(Arte y Cultura) ECUADOR: Los dinosaurios no han muerto, están en Quito

La inminente erupción del volcám Guagua Pichincha permitió que los habitantes de la capital de Ecuador recordaran en estos días lo poderosas e impredecibles que son las fuerzas de la naturaleza.

Pero los niños de Quito habían estado pensando en las fuerzas naturales desde hace unas semanas, cuando vieron pasar por las calles criaturas a las que ningún ser humano contempló con vida, debido a su desaparición por los cambios de la naturaleza.

Los seres que pasearon por las calles de Quito se dirigían a su nuevo hogar temporal en "Dinosaurios, Museo Interactivo", una exposición inaugurada a fines de septiembre y que estará abrieta durante este mes en el céntrico parque de La Carolina.

En las primeras dos semanas, la exposición, la primera en su género en América del Sur según sus organizadores, fue visitada por 24.000 personas y se estima que la verán en total 50.000, la mitad de ellas niños.

Los principales dinosaurios conocidos por el hombre están allí representados por 12 efigies robotizadas de tamaño natural, con el poder de emitir sonidos y hacer ciertos movimientos. Los complementan 40 maquetas de 25 metros cuadrados en las que se reproduce a escala su hábitat y costumbres.

Según César Ricaurte, quien trabaja con otras 30 personas en el museo interactivo, "una de las ideas que lo guía es que lo educativo, sin perder el rigor científico, puede ser un asunto divertido, e incluso espectacular".

La reflexión sobre el orden natural y sobre los cambios climáticos es uno de los objetivos perseguidos por el director de la muestra, el escenógrafo Franklin Rosero. Su idea es, además, fomentar el interés infantil en los dinosaurios, para estimular la formación de paleontólogos en Ecuador.

"Este es un país donde es muy posible que haya algunos nidos de dinosaurios, pero no se han hecho excavaciones", señaló Ricaurte.

Para cultivar el interés por las especies extintas, el museo interactivo explica, mediante láminas multicolores y maquetas, su forma de vida y características. Ellos vivieron durante 160 millones de años en la Tierra, el hombre ha sido su huésped durante sólo dos millones de años.

Las maquetas recrean cada período y era geológica en que vivieron los dinosaurios, del cretásico al jurásico. Los guías comentan sobre el carácter de cada dinosaurio en medio de los grandes animales.

El realismo aumenta al comprobar que cada animal ha sido construido con gran rigor científico, tomando en cuenta los últimos hallazgos paleontológicos.

Los espectadores, y en especial los niños, reaccionan de diversas formas ante los grandes animales. Un Tiranosaurio Rex de 14 metros de largo y cinco de alto, causa destrozos en el escenario.

Rosero comenta que los niños que visitan la muestra son, en su mayoría, expertos en dinosaurios, o así lo creería cualquiera que les oyera listar, con gran soltura y fluidez, los complicados nombres que los científicos les han dado.

El director del museo, que trabajó en el proyecto durante 12 años, llevado por un interés contagiado de Carl Sagan, no ha recibido prácticamente aportes y dedicó a la construcción de los animales los recursos ganados en trabajos de escenografía. Literalmente, Rosero trabaja para mantener a 12 dinosaurios.

La afición de los niños de los años 90 por estos animales guarda relación con las variadas películas y series televisivas que han explotado el tema de su vida y desaparición.

Pero Rosero atribuye el interés de los niños al hecho de que son "los únicos monstruos reales que han existido en la tierra" y asegura que es la fascinación infantil por el mundo fantástico, la que los acerca a los dinosaurios.

Estos seres "tienen esa magia de ser diferentes a todo lo que conocemos, y al mismo tiempo reales", afirma.

Los mensajes de la muestra son múltiples. Además de exaltar la fantasía de los niños, les informa que la supervivencia de las especies no está garantizada. Si un dinosaurio, en apariencia invencible, debe someterse a los designios naturales, significa que el hombre también está sujeto a ellos.

Los dinosaurios no deterioraron mucho su hábitat, y aún así perecieron. El hombre, responsable por la desaparición de innumerables especies, contribuy cada día un poco más a su propia destrucción. (FIN/IPS/gm/ag/cr/98

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