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Argentina será sede este mes del Foro Regional "Mujeres, Ciencia y Tecnología", promovido por la UNESCO para identificar las trabas a su acceso a las ciencias duras y hacer propuestas de género en junio próximo a la "Conferencia Mundial de Ciencia en el siglo XXI".

El Foro latinoamericano se celebrará entre el 21 y 23 de octubre en San Carlos de Bariloche, 2.800 kilómetros al sudoeste de Buenos Aires, con más de 250 especialistas, investigadores, representantes de organismos públicos, privados e internacionales.

Otros foros tendrán lugar en Asia, Africa, Europa y la Cuenca del Mediterráneo.

Según un informe de las Naciones Unidas, en el mundo la participación de mujeres en ciencias exactas y naturales es de 30 por ciento, incluyendo niveles de responsabilidad poco relevantes.

En puestos jerárquicos, donde se definen temas de política científica, son sólo entre cinco y 10 por ciento. En los países latinoamericanos, los patrones se reproducen.

En Argentina, un estudio realizado por la Red de Género, Ciencia y Tecnología indicó que 93 por ciento de maestros primarios son mujeres, 67 por ciento de profesoras reinan en la enseñanza media y 31 en la docencia universitaria.

En este último sector, el más valorado, la mayoría (58 por ciento) son auxiliares y sólo 26 por ciento llega a ser titular de cátedra.

En el estatal Consejo de Investigaciones Científicas y Tecnológicas, 60 por ciento de los investigadores asistentes son mujeres, pero por diversas razones ellas se quedan en el camino. En el cargo de investigador superior -el máximo del escalafón- son sólo ocho por ciento.

Cristina Zurutuza, secretaria ejecutiva del comité que coordina la realización del Foro, dijo a IPS que la principal barrera de las mujeres es la doble jornada.

"En el ámbito laboral estamos en desventaja, porque los estándares de competición son masculinos y nosotras tenemos la sobrecarga de los asuntos domésticos. Ese fenómeno de desigualdad se incrementa en el ambiente científico tecnológico", afirmó.

Las mujeres postergan la carrera científica ante el matrimonio y la llegada de los hijos, o se inclinan por especializaciones donde sean "aceptadas" con mayor comodidad, como en las áreas de la enseñanza de la ciencia.

De hecho, el Consejo argentino discrimina a la hora de otorgar becas. Si los dos integrantes de un matrimonio consiguen becas, le otorga una entera al hombre y media a la mujer, porque se supone que comparten gastos de vivienda, aunque no contempla la posibilidad de un divorcio, ni la sutil desigualdad de derechos.

Respecto de la aproximación de las mujeres al conocimiento científico, Zurutuza consideró que es uno de los temas que se debatirán en el Foro.

"Creo que las mujeres tenemos una mirada diferente porque fuimos socializadas diferente, con mayor capacidad para detectar aspectos descuidados por el discurso hegemónico como por ejemplo el medio ambiente, o sea que tenemos una sensibilidad socialmente condicionada", sostuvo.

En el encuentro de Bariloche se hará un diagnóstico sobre el porcentaje de mujeres en las ciencias, se analizará prejuicios que se observan en la educación de las niñas y las jóvenes, y las formas de discriminación en la carrera.

También se debatirá sobre si existe una óptica femenina en la ciencia y las iniciativas y programas de promoción de las mujeres en el sector, tanto de los gobiernos como de las organizaciones no gubernamentales.

UNESCO y el Fondo Tecnológico Argentino, que organizan el Foro, parten del supuesto que las mujeres avanzaron notablemente en la educación -incluso universitaria donde son mayoría en Argentina- y en el empleo.

No obstante, aún existen importantes diferencias en oportunidades de desarrollo profesional entre mujeres y hombres en ciencia y tecnología. Los hombres progresan más rapidamente en la carrera y determinan lo escencial de las políticas de investigación en todo el mundo.

Según el Programa de Vinculación con Científicos y Técnicos Radicados en el Exterior de Argentina, en ciencias exactas y naturales 78,5 por ciento de los científicos que emigraron son hombres.

Varias investigaciones indican que las niñas no reciben estímulos para despertar su interés en la ciencia. Hay estereotipos que, explícita o implícitamente, desalientan sus motivaciones o capacidades, como la ausencia de imágenes femeninas en los manuales.

Otro estereotipo es la asociación de la ciencia con la masculinidad, un vínculo inconciente que en la adolescencia aleja a numerosas niñas de este campo.

Estadísticas de las Naciones Unidas señalan que los profesores de ciencias interactúan más con varones que con niñas en la enseñanza secundaria.

Dedican más tiempo a estimularlos, corregirlos, reprenderlos, y en cambio son más indulgentes en la evaluación de las niñas, porque no consideran que deban destacarse en esas áreas.

En cuanto a la ciencia y su aporte a los debates, en la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992, el documento final sugirió que una de las causas de los actuales desequilibrios ambientales podría encontrarse en la escasa participación femenina en los debates públicos sobre desarrollo.

Las conclusiones finales de la conferencia indicaron que los temas de saneamiento ambiental, contaminación, tala de bosques, energías alternativas, servicios sanitarios o biodiversidad requieren de la participación activa de las mujeres, tanto en el diagnóstico como en la solución de los problemas.

Los resultados de los foros regionales serán presentados en junio en Budapest en la Conferencia Mundial de la Ciencia del siglo XXI, cuyo subtítulo es "Un nuevo compromiso".

Allí, adonde se discutirán los temas más generales de la ciencia, las mujeres tratarán de impactar en el debate con sus propuestas de una mayor participación para el próximo milenio. (FIN/IPS/mv/ag/sc-hd/98

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