El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, utilizó la estrategia de la zanahoria y el palo con su par de Corea del Sur, Kim Dae Jung, en la reunión cumbre que celebraron el fin de semana en la capital sudcoreana.
La zanahoria estuvo dada por el apoyo que brindó Washington a la política de acercamiento que Kim adoptó hacia Corea del Norte y que fue criticada en este país.
El palo se presentó cuando Clinton exigió a Seúl que compre más productos estadounidenses, empleando la misma presión que utilizó en Japón para obligar a Tokio a abrir sus mercados a los artículos de Estados Unidos.
En Seúl, Clinton se hizo eco del pedido de los empresarios de Estados Unidos para que este país exporte menos semiconductores e importe más carne estadounidense.
La exigencia comercial tiene lugar en un momento en que economías del sudeste asiático como la sudcoreana intentan exportar más para recuperar el crecimiento, lo que incrementa su superávit comercial con Estados Unidos.
No obstante, la cumbre del sábado logró al menos reunir a Washington y Seúl en torno a su política hacia Corea del Norte.
"Corea del Norte tiene una gran oportunidad histórica con el liderazgo del presidente Kim Dae Jung y la posición que él representa", dijo Clinton en conferencia de prensa el sábado.
La unidad de las voces de Washington y Seúl con respecto al Norte era lo que se necesitaba para que ambos países dieran por tierra la interpretación sobre una supuesta "brecha en la política" de sus gobiernos.
Esa interpretación surge de la creciente presión que Washington ejerce sobre el Norte para que Pyongyang permita la inspección de supuestos sitios de actividad nuclear, mientras Seúl aplica una política de acercamiento.
Clinton se puso más severo que nunca contra Corea del Norte, y advirtió que podría anular el acuerdo nuclear de 1994 que vincula a Washington y Pyongyang a menos que el Norte permita la inspección de un sitio subterráneo en Kumchangni, 40 kilómetros al noroeste de Youngbyon, el principal complejo nuclear del país.
Mientras, Seúl intenta mantener intacta su política de acercamiento hacia el Norte.
Esta situación provocó una curiosa inversión de papeles, lo que contrasta con la actitud de línea dura que adoptó hacia Pyongyang el anterior presidente sudcoreano, Kim Young Sam. Entonces, Washington aplicó una política de acercamiento hacia el Norte que irritó a Seúl.
Pero la conducta del Norte ha sido más o menos coherente en todo este tiempo. El día de la cumbre entre Clinton y Kim, Pyongyang envió simultáneamente, como es habitual, señales opuestas de intenciones pacíficas y agresivas.
El jueves, Corea del Norte recibió a 780 turistas del Sur en la montaña Kumgang. La mayoría de los visitantes pisaron territorio norteño por primera vez desde que huyeron al sur durante la guerra de Corea (1950-1953).
Pero el mismo día se divisó en el mar próximo a Seúl un barco del Norte en supuesta misión de espionaje.
Así mismo, un enviado de Estados Unidos visitó Corea del Norte e informó a la vuelta que Washington tenía pruebas contundentes de que Pyongyang estaba construyendo instalaciones nucleares subterráneas.
En el pasado, estos acontecimientos habrían bastado para que Seúl abortara todo intento de pacificación con el Norte, pero Kim Dae Jung se mantiene en su curso de acercamiento.
"La pacificación con Corea del Norte es la mejor opción posible que podemos elegir en el momento", dijo Kim. Clinton también calificó de cambio positivo de parte de Pyongyang la recepción otorgada a los visitantes sudcoreanos.
Pero mientras los dos gobernantes estuvieron de acuerdo en ese punto, la nota discordante tuvo lugar cuando Clinton se refirió al desequilibrio comercial entre Corea del Sur y Estados Unidos, favorable a Seúl.
Para Washington, la exportación sudcoreana de semiconductores y acero aumentó drásticamente debido a precios demasiado bajos. El gobierno estadounidense también sostiene que Corea del Sur importa poca carne y productos farmacéuticos de Estados Unidos debido a los complicados trámites de importación que constituyen barreras al comercio.
Washington presionó en un momento en que Seúl padece probablemente su momento de mayor debilidad y mientras funcionarios sudcoreanos pretendían que el encuentro entre Clinton y Kim generara un incremento de la ayuda estadounidense en una época de crisis económica. (FIN/IPS/tra-en/amy/js/aq/ip-if/98