El Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) parece hoy destinado a desaparecer, tras algunos meses en los que se lo consideraba a punto de arrebatar esta provincia de las manos de Yugoslavia.
La estrategia de resistencia pacífica en esta provincia de mayoría albanesa comenzó a flaquear a comienzos de 1998, cuando era evidente que no sería capaz de restaurar la autonomía anulada en 1989 por el gobierno central de Yugoslavia, dominado por Serbia.
Los albaneses de Kosovo incluso habían sido marginados de los acuerdos de paz entre las partes en que se dividió la antigua Yugoslavia y que pusieron fin a las hostilidades entre lo que queda de la federación (Serbia y Montenegro) y las repúblicas de Croacia, Eslovenia, Bosnia-Herzegovina y Macedonia.
Fue en ese momento cuando miles de jóvenes albaneses, presa de la falta de trabajo y de cupos universitarios, se enrolaron en el UCK. Emigrados en Europa y Estados Unidos aportaron fondos para la compra de armamentos, y veteranos del viejo ejército yugoslavo pusieron a disposición su experiencia militar.
Dos meses después de que se iniciados los enfrentamientos, el UCK tenía control de casi la mitad del territorio de Kosovo.
Pero la situación se revirtió. Las fuerzas de Belgrado tomaron la zona estratégica de Drenica, donde hace seis meses comenzó la rebelión, y el UCK parece haber sido derrotado tras continuos ataques con artillería y tanques.
Localidades que el UCK aseguraba que nunca serían cedidas, como Malisevo, Junik y Orahovak, terminaron devastadas. Unos 250.000 civiles debieron abandonar sus hogares. Organizaciones de ayuda internacional consideran que decenas de miles de refugiados en las colinas podrían perecer este invierno.
¿En qué se equivocó el UCK?
"El UCK logró convencer a muchos analistas y albaneses de Kosovo de que era un rival de peso para Belgrado. Pero no debemos atribuir su derrota solo a la ofensiva serbia de julio, porque también hubo errores políticos y arrogancias que resultaron fatales", comentó un diplomático occidental en Belgrado.
Representantes de la UCK declararon que la independencia "no es suficiente" y que el objetivo final era la anexión a Albania, lo cual no fue bien recibido en Occidente. El diplomático sugirió, además, que la negativa a sentarse a conversar con Belgrado, fue una demostración fatal de "arrogancia".
Dejan Anastasijevic, analista del semanario independiente Vreme, dijo que hubo falta de coherencia en filas del UCK. "Más allá de su deseo por combatir al 'invasor serbio', los miembros del UCK, y en especial los más jóvenes, no estaban listos para una larga contienda", sostuvo.
"Estaban mal entrenados, sin disciplina y condicionados por la estructura económica y social tradicional de los albaneses, que ponen la lealtad a su familia, a su clan ('fis') y a su aldea por encima de la lealtad con los recién llegados del UCK", añadió Anastasijevic.
"En el momento preciso en que el UCK lograba sus mayores victorias, los jefes de los 'fis' asumieron el mando tal y como lo dispone la tradición. Entonces, comenzó la catástrofe", argumentó.
"A estos jefes locales sólo les importaba lo que sucedía en su aldea, y no les preocupaba para nada lo que estaba pasando a 10 kilómetros de distancia. El pequeño grupo de oficiales del UCK no pudo oponerse a ellos", concluyó el periodista.
Cuando el ejército serbio atacó localidades estratégicas, las órdenes de resistir emitidas por el UCK fueron ignoradas, y los jefes locales escaparon con sus familias.
"Ya nadie cree que la insurgencia albanesa tuviera mandos regionales a cargo de coordinar las operaciones. La verdad es que se rehusaban a someterse a una autoridad superior, y es dudoso que alguna vez haya existido un mando único", comentó el periodista independiente Radosa Milutinovic.
Los enfrentamientos dentro del UCK también ocasionaron víctimas. Ahmed Krasniqi, miembro del gobierno albanés de Kosovo en el exilio, fue asesinado el lunes en una operación atribuida a sus rivales políticos. Su misión era organizar las fuerzas militares de ese gobierno en el exilio.
Analistas como Anastasijevic y Milutinovic coincidieron en destacar que la dirección del UCK no se compenetró con la cultura de la región. La mayoría eran emigrados de ideología marxista- leninista que tenían acceso a recursos y armas.
Además, se mantenían fieles a su vieja aspiración de anexarse a Albania, un objetivo que no tiene amplio respaldo en Kosovo. Con el tiempo, el UCK hizo enemigos en su propio bando.
"Al principio la estrategia de atacar y huir solo consideraba blancos serbios, pero cuando aumentó la confusión todo el mundo se convirtió en objetivo: carteros, burócratas municipales, agricultores", dijo Anastasijevic.
El UCK dejó de seleccionar sus blancos entre la policía serbia y comenzó a atacar los caminos en forma descuidada, lo cual causó la muerte de albaneses en automóviles o en bicicletas.
Las fuerzas serbias aseguran que descubireron cadáveres de albaneses en fosas comunes cavadas en pueblos abandonados por los insurgentes.
Las fuerzas del UCK deben preocuparse ahora por la gran cantidad de refugiados a su cargo, y no consiguen oponer resistencia a la ofensiva serbia. "La energía de miles de hombres en edad de combatir se gasta en la búsqueda de refugio para sus familias", advirtió Milutinovic.
"Millares de personas viven en los establos de amigos o parientes, o cubiertos de plástico colgado entre los árboles del bosque. Los hombres ya no pelean por la independencia, sino por la supervivencia", dijo.
Hay pocas esperanzas de una intervención internacional. Las potencias presionan desde julio para lograr una salida pacífica en Kosovo, mientras Rusia y China, miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, se oponen a cualquier tipo de intervención armada.
Los albaneses de Kosovo esperan apoyo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
"Lo que el mundo necesita saber es que los serbios no están destruyendo al UCK, sino matando a los civiles y arrasando aldeas", dijo Gani Gecaj, combatiente de la guerrilla, en una entrevista con el periódico Koha Ditore de Pristina.
El guerrillero de 35 años también aseguró que la lucha no está perdida. "Aún estamos aquí, listos para combatir. Cuando llegue el momento, vamos a atacar y los serbios tendrán que pagar", dijo. (FIN/IPS/tra-en/vpz/rj/lc-mj/98