La búsqueda de mejores ingresos lleva a muchos jóvenes en Cuba a abandonar las profesiones para las que se formaron, optando por empleos incluso por debajo de sus capacidades.
En un escenario marcado por la crisis económica iniciada hace ocho años, resulta habitual encontrar universitarios al frente de un pequeño restaurante privado, vendiendo artesanías en una feria o trabajando como taxista.
La decisión encierra una gran dosis de pragmatismo en un país donde el salario medio de 200 pesos (igual a dólares al cambio oficial y a 21 unidades por dólar en las casas de cambio) resulta insuficiente ante el alto precio de los alimentos. Medio kilogramo de carne de cerdo cuesta unos 25 pesos.
"Cierto que tengo atención médica gratuita para mis padres, pero todo lo demás sale del ingreso familiar. Por más que saco cuentas, mi sueldo y la jubilación del viejo no nos alcanza", se queja una joven maestra que, no obstante, asegura que "por nada del mundo" abandonaría su profesión.
"En las carreras pedagógicas hay trabajo para todos los egresados, aunque cada año hay entre 100 y 150 graduados que no se vinculan a la profesión", dice Otto Rivero, primer secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas, en entrevista con el semanario Trabajadores, órgano de la Central de Trabajadores de Cuba.
Rivero asegura que más de 90 por ciento de los graduados en estos años "de período especial", iniciado en 1990, recibieron junto con su título su boleta de empleo.
"Sin embargo, después de cumplido el servicio social se producen los mayores éxodos hacia empleos mejor remunerados, hacia el turismo y las ramas económicas que mayor desarrollo han tenido, hasta el trabajo por cuenta propia", añade.
La mayoría de los profesionales recién graduados están obligados por ley a prestar dos años de servicio social, en el lugar que determine el Ministerio del Trabajo en coordinación con la Universidad. Cumplido este compromiso, tiene la opción de quedarse en esa plaza o buscar otra.
En Cuba la educación es gratuita, igual que los servicios de salud.
Rivero señala que otro "gran problema" está en los "jóvenes desvinculados del trabajo", que constituyen el 35 por ciento de los desempleados a escala nacional, que eran 6,9 por ciento en 1997, según fuentes oficiales.
"El salario que me pagaba el Estado era muy bajo, así que renuncié", dice la economista René Díaz López, de 26 años, cuya máxima aspiración es trabajar en una empresa mixta, en asociación con capital extranjero, donde "las condiciones son mejores".
El turismo figura entre los sectores más apetecidos por los jóvenes, aún cuando la oferta supera en mucho la demanda.
Un reportaje sobre el tema publicado por el semanario Juventud Rebelde, órgano de la Unión de Jóvenes Comunistas, señala que de 4.000 aspirantes a ingresar este año a escuelas de hotelería y turismo en La Habana, sólo 600 lograron su objetivo.
Formatur, entidad a cargo de la formación de profesionales para el turismo, cuenta con 18 escuelas en todo el país, seis de ellas en la capital.
Sus egresados deben pasar por un proceso de selección en la agencia de empleo, encargada de enviar al candidato a los hoteles, a los que se les prohibe contratar personal de manera directa, según ejecutivos del sector.
"No puedo afirmar que eso no suceda absolutamente, pero sí que es indebido. Nuestra agencia realiza periódicamente inspecciones en los centros, para velar que se cumpla este requisito", dice Lázaro González, especialista de la agencia empleadora en La Habana.
"Con el 'boom' del turismo a inicios de esta década, algunos descubrieron pasadizos secretos para entrar a los hoteles y otras instalaciones", dice Juventud Rebelde. "Estas historias, aunque los funcionarios aseguran que es hoy agua pasada, dejan su huella en la mentalidad de algunos".
Sin embargo, el propio periódico apunta que en las escuelas de hotelería y turismo habaneras hubo consenso entre estudiantes y profesores en cuanto a que el último proceso de selección fue "justo y transparente", además de "riguroso y exigente".
Encuestas realizadas entre jóvenes aspirantes a una vacante en las escuelas para el sector turístico señalan como determinantes el factor económico y la situación actual del país.
"Los tests sicométricos que aplicamos todos los cursos arrojan que la mayoría de los estudiantes entran en la escuela en busca de mejorías individuales, por encima de los intereses profesionales", señala Gladys González, directora de la escuela del Hotel Comodoro de La Habana.
Algunos territorios adoptaron medidas para protegerse del éxodo hacia el turismo.
En Santa Cruz del Norte, 72 kilómetros al este de La Habana, se decidió no admitir en los tres hoteles que se encuentran actualmente en construcción a personal procedente de educación, salud pública o la fábrica de ron.
De los 75.000 trabajadores del turismo, la rama de mayor y más rápido crecimiento de la economía cubana, 30.000 son jóvenes, 75 por ciento de los cuales son miembros de la Unión de Jóvenes Comunistas.
De ahí que tanto el tema del empleo en general como el de la juventud que trabaja en el turismo se perfilan entre los asuntos sensibles de su VII congreso, en diciembre próximo.
"Debemos tratar, mediante la reflexión y el debate, que las aspiraciones individuales del joven coincidan con las aspiraciones de la sociedad", dice Rivero. (FIN/IPS/pg/ag/if/98