DESARROLLO: El riesgo social de la globalización

Los riesgos sociales de la globalización fue el tema central de un seminario de funcionarios, activistas e intelectuales de todo el mundo que concluyó hoy en la capital de Dinamarca para aportar ideas a la ONU en materia de desarrollo.

El grupo se reúne anualmente en Copenhague desde la Cumbre de Desarrollo Social de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), realizada allí mismo en marzo de 1995, con el fin de presentar ideas ante la reunión de seguimiento de esa cumbre en Ginebra en el 2000.

En la conferencia de 1995, los países se comprometieron a promover el desarrollo social mediante la erradicación de la pobreza, la creación de empleos y la integración social.

Pero desde entonces la situación de los pobres en el mundo empeoró, especialmente la de más de 1.000 millones de personas que viven con menos de un dólar por día. Además, los más afectados por la actual crisis financiera internacional son los más pobres.

Los participantes de la última reunión en Copenhague coincidieron en que la globalización económica hace necesaria una comunidad mundial.

También estuvieron de acuerdo en que el estado tiene un papel importante en la formación de tal comunidad, pues la globalización por sí sola no la creará.

"Esta es una nueva oportunidad para mejorar el discurso sobre política económica global", dijo el economista estadounidense Richard Falk, para quien la actual crisis internacional puede revivir "una forma keynesiana de pensar", con un énfasis en el papel del estado.

En el futuro "habrá un nuevo equilibrio entre el capitalismo y la sociedad, ante la ausencia de un movimiento sindical organizado debido a la erosión de la sociedad industrial y al creciente poderío de las fuerzas del mercado", pronosticó Falk.

Esto llevará a que "se vuelva a fortalecer el papel del estado" y a que exista "un nuevo contrato social", sostuvo.

"Sabemos tan poco que no se justifica ser optimista o pesimista acerca del futuro. La incertidumbre reinante es extrema", comentó el economista a IPS.

El ministro de Cooperación para el Desarrollo de Dinamarca, Poul Nielson, instó a los gobiernos a considerar la redistribución de la riqueza, sin la cual no se alcanzarán los objetivos de la Cumbre Social de la ONU, dijo.

Los participantes procedieron de 17 países tan diversos como Argentina, Burkina Faso, Estados Unidos, Egipto, Malasia, Malawi, Rusia y Suecia.

Algunos de ellos criticaron el liderazgo de Estados Unidos en el proceso de globalización y las reformas impulsadas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Otros los elogiaron.

"El capitalismo triunfó, no hay dudas al respecto. Hay una crisis del capitalismo, pero no es su fin", dijo Pierre Uhel, del Banco Asiático de Desarrollo, citando como ejemplo el progreso de China a pesar de los problemas ambientales y la desigualdad social.

"Nuestra respuesta debería ser regular los mercados a nivel internacional", afirmó.

Opuesta a la visión de Uhel, Faith Innerarity, del Ministerio de Trabajo de Jamaica, dijo que su país y otras naciones pequeñas productoras de banano sufrieron a causa de un fallo de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

LA OMC respaldó un recurso presentado por Ecuador, Guatemala, Honduras, México y Panamá, junto con Estados Unidos, contra las preferencias otorgadas por la Unión Europea a sus antiguas colonias en Asia, el Caribe y el Pacífico, a las que consideran discriminatorias.

"Washington no interpuso ese recurso ante la OMC porque le preocupen los pobres plantadores de banano en los países latinoamericanos sino porque quería favorecer a enormes corporaciones multinacionales como United Fruit", dijo Innerarity.

La globalización ocupó el centro del debate de intelectuales y funcionarios reunidos en Copenhague.

"La globalización como tendencia existe desde el siglo XIX, pero como proyecto político de capitalismo global sólo tiene 20 años", dijo Jacques Baudot, secretario de los seminarios de Copenhague.

Bob Deacon, de la Universidad de Sheffield, en Gran Bretaña, advirtió que la globalización puede fracasar a menos que tenga una dimensión social, a la manera de los sistemas integrados de bienestar en los países escandinavos. (FIN/IPS/tra-en/dds/di mj/dv/98

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