(Arte y Cultura) BOLIVIA: El Profesor Jirafales cambió su aula de la TV al circo

El célebre "Profesor Jirafales", que se comió la identidad del actor mexicano Rubén Aguirre, continúa paseando sus ocurrencias y buen humor por Sudamérica, divirtiendo a los millones de "chavos" de esta parte del mundo, ahora desde un circo.

Muchos años han pasado desde que dejó de producirse en México la exitosa serie de televisión "El Chavo del Ocho", y varios de los actores que trabajaban en ella ya murieron, pero nada de eso mata el recuerdo de una figura como el "Profesor Jirafales".

Este eterno enamorado de "Doña Florinda" (Florinda Meza), al que "Chavo" (Roberto Gómez Bolaños) no le bajaba de "Maestro Longaniza" en sus largos alegatos de inocente rebeldía, está ahora en Bolivia. Llegó con su circo y visitará casi todo el país durante dos meses.

Con canas que sus seguidores no conocían, aunque siempre atento y paciente como en la serie, el "Profesor Jirafales" causa alboroto entre los ocasionales transeúntes y hasta provoca momentáneas congestiones de tráfico en las calles de La Paz por donde pasea cuando no le toca actuar en el circo.

"Profesor Jirafales", le gritan a su paso, y él no duda en regalar una sonrisa a niños y adultos en las calles y hasta accede a repetir el "ta, ta, ta, ta" que le hizo famoso para controlar sus rabietas como quien cuenta hasta diez para no reaccionar con violencia.

"Hay muchos 'chavos' en el mundo. Niños abandonados y pobres hay en todas partes, y lamentablemente los habrá mientras este mundo y sus valores económicos no cambien", dice Rubén Aguirre cuando se le pregunta por el personaje central de la serie televisiva mexicana que lo hizo famoso.

Dedicado ahora al negocio de la pesca en México, Aguirre admite que la serie "El Chavo del Ocho" le dio más dinero del que nunca antes tuvo, pero que no deja la actuación para no morirse de aburrimiento.

Todas las noches, durante las presentaciones del "Circo del Profesor Jirafales" en La Paz, niños con sus madres esperan, con igual ansiedad, la llegada la segunda parte del espectáculo, en la que el "Maestro Longaniza" ambienta la escuelita de la "vecindad del Chavo" con niños y adultos bolivianos.

La serie televisiva que hizo famoso a Aguirre no dejó de difundirse en Bolivia ni siquiera cuando dejaron de grabarse nuevos programas. Desde hace diez años, los canales que compraron los derechos emiten incansablemente los centenares de capítulos del "Chavo del Ocho".

Quizá por eso la presencia en Bolivia del "Profesor Jirafales" emociona tanto a sus seguidores: porque los hay de todas las edades, y son los niños de los 80, pero también los de los 90, y probablemente lo será algunos del próximo siglo.

Ellos, los niños, son su vocación. Eso queda claro, cuando hace reír a la gente, y cuando se propone aleccionar a los que ven sus espectáculos.

Es difícil distinguir cuándo habla en broma o en serio, pero cuando comienza el silencio y fija su mirada en un punto indefinido se sabe que llamará a construir un mundo mejor con niños que no crezcan golpeados ni resentidos, como ocurre en los barrios pobres de las ciudades latinoamericanas.

Y ese mensaje desliza siempre en el final de sus actuaciones, cuando enseña su lección más importante, no a los niños, sino a los padres: "Ccuiden bien a sus hijos, no los maltraten ni física ni psicológicamente". (FIN/IPS/ac/mj/cr/98

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