PANAMA: Gobierno implementa plan para reducir la pobreza

El gobierno de Panamá puso en marcha un millonario programa para reducir la pobreza que afecta a 38 por ciento de los 2,7 millones de habitantes, en medio de críticas y reclamos de mayor atención para los grupos marginados de este país.

El programa, denominado Nuevo Enfoque Estratégico Frente a la Pobreza (NEEFP), se propone invertir 1.100 millones de dólares entre 1998 y el 2003 en planes especiales en las áreas de educación, salud, pobreza rural y urbana y construcción de viviendas.

Estos fondos son adicionales a los alrededor de 820 millones de dólares al año que planea destinar el gobierno del presupuesto central para cubrir el área social en ese mismo periodo, lo cual representa nueve por ciento del actual producto interno bruto.

De los 1.100 millones establecidos en el NEEFP, 62,3 por ciento se destinará a programas para mitigar la pobreza rural, 13,5 por ciento a planes de compensación social, 12,5 por ciento a la educación y 6,5 por ciento a la salud.

El viceministro de Planificación y Política Económica, Renne Luciani, puntualizó que a pesar de que los índices de pobreza bajaron de 50 a 38 por ciento en los últimos cuatro años, en el área rural y algunas zonas urbanas aún existe un sector de la población que vive en condiciones críticas.

Una reciente encuesta realizada por el gobierno para determinar la calidad de vida de los panameños reveló que 76 por ciento de las 1.015.000 personas pobres están radicadas en el área rural.

Ese porcentaje equivale a 765.000 personas que necesitan ayuda urgente para superar esa condición, la cual los mantiene marginados del proceso productivo, según Luciani.

A pesar de las millonarias sumas que planea canalizar el Estado para ese propósito, una asamblea de organización humanitaria católica Caritas indicó el domingo que la pobreza no podrá ser radicada mientras persista la actual desigual distribución de la riqueza.

Una resolución aprobada durante la asamblea, presidida por los obispos Carlos María Ariz, Oscar Brown y Uriah Ashley, advirtió que "el empobrecimiento y exclusión económica de los sectores populares de la población panameña se entierra como una estaca de odio y muerte en el corazón de la nación".

Los tres obispos, junto a alrededor de 200 sacerdotes y laicos de todo el país, señalaron que la miseria y la marginación social son más violentas para los pueblos indígenas del país, entre los cuales se concentra la mayor parte de la extrema pobreza existente en el área rural.

De acuerdo con estadísticas del Ministerio de Salud, alrededor de 94 por ciento de los 200.000 indígenas de Panamá se concentran debajo de la línea de pobreza, entre los cuales 87,7 por ciento están en la categoría de extrema pobreza.

La crítica situación que padecen los indígenas y los más necesitados del área rural se debe a la mala distribución de la tierra en el país, "que impide el acceso de los campesinos pobres a la propiedad de las tierras donde viven", acotó la resolución.

Tras indicar que "la falta de equidad es la carta de presentación del país", Caritas denunció que la mala distribución de la riqueza ha llegado a tal punto que "por cada dólar que gana un pobre un rico gana 30".

"El sistema económico vigente margina y excluye a las personas pobres mientras concentra la riqueza en pocas familias", precisó la resolución adoptada por los obispos, sacerdotes y laicos de la Iglesia Católica de Panamá.

Mientras, el médico Manuel Pardo, director del Ministerio de Salud en la región autónoma de la etnia ngobe-buglé, dijo que uno de los problemas sanitarios más grave que afrontan los aborígenes es su situación de extema pobreza y marginación del resto del país.

Los alrededor de 150.000 ngobe-buglés residen en una comunidad autónoma de alrededor de 800.000 kilómetros de extensión ubicada en las montañas de las provincias de Chiriquí, Veraguas y Bocas del Toro, en el occidente del país.

"Otra de las barreras más evidentes es la linguística", subrayó Pardo al referirse al aislamiento cultural y marginación del sistema educativo que padecen los ngobe-buglé y otras cuatro etnias existentes en el país.

Pardo explicó que su misión en la región autonóma ngobe-buglé es elaborar un modelo de atención sanitaria tomando como eje central "la interculturidad" propia de la región, y "reconociendo que es una cultura diferente a la nuestra y que esa cultura tiene historia y sabiduría en salud".

Mientras, el dirigente del Congreso ngobe-buglé de Veraguas, Alfredo Guerra, se quejó del olvido en que los tienen sometidos las autoridades desde hace casi dos años cuando su etnia logró, tras una lucha de dos décadas, que el parlamento les otorgara la autonomía territorial. (FIN/IPS/sh/mj/dv/98

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