PETROLEO: Venezuela reedita sus 'casas muertas'

El oriente de Venezuela bullía hace apenas dos años de nuevas inversiones por la apertura de la exploración y explotación del petróleo a las transnacionales, dispuesta para expandir la frontera del nacionalizado sector.

Pero ahora, con el hundimiento de los precios del crudo, todo se trastocó, y a los comercios y los nuevos edificios vacíos se suma el creciente desempleo de los habitantes tradicionales de la región y de los que llegaron atraídos por la efímera bonanza.

La Cámara Petrolera, que agrupa a los contratistas de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), asegura que este año se han producido 6.900 despidos, sobre 40.000 trabajadores, casi todos de los estados orientales, donde se concentró la expansión petrolera ante el agotamiento de los yacimientos del occidente.

Los despidos son consecuencia directa de la paralización de la actividad de taladros, decidida para cumplir con la reducción de 525.000 barriles diarios a la que se comprometió Venezuela dentro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para intentar apuntalar los precios del crudo.

Los cálculos son que Venezuela percibirá este año 7.000 millones de "petrodólares" menos de los presupuestados.

El fin de las ilusiones del nuevo "boom" petrolero se evidencia en Maturín, ciudad de 400.000 habitantes a 512 kilómetros al este de Caracas, donde se han construido en un trienio seis centros comerciales del estilo "mall".

También se erigieron tres grandes hoteles y la cadena Hilton mantiene todavía el proyecto de construir otro, con una inversión de 28 millones de dólares.

Las autoridades regionales han recurrido a la literatura para tratar de explicar la situación y hablan de "casas muertas", en alusión al título de la novela de Miguel Otero Silva, que narra la desolación de la Venezuela rural y pobre de los años 40.

El gobernador de Monagas, el socialdemócrata Luis Martínez, señaló a IPS que sólo en el último mes hubo 1.200 despidos en la industria petrolera de su región, a los cuales se suman 3.500 personas cesantes del sector de la construcción, y una caída de la actividad comercial de 35 por ciento.

"Aquí se sobredimensionó el impacto que tendría la explotación petrolera. Ahora hay proyectos detenidos, que creemos que no deberían arrancar, porque ni que el petróleo llegue a 50 dólares por barril son viables", reflexionó Martínez.

Por ejemplo, se planeó la construcción de 17.000 viviendas de alto costo, cuando la demanda es sólo de 2.000.

La desproporción llevó a proyectar la apertura de tres campos de golf de 18 hoyos cada uno para los ejecutivos petroleros. "De ellos, uno está avanzando, otro camina a media marcha y el tercero está totalmente detenido", dijo Martínez.

Alirio Bolívar, de la gobernación de Monagas, acotó que "desde principios de año comenzaron a verse los signos de la recesión".

Pero, a su juicio, "esto ayuda a sincerar la economía, porque hubo una gran especulación, se dolarizaron los precios y los alquileres de vivienda son tres veces más caros que en Caracas".

En el vecino estado de Anzoátegui la situación es similar. La reducción de la explotación petrolera se tradujo hasta ahora en unos 3.000 cesantes, que se suman a una tasa de desempleo de 20 por ciento, según el diputado izquierdista Alexis Rosas, candidato a la gobernación regional en los comicios de noviembre.

De la ciudad de El Tigre, surgida en los años 40 al calor del petróleo, a 462 kilómetros al este de Caracas, llegó este mes a la capital un centenar de desempleados, para protestar a las puertas de la sede principal de PDVSA, la segunda empresa petrolera mundial.

Pero Rosas dijo a IPS que, pese a las conversaciones con los directivos petroleros, "no hay nada que hacer".

"La apertura petrolera no ha dado los beneficios que la gente imaginó. Hubo un apresuramiento artificial porque, en verdad, su auge estaba previsto para mediados de 1999", explicó.

La caída de la producción afectó mucho menos los precios en mercado mundial que las actividades del país, lo que provocó el inédito hecho de que empresarios, sindicatos y analistas se unan para pedir al gobierno de que rompa su compromiso con la OPEP y poner así otra vez todos los taladros en fncionamiento.

"En Anzoátegui, las consecuencias son en todos los niveles, desde la mujer que vende empanadas a las puertas del campo petrolero hasta el comerciante que creyó que aumentarían sus ventas y se encontró con que todo lo traen de afuera, que no le compran ni un clavo ni un martillo", dijo Rosas.

Rosas se lamenta de la apuesta por el petróleo, señalando que en su región se encuentra la reserva acuífera de la Mesa de Guanipa, una de las más importantes del país.

"Se podría haber desarrollado la agricultura, pero no se tomaron las previsiones y ahora nos toca estar pendientes y dependientes de algo tan lejano y poco influenciable por nosotros como el mercado real y del papel del petróleo", indicó.

Las ilusiones también se han roto para las propias transnacionales, que regresaron al país en 1996 mediante acuerdos de beneficios compartidos para explotar áreas inexploradas, 30 años después de la nacionalización.

Chevron tuvo que reducir temporalmente en 9.000 barriles diarios su producción, para cumplir con la nueva cuota de Venezuela, y Mobil tenía previsto inaugurar 2.000 estaciones de servicio este año y sólo ha abierto 600, de acuerdo con datos de sus ejecutivos.

También los empleados directos de PDVSA, unos 35.000 que el resto del país percibe como "los grandes privilegiados" laborales, sufren la recesión.

En julio, unos 10.000 trabajadores de la petroquímica Pequiven, filial de PDVSA, hicieron una huelga en petición de un aumento salarial de 5,5 dólares diarios, que concluyó con el primero y forzado arbitraje legal en el sector.

También se produjo el retiro anticipado de unos 150 altos empleados de PDVSA en lo que va de año. Un profesional de la petrolera estatal señaló a IPS que, aunque no se despide a nadie, se dan facilidades para la jubilación prematura, y que las vacantes no son llenadas.

"Hay rumores de que a fin de año recibiremos menos utilidades, y que las liquidaciones al final de nuestra relación serán cada vez menores", comentó.

En ese marco, Lidio Velásquez, secretario general de la Federación de Trabajadores Petroleros, que abarca tanto a los empleados de PDVSA como a los de sus contratistas, se felicita por haber evitado el despido de 10.000 obreros en el Zulia.

Zulia, el occidental estado donde se encuentra el lago de Maracaibo, es el símbolo de la industria petrolera venezolana, y Velásquez admitió que para retener a los 10.000 trabajadores "tuvimos que negociar un centenar de jubilaciones prematuras".

Los pronósticos del mercado petrolero mundial son que los precios y la demanda se mantendrán en bajo nivel hasta entrado el próximo siglo, aunque se recuperen parcialmente del desplome de 1998.

Y PDVSA anticipó que el plan de 66.000 millones de dólares que pensaba cumplir en 10 años se realizará ahora en 12 o 14 años, en el mejor de los casos.

Detrás de los avatares del mercado petrolero y de la apresurada y ambiciosa expansión de PDVSA, quedan las "casas muertas" de lo que resultó, al menos parcial y temporalmente, un espejismo de nueva tierra prometida en el este venezolano. (FIN/IPS/eg/ff/if lb/98

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