La población de Japón comienza a reclamar, en medio de la crisis financiera, redes de seguridad social y cambios en una política económica orientada al crecimiento, a la que se atribuye la industrialización después de la segunda guerra mundial.
Raita Taguchi acababa de graduarse de economista hace 10 años cuando comenzó su carrera dentro de Kanaku, una empresa corredora de valores que lo despidió cuando la bolsa de Tokio se hundió a comienzos de los 90.
"En 1991 me pidieron, muy cortésmente, que me fuera", recordó Taguchi. Sin embargo, la suerte le sonreía y pronto ocupaba otro escritorio en Ebara Corp, una firma de maquinaria e insumos industriales.
Pero pasaron ocho años y ahora Japón vuelve a afrontar tiempos difíciles para su economía, lo cual afectó la vida de Taguchi una vez más. Ebara, tocada por la crisis asiática, lo despidió en enero.
La diferencia es que, en esta ocasión, Taguchi decidió pelear. En abril se sumó a Network Union, un sindicato creado para ayudar al creciente número de jóvenes desempleados en Japón. Ahora, está demandando a Ebara por despido injustificado.
"Las personas no son materias primas, y merecen un trato diferente. Los trabajadores esforzados no deberían pagar el costo de una recesión causada por mala administración y estrategias equivocadas aplicadas para satisfacer la codicia", afirmó Taguchi.
Añadió que la empresa debió recortar otros gastos antes de recurrir a los despidos y se consideró a sí mismo víctima de las políticas de crecimiento de Japón, generadoras de corrupción y basadas en un sistema de producción y consumo excesivos.
Hoy, personas como Taguchi consideran que Japón está estancado en la recesión y avanza hacia un ciclo deflacionario. En medio de la crisis las empresas necesitan más créditos, pero los bancos no pueden responder porque tampoco cobran los préstamos que han otorgado.
Las empresas también enfrentan una reducción en la demanda. La gente prefiere ahorrar, y en muchos casos deciden cortar gastos y despedir personal.
Todos estos elementos dan forma a un ciclo destructivo que debilita aún más la economía japonesa y pesa sobre una población que durante mucho tiempo no se preocupaba por las crisis. Taguchi, un desempleado, forma parte de un fenómeno que es nuevo para la segunda nación más rica del mundo.
La Agencia de Administración y Coordinación informó en mayo que el desempleo afecta a 2,93 millones de personas en un país de 126 millones. Se trata del nivel de desempleo más alto registrado por Japón desde los tiempos de la segunda guerra mundial.
Los más afectados son los trabajadores entre 45 y 54 años, aunque se detecta un aumento del desempleo entre los más jóvenes.
Hitachi, uno de los principales fabricantes de artículos eléctricos y semiconductores, anunció la semana pasada que espera pérdidas por 1.800 millones de dólares al concluir el año fiscal en marzo de 1999. "Es la peor crisis desde nuestra fundación en 1920", dijo su presidente, Tsutomo Kanai.
Hitachi decidió despedir a 4.000 trabajadores, lo que elevan a 66.000 el número de personas que perdieron su trabajo en esta compañía. Pero aun así no está tan mal como la gigantesca Toa Steel Co, firma siderúrgica que será liquidada en lo que representa el mayor colapso industrial desde la guerra.
"Este hundimiento de Japón es muy grave", advirtió el nuevo director de la Agencia de Planificación Económica, Taichi Sakaiya, quien predijo que la economía variará entre 0,5 por ciento y 0,5 por ciento negativo en 1998.
Japón atraviesa por el peor momento de una crisis que ya tiene ocho años. El año pasado la producción cayó 5,3 por ciento, mientras aumentaban las quiebras empresariales. Un informe de la Tokyo Shoko Research destacó que en junio de este año colapsaron 1.736 compañías, 36 por ciento más que en mayo.
La demanda local permanece estancada pese a los esfuerzos gubernamentales para estimular el gasto, que en julio registró un promedio de 2.448 dólares por hogar, monto que confirma la tendencia registrada desde hace nueve años.
Las empresas medianas y pequeñas encabezan la lista de quiebras, mientras los bancos carecen de capacidad crediticia. Las tasas de interés se redujeron de nuevo la semana pasada, pero algunos analistas temen que la economía esté en tan mal estado que el consumo no responda a ese tipo de estímulos.
Ante la perspectiva de problemas aun más graves, los habitantes empiezan a entender la necesidad de establecer redes de seguridad social, mientras demandan un cambio en la política orientada hacia el crecimiento económico, responsable por el desarrollo japonés después de la guerra.
"Necesitamos un nuevo concepto. Es importante generar un sistema que nos permita sobrevivir el próximo siglo y desarrollar mecanismos que prevengan la destrucción ambiental mediante el uso eficiente de los recursos", argumentó Yasushiko Shibata, investigador del Yomuiri Research Institute.
El costo social de la crisis obligó al gobierno del primer ministro Keizo Obuchi sea confrontado con nuevas propuestas que no se concentran exclusivamente en el desarrollo.
Encuestas realizadas por medios de comunicación revelan que la población demanda mejoras en los sistemas sociales y critican la insistencia de Tokio por las obras públicas argumentando que es más urgente enfrentar los sectores de vivienda, educación y bienestar social.
"El papel del gobierno es asegurar la justicia social a favor de la estabilidad social. Es imperativo que nadie se caiga a las grietas del bajo crecimiento económico", demandó el diario Asahi Shinbum. (FIN/IPS/tra-en/sk/js/lc-mj/if dv/98