En Perú existe miedo a aceptar el mestizaje, lo cual determina comportamientos discriminatorios hacia los sectores mayoritarios de la población, hacia todos aquellos que no son "blancos", se afirmó durante una mesa redonda realizada en esta capital.
La reunión, organizada por el Taller de Fotografía Social (TAFOS), puso en el centro del debate el racismo y la discriminación social, un fenómeno del que no se habla pero que cada vez es más evidente en Perú.
Sólo en la Amazonia peruana coexisten 65 grupos étnicos con sus propias lenguas, derivadas de 12 familias lingüísticas, y en la zona andina se encuentran numerosos grupos étnicos agrupados bajo lenguas comunes: quechua, aymara y jakaru.
A ellos se suman las oleadas migratorias provenientes de diversos lugares del mundo, desde Africa y Europa en los siglos pasados hasta la actual, de asiáticos, especialmente chinos, japoneses y sudcoreanos.
Ello ha dado lugar a un país de múltiples rostros y condicionado diversas identidades y comportamientos culturales.
"Lima es una de las ciudades de América Latina donde más diversidad de caras se ve por las calles y los papás de esas caras en algún momento se mezclaron", señaló Guillermo Nugent, escritor y profesor universitario.
Eso significa que "los prejuicios étnicos no tienen fuerza de prohibición sexual", sino que es la pobreza la que genera discriminación social y racismo, afirmó.
"Ser pobre es una de las cosas más tristes que hay. La pobreza 'cholea'. Uno primero es pobre y eso te hace cholo (indio, indígena)", puntualizó.
Los pobladores de origen andino siguen siendo los grandes discriminados, según los especialistas e intelectuales que participaron en la cita.
"Todo lo que se asemeje a lo indígena en términos de rasgos físicos, costumbres y lugares geográficos es visto como de menor categoría y todo lo que se acerque a lo blanco, a lo occidental, es visto como superior", dijo el sociólogo Gonzalo Portocarrero, de la Universidad Católica.
Ello determina un tipo de comportamiento, estimulado por la publicidad y los medios de comunicación, que se traduce en actos discriminatorios, como impedir el ingreso a ciertos locales por la apariencia física.
Portocarrero aseguró que la violencia de la organización guerrillera Sendero Luminoso tiene mucho que ver con el racismo.
"Detrás de su lenguaje pulcramente político hay una apelación al resentimiento étnico asociado a un sentimiento de postergación y esto explica por qué la mayoría de senderistas provenían de las zonas andinas. Sentían que históricamente no habían sido valorados y por eso reaccionaban así, con violencia, con odio", afirmó.
El temor a ser catalogados como "cholo" lleva a muchas personas, especialmente mujeres, a una compulsión por "blanquearse", para lo cual apelan a todo tipo d recursos. "Para que nuestra imagen mestiza sea aceptada debemos borrarla del espejo", precisó la escritora Carmen Ollé.
En cuanto a los varones, es común que asuman actitudes rascistas contra los de su propia raza.
Durante la mesa redonda se puso como ejemplo a los "guachimanes" (vigilantes), modismo derivado de la voz inglesa watchman, que fueron comparados con los antiguos capataces de las haciendas, que asumían un comportamiento más duro contra los campesinos que el mismo gamonal.
"El guachimán es una víctima del desempleo antes que un verdugo, en quien se delega la función de reprimir, de prohibir la entrada a locales de esparcimiento a todo aquel que sea su reflejo, tan mestizo y cholo como él", dijo Ollé.
En ese sentido, recordó que en octubre el Poder Judicial falló a favor de cuatro discotecas que habían sido clausuradas por el Instituto Peruano de Defensa de los Derechos del Consumidor (Indecopi), porque sus vigilantes impidieron el ingreso de ciudadanos negros e indios, aduciendo "órdenes".
La polémica decisión del Poder Judicial dio la razón a los discriminadores aduciendo que los "ciudadanos que habían sido impedidos de ingresar a los locales no eran representativos de toda la sociedad peruana, lo que no configura discriminación".
Para los participantes en la mesa redonda, la notificación judicial implica que en adelante a cualquier ciudadano peruano se le puede prohibir el ingreso a un local público atendiendo al color de su piel.
El filósofo Fidel Tubino, de la Universidad Católica, advirtió que la respuesta a los brotes de segregación y el racismo en Perú no están en el rescate de valores autóctonos o la reivindicación de lo folcklórico, como propugnan algunos, sino en el aprecio y respeto de las diferencias culturales.
Pero aclaró que se trata de "un respeto condicionado a lo que impulsa y promueve la convivencia armónica en condiciones de equidad. El énfasis no está puesto en rescatar o salvar las culturas andinas sino en impulsarlas". (FIN/IPS/zp/ag/hd-cr/98