La agricultura orgánica, que no utiliza insumos químicos, es una actividad incipiente en Brasil, pero como en otros países crece aceleradamente, a un tasa anual cercana a 20 por ciento, y tiene buenas perspectivas de exportación.
El mercado mundial de alimentos naturales ya suma 10.000 millones de dólares al año, se informó en el tercer Encuentro de Agricultura Biodinámica, que tuvo lugar la semana pasada en Piracicaba, a 180 kilómetros de Sao Paulo.
El aumento de 20 por ciento en Brasil es una estimación del Instituto Biodinámico de Desarrollo Rural, único organismo que certifica productos agrícolas exentos de agrotóxicos y fertilizantes químicos.
Cerca de 70 por ciento de la producción certificada se destina a la exportación, que este año aportará ingresos por diez millones de dólares, según Alexandre Harkaly, director del Instituto, que está instalado en Botucatu, municipio de tradición agrícola a 230 kilómetros de Sao Paulo.
Azúcar, café, soja, castañas de cajú (macadamia), frutas y jugos encabezan la lista de productos orgánicos exportados, principalmente a Europa.
La agricultura orgánica crece también informalmente, buscando el mercado interno, sin la certificación exigida en el exterior. En muchas ciudades, como Río de Janeiro, hay ferias regulares para venta de esos productos alternativos y se multiplican las tiendas especializadas.
La organización ambientalista internacional Greenpeace se asoció a una empresa brasileña, Todaba, para instalar en Sao Paulo una tienda de productos "ecológicamente correctos", principalmente hortícolas orgánicos.
A partir del próximo año se multiplicarán las tiendas del Espacio Greenpeace, mediante el sistema de franquicias, informó el director de Todaba, Samy Menasce. Greenpeace también presta su sello, como una especie de certificación, a muchos productos agrícolas ambientalmente sanos.
Grandes redes de supermercados empiezan a adherirse al movimiento. El grupo Pan de Azúcar, uno de los grandes del sector, destina buena parte de sus instalaciones al comercio verde.
Esa decisión se basa en una encuesta encargada el año pasado al Instituto Gallup. Sesenta por ciento de los consumidores están dispuestos a adquirir productos orgánicos, aunque sean hasta 20 por ciento más caros que los otros, según el sondeo.
La explosión de ese mercado atrajo a la empresa Japan Electrons Materials, que decidió instalar en Brasil su primera planta de abonos y alimentos para animales fuera de Japón.
Brasil debería considerar los productos orgánicos para su objetivo de aumentar al doble las exportaciones en el 2002, hasta los 100.000 millones de dólares, señaló el embajador brasileño en Londres, Rubens Barbosa.
El consumo de esos bienes en Gran Bretaña se multiplicó casi por seis en diez años, de 65 millones de dólares en 1987 a 369 millones en 1997, argumentó el embajador.
El síndrome de las "vacas locas" dió nuevo impulso a la agricultura orgánica, al difundir el temor a los alimentos producidos con insumos artificiales.
La agricultura orgánica se afirma en Europa, como solución para la inestabilidad y el exceso de producción tradicional, además de la presión de los consumidores, dijo Jan Diek van Mansfelt en el encuentro de Piracicaba, promovido por la Escuela Superior de Agricultura de esa ciudad.
La Unión Europea (UE) autoriza desde 1992 subsidios de estímulo de la siembra alternativa.
Los países de la UE ya destinan 2,5 por ciento de su área cultivada a la producción orgánica, comentó Ulrich Kopke, de la Universidad de Bonn. Gran Bretaña decidió elevar esa participación a 20 por ciento. (FIN/IPS/mo/ff/dv he/98