Los gobernantes no comprenden las causas reales del hambre en el mundo porque creen que es el resultado inevitable de las fuerzas de la naturaleza y de la explosión demográfica, según un informe publicado hoy en el Día Mundial de la Alimentación.
"La forma en que la gente piensa sobre el hambre es el mayor obstáculo para ponerle fin", afirmó Peter Rosset, director del Instituto de Política para la Alimentación y el Desarrollo, de Estados Unidos, en un informe divulgado este viernes, Día Mundial de la Alimentación.
"Mientras millones se mueren de hambre, poderosos mitos bloquean nuestra comprensión de las verdaderas causas del hambre e impiden que tomemos medidas efectivas para ponerle fin", sostuvo Rosset en el informe titulado "Hambre mundial: Doce mitos".
"La verdadera fuente del hambre mundial no es la escasez, sino la política; no la inevitabilidad, sino la política. Las verdaderas culpables son las economías que no ofrecen oportunidades para todos y las sociedades que dan prioridad a la eficacia económica frente a la compasión", agrega.
La abundancia y no la escasez es la palabra que describe al estado de la provisión mundial de alimentos. El mundo produce suficiente cantidad de granos y otros alimentos como para ofrecer al menos 1,95 kilogramos de alimentos por persona y por día, según el informe.
En los países que tienen superávit de alimentos también hay gente que pasa hambre. En 1997, la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia halló que, en el Sur en desarrollo, 78 por ciento de los niños desnutridos menores de cinco años residían en países con superávit alimenticio.
"El problema es que muchas personas son demasiado pobres para comprar los alimentos disponibles. Aunque los 'países con hambre' tienen comida suficiente para la población, muchos son exportadores de alimentos y otros productos agrícolas", explica el estudio.
Muchos gobiernos e instituciones multilaterales, como el Banco Mundial, creen que la escasez es el problema y afirman que la solución se encuentra en aumentar la producción de alimentos. El drástico crecimiento productivo logrado en los años 70 y conocido como la Revolución Verde aumentó las existencias de granos.
"Pero centrarse sólo en el aumento de la producción no puede aliviar el hambre porque no altera la distribución concentrada del poder económico que decide quién puede comprar los alimentos adicionales", agrega el informe.
Por esta razón, en muchos de los países donde la Revolución Verde tuvo éxito -Filipinas e India, por ejemplo-, la producción de granos, y en algunos casos las exportaciones, se multiplicó, pero el hambre persiste.
Otro mito popular sobre el hambre es que su causa se encuentra en la naturaleza. "Es muy fácil culpar a la naturaleza, pero la comida siempre está al alcance de quienes pueden adquirirla, mientras las hambrunas sólo afectan a los más pobres", destaca el informe.
"Millones viven al borde del desastre en Asia meridional, Africa y otras regiones, porque la tierra se encuentra en manos de unos pocos poderosos y están atrapados en el círculo vicioso de la deuda, o reciben sueldos miserables".
El crecimiento demográfico es otra causa mítica del hambre, según el informe.
"Aunque el crecimiento demográfico sigue siendo una grave preocupación en muchos países, en ningún lado se explica el hambre por la densidad de población", señala.
"Por cada Bangladesh, un país densamente poblado y con problemas de hambre, encontramos una Nigeria, un Brasil o una Bolivia, donde la abundancia de alimentos coexiste con el hambre", indica el estudio.
Costa Rica, con sólo la mitad de hectáreas cultivadas por persona que Honduras, tiene una esperanza de vida 11 años mayor que ese país centroamericano y cercana a la de países industrializados.
Casi la mitad de los mitos incluidos en el informe se refieren a nociones erróneas utilizadas para aplicar políticas actuales sobre los alimentos, la tierra y la agricultura.
Las granjas extensas, el libre mercado, el libre comercio y la ayuda de los países industrializados fueron propuestos erróneamente como la "cura" para ponerle fin al hambre.
Los terratenientes que controlan la mayor parte de las tierras fértiles suelen no utilizar gran parte de ellas, explica el estudio.
"Por el contrario, los pequeños agricultores obtienen una producción al menos cuatro o cinco veces mayor por hectárea, en parte porque trabajan la tierra con mayor intensidad y utilizan sistemas de producción integrados, y más sustentables", asegura.
La redistribución de la tierra otorgaría a millones de pequeños agricultores del Sur en desarrollo el incentivo para mejorar los campos, rotar los cultivos y dejar la tierra en barbecho con el fin de recuperar la fertilidad a largo plazo.
La reforma agraria aumentó la producción en Japón, Zimbabwe y Taiwan, entre otros países. Un estudio del Banco Mundial realizado en el nordeste de Brasil calcula que la redistribución de la tierra en parcelas más pequeñas aumentaría la producción en 80 por ciento.
El libre mercado y la eliminación de los aranceles también se recomendaron como soluciones para terminar con el hambre.
"La fórmula 'el mercado es bueno, el gobierno es malo' jamás podrá ayudar a resolver las causas del hambre. Esta forma de pensar nos hace creer erróneamente que una sociedad puede optar por uno u otro, cuando todas las economías del mundo combinan el mercado y el gobierno para distribuir la riqueza", sostiene el informe. (FIN/IPS/tra-en/dk/mk/aq-ml/dv/98