El contrabando de sustancias dañinas a la capa de ozono recibió esta semana un duro golpe con el anuncio del cierre de las fábricas de Rusia que concentran la mitad de la capacidad de producción de esos químicos en todo el mundo.
Un grupo de países industrializados coordinado por el Banco Mundial convinó financiar, con 19 millones de dólares, la clausura de las instalaciones de la Federación Rusa aptas para la elaboración de clorofluorocarbonos (CFC).
El cese de la producción de CFC en Rusia era considerado esencial para detener el flujo ilegal de esos químicos hacia los países industrializados, destacó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Los CFC forman parte del grupo de sustancias químicas que adelgazan la capa de ozono, la cual filtra en la estratosfera las radiaciones ultravioletas solares que tienen efectos perjudiciales para la vida en la Tierra.
El tráfico ilegal de CFC llega al mundo industrializado encubierto como sustancias recicladas o como exportaciones a países en desarrollo.
El científico K. Madhava Sarma, de la Secretaría del Ozono del PNUMA, admitió que no existen estimaciones precisas del volumen del contrabando de CFC, pero calculó que puede ascender a unas 30.000 toneladas.
Ese contrabando arroja beneficios que "superan, según se dice, a los obtenidos en el tráfico de cocaína", observó Sarma en un comentario para "Linkages/Journal", publicación del Instituto Internacional de Desarrollo Sostenible (IISD), de Canadá.
Rusia ha continuado la elaboración de los CFC contrariando a la Convención de Viena y el Protocolo de Montreal, dos normas sancionadas por la comunidad internacional para eliminar de manera progresiva el uso de sustancias que dañan al ozono.
Los dos convenios y sus enmiendas posteriores obligan a los países desarrollados a cesar la producción y el uso de los químicos a partir de 1996.
Los países en desarrollo, en atención a sus dificultades para introducir tecnologías alternativas a los CFC, recibieron un período de gracia hasta julio de 1999 para comenzar la aplicación de los tratados.
Rusia y otros estados de la ex Unión Soviética anunciaron en 1996 su imposibilidad de cumplir los plazos del proceso de eliminación de los CFC, pero aseguraron que podrán completar la erradicación total en el 2000 si reciben la asistencia necesaria.
Los fondos aprobados por 10 países donantes corresponden a la financiación solicitada por Rusia y serán empleados para compensar a los productores de las sustancias que agotan la capa de ozono.
Además de los 19 millones de dólares otorgados esta semana, Rusia obtuvo otros 10 millones del Fondo Mundial para el Ambiente (GEF-Global Environmental Facility).
El Protocolo de Montreal estableció un mecanismo financiero, denominado Fondo Multilateral, que ayuda a los países en desarrollo a cubrir los principales costos originados por la eliminación del consumo y la producción de las sustancias dañinas del ozono.
Rusia y los demás estados de la ex Unión Soviética no pueden beneficiarse con los recursos del Fondo Multilateral porque no son reconocidos países en desarrollo.
En cambio, y en atención a las dificultades económicas derivadas de su incorporación a la economía de mercado, esas naciones reciben asistencia del GEF.
El GEF es un instrumento financiero creado por la comunidad internacional después de la Cumbre Mundial de Río de 1992 para ayudar a países en desarrollo en proyectos de ozono, cambio climático, biodiversidad y aguas internacionales.
En la nueva financiación otorgada a Rusia participan Alemania, Austria, Dinamarca, Estados Unidos, Finlandia, Gran Bretaña, Italia, Japón, Noruega y Suecia.
Rusia fabrica en la actualidad cerca de nueve por ciento de la producción mundial de CFC. Su consumo asciende a 6,5 por ciento.
Durante la reunión de la Iniciativa Especial para la Clausura de la Producción de Sustancias Dañinas para el Ozono, realizada esta semana en Moscú, Rusia se comprometió a eliminar las instalaciones de fabricación de CFC y halones en el 2000.
Las autoridades de Moscú también anunciaron que erradicarán en el 2000 la producción y el consumo de carbón tetracloro y de metil- cloroformo. Para esa misma fecha, dijeron, observarán los controles sobre HCFC y metilbromo.
El cierre de las instalaciones de producción significará el acatamiento total al Protocolo de Montreal, no sólo de Rusia sino también de otros países que reciben suministros de Rusia", estimó Klaus Toepfer, director ejecutivo del PNUMA.
Durante la reunión del grupo de trabajo de los estados partes del Protocolo de Montreal, realizada en Ginebra en julio pasado, se discutió la posibilidad de poner en funcionamiento un sistema de registro internacional de comercio.
El mecanismo, se dijo, tendería a suprimir el mercado negro de CFC que mueve "centenares de millones de dólares por año".
En la asamblea de Ginebra se expuso el temor a que el contrabando de CFC aumente a partir de julio de 1999, cuando los consumidores de los países en desarrollo afronten las limitaciones para el uso y se vean obligados a recurrir a sustitutos más caros.
La próxima reunión de los estados partes del Protocolo de Montreal se realizará en El Cairo, del 18 al 25 de noviembre.
Entre los principales temas de la conferencia figuran la reducción de emisiones de halones, utilizados en aparatos de lucha contra el fuego, y la eliminación de los CFC en los dosificadores de inhaladores de medicamentos.
La conferencia de El Cairo discutirá también la posibilidad de que aparezcan en el mercado nuevas sustancias dañinas para el ozono. (FIN/IPS/pc/ml/en/98