Investigadores de la Fundación Osvaldo Cruz, de Brasil, desarrollaron una vacuna que podrá erradicar la esquistosomiasis, enfermedad parasitaria endémica en 74 países en desarrollo y que afecta a más de 200 millones de personas.
Miriam Tendler dedicó 20 años de su vida a la investigación de ese mal popularmente conocido como "barriga de agua", que se manifiesta con náuseas, diarrea, sensación de plenitud y otros transtornos digestivos.
La esquistosomiasis es una enfermedad de bajos niveles de mortalidad y solo tres por ciento de los casos adquiere formas más graves como cirrosis hepática y cáncer colorrectal, pero presenta secuelas frecuentes como desnutrición y bajo rendimiento intelectual y físico, especialmente entre niños.
"Solemos decir que es una enfermedad social, de la miseria, asociada a las malas condiciones de vida, porque se propaga en ambientes sin higiene. En lugares de saneamiento precario hay posibilidad de que el agua se mezcle con residuos fecales y es la que utiliza la población", explicó Tendler.
La esquistosomiasis, causada por un parásito llamado trematodo, se transmite por el contacto con agua dulce donde habitan moluscos a su vez infectados por heces u orina humana.
Las larvas penetran en la piel de la persona y se trasladan por el sistema sanguineo hasta el pulmón, luego emigran al hígado y después de completar su fase de madurez se instalan en las venas de la cavidad abdominal.
Según el doctor Armando Schubach, infectologista del hospital Evandro Chagas, también en Rio de Janeiro, la esquistosomiasis es curable en la mayoría de los pacientes a través de tratamientos vía oral con medicamentos de poca toxidad.
Por ese motivo, el concepto de vacunas para enfermedades parasitarias como ésta es, de cierta manera, novedoso.
"El problema es que siempre existe la posibilidad de que sean reinfectados si continúan viviendo en áreas endémicas, donde las condiciones socioeconómicas son precarias y de esta manera no se ha conseguido interrumpir el ciclo de la transmisión", señaló Schubach.
Las razones para la falta de solución no son científicas, sostuvo Tendler. "Una vacuna contra la esquistosomiasis o el mal de Chagas obviamente se insertaría en el contexto de un programa gubernamental y por lo tanto no es un mercado atrayente para las grandes multinacionales", argumentó.
Para cubrir ese vacío, la Organización Mundial de Salud (OMS) creó hace seis años un programa que dio prioridad al desarrollo de una vacuna contra la esquistosomiasis. Y luego eligió la molécula aislada por el equipo de la Fundación Osvaldo Cruz como una de las cuatro con mayor posibilidad de éxito.
"En los últimos ocho años tuvimos un gran avance. Llegamos a la fase molecular de la investigación en la cual conseguimos clonar un antígeno que fue totalmente secuenciado, el SM 14, que es una proteína y fue aislado por primera vez", explicó Tendler.
Actualmente la vacuna se encuentra en la fase experimental con animales de laboratorio, con resultados alentadores. Los índices de protección alcanzan 65 por ciento y este año, con apoyo de la OMS, comenzarán los primeros ensayos en seres humanos.
"Estamos en una posición de competitividad con otros trabajos similares internacionales y esto es muy importante para nosotros, porque es la primera vez que un país como Brasil no solo tiene la enfermedad sino que también desarrolla la tecnología para enfrentarla", dijo la mdica.
La tecnología, descubierta circunstancialmente por los investigadores, puede ser aplicada también en el campo veterinario.
Estudios recientes comprobaron que el SM 14 ofrece protección contra una enfermedad llamada fasciolose hepática, que ataca el ganado y que en todo el mundo causa pérdidas anuales de 3.000 millones de dólares.
"Es una situación científicamente bonita, porque tenemos la misma base molecular para una vacuna humana, de importancia social para países como Brasil, y de importancia económica para países industrializados, a partir del uso veterinario", destacó la experta en enfermedades parasitarias.
Las ganancias obtenidas con la vacuna veterinaria, ya solicitada por un fabricante de Nueva Zelandia, serán utilizadas para financiar los ensayos clínicos contra la esquistosomiasis y nuevas investigaciones en la Fundación Osvaldo Cruz. (FIN/IPS/ff/mj/he/98