Los presidentes de Brasil y Venezuela harán balance el lunes de un próspero cuatrienio en las relaciones bilaterales, al inagurar el último tramo pavimentado de una carretera que permitirá unir Manaos con Caracas.
La reunión entre el brasileño Fernando Henrique Cardoso y el venezolano Rafael Caldera se realizará en la fronteriza población venezolana de Santa Elena de Uairén, al sudeste de Caracas.
El canciller Miguel Angel Burelli aseguró que la culminación de la carretera BR-174 entre Boa Vista, capital del estado brasileño de Roraima, y Santa Elena, en el extremo sur del venezolano estado de Bolivar, va a impulsar la integración y desarrollo de esas selváticas áreas de la cuenca amázonica.
La reunión de cuatro horas inagurará formalmente ese corredor vial, pero también supondrá el cierre virtual de la diplomacia de Caldera, ya que entregará el poder en febrero, tras las elecciones presidenciales del 6 de diciembre.
"En Santa Elena de Uairén se consolidará lo hecho", dijo Burelli, y añadió que también se terminará de solucionar el problema de las asimetrías aduanales entre los dos países, para eliminar las trabas a la multiplicación proyectada para el ya activo comercio bilateral.
Burelli dijo a corresponsales extranjeros que desde que Caldera asumió la Presidencia, en 1994, se trazó como uno de sus objetivos centrales crear una nueva base para las relaciones con el gran vecino del sur, en la que colaboró activamente Cardoso, cuando llegó al poder un año después.
La nueva estrategía de acercamiento se mantuvo en tres planos. El primero fue el de promover una integración entre el Mercado Común del Sur (Mercosur), del que forma parte Brasil, y la Comunidad Andina, en la que participa Venezuela.
Burelli dijo que aún confía en que pueda alcanzarse un acuerdo de liberalización parcial entre el Mercosur y los países andinos antes de finalizar enero, tras tres años de negociaciones, pero su par brasileño, Luis Lampreia, comentó esta misma semana que la apertura comercial entre los dos bloques es muy difícil.
El segundo plano es el de intensificar las relaciones comerciales binacionales, que en la actualidad están en torno a los 1.350 millones de dólares anuales, con un saldo positivo para Caracas de 600 millones, y que se fundamentan en la recuperación de Brasil como mercado petrolero venezolano.
El tercero y el que será refrendado el lunes, es el de promover una integración intensiva entre el sudeste venezolano y el norte brasileño, en la selvática región amazónica, en la que se da una complementariedad natural entre dos áreas muy alejadas y desatendidas por sus respectivos gobiernos.
Burelli recordó que en el estado de Roraima y en el brasileño de Amazonas, cuya capital es Manaos, existe un mercado de 23 millones de personas, que es muy difícil de abastecer por los centros económicos del propio Brasil, por la distancia y la gran floresta que las separa.
Aseguró que entre los gobiernos de Caldera y Cardoso han operado 10 comisiones binacionales, que han abordado 80 temas específicos, entre los que están el uso por Venezuela de los sistemas satelitales brasileños de vigilancia de la Amazonia, un aspecto que hubiera despertado grandes reservas en otras épocas.
Durante el precedente encuentro bilateral Caldera-Cardoso, realizado en abril de 1997 mitad en Manaos y mitad en Boa Vista, los dos mandatarios inaguraron las labores de pavimentación que ahora culminan, y una reunnión de unos 60 empresarios de los dos sectores fronterizos.
Además, Caldera y Cardoso suscribieron un acuerdo para la interconexión eléctrica entre la represa venezolana del Guri, a unos 700 kilómetros al sur de Santa Elena, y Boa Vista. El tendido en construcción en Venezuela es duramente resistido por los indígenas del estado de Bolivar y ecologistas.
La BR-174 tiene una extensión de 971 kilómetros entre Manaos y la frontera venezolana, que se completan con los 1.400 kilómetros que separan a Santa Elena de Caracas. Esa población está unida al resto del país por una carretera que atraviesa la Gran Sabana de míticos tepuyes, donde la literatura ubicó el mundo perdido.
La carretera fue construida con el apoyo financiero de la Corporación Andina de Fomento, con 86 millones de dólares, y fue posible después de pactar las autoridades brasileñas con la etnia waimiri, cuya reserva atraviesan.
Los waimirí demandaron un plan de control ambiental que costó más de cuatro millones de dólares y la carretera sólo está abierta por su reserva en horas diurnas, mientras que los transeúntes tienen prohibido caminar por la reserva.
Para Burelli, el corredor vial va a promover un gran flujo turístico de brasileños hacia las costas del oriente caribeño venezolano, incluida la isla de Margarita, al mismo tiempo que va a generar nuevos asentamientos humanos en el área fronteriza.
Esto es visto con preocupación por los indígenas y organizaciones ambientalistas de uno y otro lado de la frontera, por la fragilidad del ecosistema de la cuenca amazónica y el macizo guayanés, y la contaminación de modelos de vida ajenos a la de los pueblos ancestrales que allí viven. (FIN/IPS/eg/ag/ip- en/98