El presidente de Uzbekistán, Islam Karimov, llegará a Israel este lunes para profundizar los lazos entre Asia central musulmana y el Estado judío.
Karimov y su anfitrión israelí, el primer ministro Binyamin Netanyahu, comparten la hostilidad hacia el radicalismo islámico, pero las conversaciones se centrarán oficialmente en el comercio bilateral y en la forma de elevar el intercambio actual de 20 millones de dólares por año.
Los líderes firmarán un tratado comercial para otorgar a sus países el tratamiento de nación más favorecida y un pacto impositivo, negociados en visitas que Netanyahu realizó en mayo a Tashkent, la capital uzbeka, luego de visitar a China, y otra en junio por su ministro de Industria y Comercio, Natan Sharansky.
La visita que Sharansky realizó a Uzbekistán y Turkmenistán fue especialmente beneficiosa. El ministro vivió en la ex Unión Soviética hasta 1986 cuando, luego de ser liberado de la cárcel, emigró a Israel, y el dominio del idioma ruso le facilitó el encuentro con los líderes de Asia central.
Como todo político israelí judío, Sharansky aborrece al fundamentalismo islámico, al que asocia con el terrorismo. Karimov también es un ferviente antifundamentalista, por lo que Tashkent dio la bienvenida a los visitantes de Israel.
"Tras el fracaso del comunismo, la mayor amenaza al mundo libre procede del fundamentalismo en general, y específicamente del fundamentalismo musulmán que fomenta el terrorismo. Por eso es muy importante ser severos con el fundamentalismo", declaró Sharansky en Tashkent.
Lo mismo expresó hace cuatro años el entonces canciller israelí Shimon Peres, en lo que fue la primera visita a Asia central de un alto funcionario de Israel.
Desde que la Unión Soviética se disolvió en 1991, Karimov aplicó de manera inflexible el principio de separación de la religión y la política, incluido en la constitución de la república.
El gobernante Partido Popular Democrático (PPD), dirigido por Karimov, desechó al Islam como ideología sociopolítica, lo que dejó al partido y al nacionalismo étnico la tarea de llenar el vacío ideológico creado por la caída del marxismo leninismo.
Pero, al no poder competir en el terreno del nacionalismo con el pequeño pero radical partido opositor Erk (Libertad), el PPD apeló a la urgencia y la importancia de consolidar la nación para atraer a los electores.
Esta posición condujo a relaciones más fluidas con Israel. Los funcionarios uzbecos admiran la forma exitosa en que los judíos construyeron Israel.
"Durante 2.000 años, los judíos vivieron sin un estado independiente. Como parte de la diáspora, les fue bien, sobre todo en Asia central. Pero necesitaban un estado judío independiente, al igual que los uzbecos", dijo Jamal Kamal, ex presidente del Sindicato de Escritores de Tashkent.
Como la república más populosa de Asia central, Uzbekistán llegó a tener una población judía de 70.000 personas antes de la disolución de la Unión Soviética, la mayoría de ellos residentes en las ciudades históricas de Samarkanda y Bukhara.
Tras el colapso soviético, la mayoría de los judíos uzbecos emigraron a Israel, en parte para evitar la turbulencia económica y social que tuvo lugar en las ex repúblicas soviéticas y también para vivir en un país con un nivel de vida más elevado.
Turkmenistán también tuvo una pequeña comunidad judía y los intelectuales turkmenos están impresionados por la consolidación del estado de Israel.
El presidente turkmeno Sapramurad Niyazov mantiene buenas relaciones con Israel y brindó una notable acogida al canciller Peres en su primera visita a Ashqabat en 1994. La actitud no cayó bien en la vecina Irán, con la que Niyazov estaba forjando fuertes lazos a pesar de las advertencias de Washington.
La prensa iraní criticó a Niyazov por establecer lazos económicos y diplomáticos con Israel. Pero las críticas no tuvieron efecto en el líder turkmeno y Sharansky fue invitado a visitar Ashqabat en junio.
Niyazov considera las críticas iraníes a sus relaciones con Israel como una prueba a la independencia de sus relaciones externas. Turkmenistán mantiene buenas relaciones con Rusia, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, Estados Unidos, Irán, Arabia Saudita e Israel.
Así mismo, Turkmenistán, un país predominantemente árido, se verá beneficiado por las técnicas agrícolas desarrolladas por Israel para el cultivo en zonas secas como el desierto de Negev.
Israel también utilizó con éxito esta capacidad agrícola para establecer vínculos económicos con el estado de Omán. En Asia central, Israel está concentrando su atención en Uzbekistán, el estado más estratégico de la región.
A la larga, el éxito de Karimov para mantener a raya al fundamentalismo musulmán dependerá de cómo maneje la economía.
Aunque Uzbekistán tiene su propia moneda y sólo comercia con Rusia en dólares, el impacto de la crisis rusa fue negativo para los uzbecos. De esta manera, Karimov tendrá interés en realizar negocios con Israel, una idea propuesta primero por Peres en Tashkent y luego en sus conversaciones con Netanyahu.
Ahora que gran parte de los judíos que vivían en Uzbekistán residen en territorio israelí, Israel tiene una comunidad de ciudadanos que están familiarizados con Uzbekistán, una ventaja cuando se trata de iniciar empresas conjuntas. (FIN/IPS/tra- en/dh/rj/aq-mj/ip/98