a la vista de los problemas económicos de la empresa en que trabaja.
La crisis económica hace cada vez más difícil la adaptación de los militares retirados a la vida civil, observó Anatoly Kupchin, presidente de la Asociación de Agencias de Reclutamiento de Personal.
El desempleo creció a niveles alarmantes desde que la crisis se agravó a mediados de agosto, y a fines de septiembre había 1,9 millones de personas registradas en el Ministerio de Trabajo como desocupadas.
Ivanov también señaló que algunos militares en retiro se han unido al crimen organizado, convertido en la principal fuente de demanda de sus servicios.
"Se suceden los asesinatos por encargo, pero la policía no atrapa a los sicarios. Eso se debe a que muchos de los asesinos son ex soldados, que recibieron entrenamiento profesional en las Fuerzas Armadas", afirmó.
Hubo más de 500 asesinatos por encargo el año pasado, y sólo una mínima parte de los casos fueron resueltos. Los blancos principales fueron empresarios, pero varios funcionarios de gobierno también se contaron entre las víctimas.
Todo hace suponer que el hampa libra una batalla por todos los medios por el control de lucrativas propiedades del Estado que pronto será privatizadas.
El gobierno aprobó en enero un programa especial de créditos para vivienda orientado a los oficiales de las Fuerzas Armadas. Se trata de un plan a cinco años, que beneficiará a 160.000 militares ya retirados y a 50.000 que saldrán de filas en virtud del proyectado recorte de personal.
Ochenta por ciento del costo de la vivienda será cubierto con bonos del gobierno, según el programa.
Pero, ya desde el principio, los créditos ofrecidos no alcanzaron más que para pagar apartamentos de mala calidad, y el desplome del rublo, de seis a 16 unidades por dólar, destruyó prácticamente el valor de los bonos de compra. (FIN/IPS/tra- en/sb/an/mv-ff/ip/98
