El cierre de un diario independiente y la detención de sus periodistas pusieron de relieve esta semana la represión de los medios en la República Democrática de Congo (RDC, ex Zaire), azotada por una guerra civil que ya lleva tres meses.
Las oficinas del periódico Le Soft fueron cerradas tras la irrupción el jueves en su sala de redacción de la Policía de Intervención Rápida, que detuvo a tres periodistas y se llevó computadoras, impresoras, escáneres e incluso los archivos periodísticos.
Los tres periodistas, entre ellos una joven que realizaba una pasantía en el diario, permanecen detenidos en una oficina militar que investiga delitos de traición.
"No sé de qué se nos culpa; nadie nos lo dijo. Somos periodistas y estamos dispuestos a admitir nuestros errores si es que los cometimos", dijo a IPS Michel Mukebayi, director de la publicación.
La acción contra Le Soft fue "totalmente arbitraria" y "demuestra que en este país no existen las leyes", agregó.
"Si cometimos actos censurables, los perjudicados pueden demandarnos. En ese caso, las autoridades correspondientes deberían convocarnos y nosotros tendríamos derecho a defendernos", dijo Mukebayi.
El gobierno liderado por Laurent Kabila se indignó ante un artículo titulado "El apocalipsis está en los umbrales de Congo", publicado en la edición del martes de Le Soft.
El artículo analizaba declaraciones de la subsecretaria de Estado de Estados Unidos para Asuntos Africanos, Susan Rice (quien visitó Kinshasa la semana pasada), y sugería que Kabila no tiene otra opción que negociar o renunciar. También se refería a las dificultades del presidente para combatir a los rebeldes.
La rebelión comenzó el 2 de agosto, después que Kabila expulsó del país a las tropas ruandesas tutsis que lo ayudaron a llegar al poder en mayo de 1997.
Los tutsis del ejército congoleño se amotinaron entonces contra Kabila y tomaron gran parte del país hasta que llegaron refuerzos desde Zimbabwe, Angola, Namibia y Chad en ayuda de Kinshasa.
La insurgente Asamblea por la Democracia en Congo, que incluye varios grupos contrarios a Kabila, estaría apoyada por Ruanda y Uganda.
El gobierno ya había acusado a Le Soft de apoyar a los rebeldes, aunque el periódico criticó tanto a Kinshasa como a la insurgencia. La acusación se basa en que el fundador del medio de prensa, Kin Kiey Mulumba, era asesor de comunicaciones de los insurgentes.
Kin Kiey fue ministro de Información durante el régimen de Mobutu y se exilió en Bélgica cuando Kabila derrocó al dictador.
Sin embargo, los empleados de Le Soft en Kinshasa aseguran que son independientes de Kin Kiey y de toda fuente de poder político, ideológico, financiero o cultural.
Le Soft, fundado en 1991, es uno de los pocos periódicos de este país que no recibieron parte de la ayuda de un millón de dólares que la presidencia destinó a la prensa.
"Es cierto que Kin Kiey fundó Le Soft; fue su elección. Hicimos grandes sacrificios para que el periódico sobreviviera. Justo cuando parecía que logramos el éxito, nos acusan de complicidad con los rebeldes. Quienes nos acusan deben presentar pruebas basadas en lo que hemos escrito", expresó Mubekayi.
Kin Kiey fundó una nueva publicación en Bruselas, Le Soft International, y el periódico de Kinshasa, abandonado a su suerte, sólo se mantuvo gracias a la tenacidad de sus editores, que despidieron parte del personal y redujeron la circulación de 3.000 a 1.000 ejemplares por edición.
No sólo el gobierno atacó a Le Soft, sino también periódicos progubernamentales como L'Avenir, que exigió su prohibición.
"En muchas ocasiones, periódicos -en otras palabras, colegas- no siempre bienintencionados, nos trataron de una manera incorrecta", manifestó un editorial de Le Soft.
"Tenemos el valor de expresar nuestra opinión. Si causamos inconvenientes a algunas personas en el ambiente profesional, esa es la regla de toda sociedad liberal y democrática", agregaba el editorial.
Defensores de la libertad de prensa condenaron la acción del gobierno contra Le Soft.
Modeste Mutinga, presidente del grupo no gubernamental Medios por la Paz, sostuvo que la detención de los periodistas es ilegal y viola una ley aprobada el 22 de junio de 1995 que estipula que sólo un tribunal puede ordenar el arresto de periodistas y la confiscación de propiedades de un medio de prensa.
Hasta el momento hay cinco periodistas en las cárceles de este país. Bosange Yema, director del periódico L'Alarme, fue detenido en febrero y condenado a un año de prisión por publicar una declaración de un partido opositor.
Así mismo, Gustave Kalenga, director de La Flamme du Congo, y su editor responsable fueron detenidos el día 3 por publicar una crítica al director del gabinete de Kabila. (FIN/IPS/tra-en/bm/nrn/kb/ml-aq/cr-hd/98