(Arte y Cultura) AMERICA LATINA: Radioapasionados y televisionarios al aire

Unos 800 radioapasionados y televisionarios del continente que creen que estos medios no necesariamente deben ser entretenimiento y evasión, concluyeron en la capital de Colombia el Segundo Festival de Emisoras de Radio y Televisión Comunitarias.

El festival, convocado por el G/8, una red de redes de emisoras populares, educativas, juveniles y escolares no comerciales, contó con representación de 23 países de América Latina y el Caribe.

Además de evaluar los avances sobre el plan propuesto en el Primer Festival realizado en Quito en 1995, el encuentro de Bogotá fue un homenaje a la fundación, hace 50 años, de la hoy desaparecida Radio Sutatenza de Colombia, la primera que en el mundo perfiló un proyecto masivo de educación por radio.

Salvo en Brasil, donde es notable el desarrollo de canales de televisión comunitaria y popular, en los demás países asistentes es evidente el mayor peso de lo radiofónico.

En forma paralela al encuentro académico y los debates se realizó una feria de productos que por una semana, con sólo oprimir el botón de una grabadora o un televisor, resumieron la heterogeneidad cultural, racial y lingüística de la región.

"Pasamos de la ficción a la pasión y de ser utópicos a visionarios", dijo a IPS Alma Montoya, coordinadora del festival y directora de la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (Alert), con sede en Quito, que agrupa a cien emisoras populares, de amplio espectro.

Según Montoya, uno de los logros del encuentro fue mostrarle a los 300 delegados colombianos que en el continente hay una larga tradición y los sueños que cada mañana se materializan al abrir sus emisiones, son compartidos por miles de personas en otros países e idiomas.

Los colombianos que trabajan en las emisoras de radio y televisión comunitaria "ya no se pueden sentir solos. Su esfuerzo no es el único", comentó la organizadora al describir el panorama regional.

Lo que en unos países -Ecuador y Brasil por ejemplo- se denomina popular, en otros -Colombia o Argentina- se define como comunitario, tal vez porque lo popular se asocia a izquierda o guerrilla y puede estigmatizar los proyectos, indicó Montoya.

También tiene alguna relación con la potencia de las emisoras que en Ecuador llegan a 250 kilovatios y en otros países, como Chile, pueden ser de uno o de 25, como en Colombia, lo que localiza mucho su cobertura, añadió.

Janine Elgasi, responsable del proyecto de radios comunitarias del Ministerio de Cultura de Colombia, que también auspició el encuentro, destacó la importancia de la búsqueda de canales que en el actual momento mundial puedan enlazar lo local con lo global.

"Es muy interesante intuir cómo a través de infinidad de proyectos que van dejando huellas de lo local, se teje lo internacional", dijo Elgasi a IPS.

La legislación Colombia es "muy avanzada en términos de radio, pues al menos se asigna una emisora por municipio y son 1.091 municipios, pero habría que desarrollar alternativas para lograr mayores niveles de cobertura, y hacer ajustes técnicos de acuerdo con la topografía montañosa del país", añadió.

Gonzalo Portilla y Luis Alberto Estrella, delegados de emisoras comunitarias colombianas, coincidieron en el impacto favorable de conocer el proyecto La Tribu, de Argentina, porque además de una emisora juvenil, urbana y audaz, integran un proyecto cultural con otras expresiones, como el teatro.

Portilla, director de Ondas del Putumayo, emisora de la sudoccidental ciudad de Mocoa, en el selvático departamento del Putumayo, habló de su experiencia, similar a muchas que surgen y se consolidan en el resto del país.

Ondas del Putumayo tiene como base organizativa el Bloque Comunitario, una confluencia de organizaciones de mujeres, juntas de acción comunal y grupos juveniles que después de un año de trámites jurídicos, gestiones financieras y capacitación de sus miembros salió al aire por primera vez hace un mes.

De seis de la mañana a ocho de la noche, los 15.000 habitantes de Mocoa, los 8.00 de Villagarzón o los 5.000 de Puerto Guzmán, hasta donde llega la cobertura, pueden sintonizar la emisora.

"La emisora quiere convertirse en una alternativa agradable y útil para la audiencia, particularmente los muchachos, seriamente afectados por el desempleo, el alcoholismo y las secuelas del conflicto social y armado", dijo Portilla.

"Por eso, en los 15 minutos de pauta que están autorizados por cada hora de emisión no incluimos mensajes de licor ni de cigarrillos", añadió.

La programación de Ondas del Putumayo se inicia con un espacio que alterna música colombiana y noticias de orientación técnica para los campesinos, y se prolonga en espacios de debate cívico, programas infantiles como La hora de ser felices, y, próximamente incluirá un noticiero con corresponsales en los barrios de Mocoa.

Para Estrella, quien asistió al festival en representación de la Corporación Santo Amor, un proyecto de comunicación, cultura y ecología del sureño departamento de Nariño, a escala nacional e internacional deberán depurarse las emisoras que se quieran llamar comunitarias o populares.

"Muchas se amparan en proyectos que inicialmente sí responden a las exigencias de este tipo de emisoras pero, después, se ponen al servicio de intereses particulares", afirmó.

"El sentido ético es la clave (…) nos obliga a mantenernos muy alerta para que lo que se haga no obedezca alo particular sino a lo comunitario", añadió el delegado de Santo Amor.

Estrella destacó las intervenciones de la experta mexicana Roxana Reguillo, conocida por sus estudios sobre la juventud urbana en su país, y del español Jesús Martín Barbero, de quien dijo "es el chamán de la comunicación en América Latina".

Además comentó el notable peso que en muchos de los proyectos que están al aire tienen las comunidades religiosas, católicas y evangélicas.

Una declaración, cuya divulgación se postergó hasta lograr el consenso de las direcciones de redes de emisoras convocantes, y una convocatoria para el 2000 en Bolivia, cuando se cumplirán 50 años de la primera emisora sindical en el continente, en homenaje a las radios mineras del país andino, pusieron fin al encuentro.

En los oídos y las retinas de los participantes quedaron las historias de las pequeñas-grandes proezas que cada día hacen los responsables de emisoras de mujeres como La tierra, de Santiago de Chile, o la red de emisoras negras del litoral Pacífico colombiano.

También quedaron la experiencia acumulada de proyectos mayores, como Radio Enriquillo o ABC de República Dominicana y La Tacunga, de Ecuador, que han jugado papel decisivo en la movilización de masas por causas populares. (FIN/IPS/mig/ag/cr/98

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