No faltan chivos expiatorios para los inversores de Estados Unidos que buscan un culpable por el declive de Wall Street, pese al repunte de hoy: desde el presidente Bill Clinton hasta el fiscal independiente Kenneth Star.
En medio de ambos están el secretario del Tesoro, Robert Rubin, el presidente ruso Boris Yeltsin, y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Cuando los tiempos son buenos -como el período previo al 17 de julio, cuando el índice industrial Dow Jones alcanzó un pico de 9.338 puntos-, las artimañas de los líderes y las instituciones mundiales son ignoradas o disculpadas.
Pero tras la caída de 512 puntos el lunes -el cierre más bajo desde el pasado noviembre-, la posibilidad de perder mucho dinero comenzó a preocupar a los inversores.
Unos 600.000 millones de dólares se evaporaron de la Bolsa de Valores de Nueva York, con uno de los derrumbes más estrepitosos de los últimos años.
Analistas de Wall Street hablaron esta semana de un "miedo palpable" entre los inversores y urgieron a la Reserva Federal a reducir su objetivo de 5,5 por ciento para la tasa de interés de los préstamos interbancarios de un día para otro.
También hubo advertencias de un colapso económico generalizado, aunque el Dow Jones recuperó este martes 3,8 por ciento de su valor al situarse en 288,36 puntos.
"Situaciones propias de la década de 1930, cuando país tras país devaluaba su moneda en busca de ventajas comerciales empobreciendo al mundo, eran impensables hace sólo unos meses, pero ahora no tanto", señaló The New York Times en su editorial de este martes.
"Estados Unidos puede aislarse del mundo exterior de alguna manera, y es posible que el mercado de valores se recupere y entre en carrera nuevamente", dijo Doug Henwood, analista económico y autor del libro "Wall Street".
Sin embargo, advirtió, "probablemente el mercado alcista haya muerto".
Parte de la culpa se atribuyó a Moscú, en un momento en que Yeltsin apenas se aferra el poder tras el rechazo parlamentario el lunes de su elegido para la jefatura de gobierno, Viktor Chernomyrdin.
Con la caída del rublo y la incapacidad de Rusia para pagar sus deudas a los acreedores, el gobierno de Yeltsin se transformó en un chivo expiatorio para los inversores.
Algunos expertos creen que la culpa no corresponde del todo a Moscú. David Kotz, profesor de la Universidad de Massachusetts en Amherst, dijo que el FMI perjudicó la economía rusa al obligar al gobierno a recortar el gasto, elevar los impuestos y restringir el crédito.
"Rusia siguió las pautas del FMI con más apego de lo que se habría esperado, y el resultado es el empobrecimiento de la gente. Moscú acaba de caer en mora con sus acreedores, pero hace años que dejó de pagar la deuda a sus trabajadores", explicó.
"Entre 35 y 40 por ciento de los trabajadores rusos no reciben sus salarios y 30 por ciento más los reciben con demoras", agregó Kotz.
En 1990, Rusia padeció una recesión económica, pero logró sobrevivir gracias a la producción interna, señaló Doug Hellinger, director de la organización no gubernamental Development Gap (Brecha del Desarrollo). Ahora depende de las importaciones y cuenta menos con la economía nacional.
"El FMI destruye las economías nacionales. Estamos creando una economía mundial que es hueca. Ya es hora de que los gobernantes responsables se detengan y digan 'Basta' ", expresó.
Hellinger también criticó al secretario del Tesoro, Robert Rubin. Los funcionarios estadounidenses sólo "se preocupan por los intereses financieros de Estados Unidos", aún cuando fallan las economías del sudeste asiático y de Rusia.
Rubin aseguró a los inversores, tras la caída de Wall Street el lunes, que "las bases de la economía estadounidense son fuertes, debido en parte a las sólidas políticas económicas que aplicamos y a la perspectiva de crecimiento con baja inflación y bajo desempleo".
El 27 de octubre, cuando el mercado se recuperó rápidamente de una caída de 554 puntos, Rubin utilizó casi las mismas palabras para tranquilizar a los inversores.
Pero incluso Rubin reconoció que el "mundo está pasando por un período difícil" y que los funcionarios estadounidenses son menos optimistas ahora que el año pasado con respecto a que los problemas de otras economías no afectarán a Estados Unidos.
La crisis de este año podría ser diferente por varias razones. Primero, Washington realizó una gran inversión política en Yeltsin, y como lo demuestra la cumbre de mandatarios en curso, el presidente ruso sigue siendo el hombre en el que Wall Street confía para aplicar sus políticas monetaristas y capitalistas.
En segundo lugar, los expertos creyeron que las economías asiáticas saldrían fortalecidas de la caída de la moneda que afectó más seriamente a Indonesia, Corea del Sur, Malasia y Tailandia.
Desde entonces, hay nuevos gobiernos en el poder en Tailandia, Corea del Sur e Indonesia, pero la región sigue padeciendo lo que parece ser una importante crisis económica.
Los problemas económicos mundiales disminuyeron el "entusiasmo por el aparente triunfo político del capitalismo, especialmente en los últimos años," cuando fue un "componente político vital del mercado alcista", señaló Henwood.
La seguridad psicológica invertida en el éxito de Wall Street hizo que 40 por ciento de las familias estadounidenses invirtieran en el mercado de valores el año pasado, explicó.
Los nuevos inversores se creían ganadores hasta hace poco y el optimismo fue compartido por Clinton. "El mercado de valores subió de 3.200 a 9.000 puntos desde que soy presidente, y no existe un antecedente similar en la historia", dijo en mayo.
Repentinamente, nadie es inmune a las críticas. Ni siquiera Clinton. Un encuestador republicano, Frank Luntz, estimó que 54 por ciento de los electores que participarán en los comicios legislativos de noviembre son propietarios de acciones o fondos mutuos, y quizá se preocupen por los últimos acontecimientos.
Clinton puede culpar a Kenneth Starr, el empedernido fiscal del escándalo de Mónica Lewinsky, por la debilidad política que padeció en los últimos meses. Yeltsin culpó al ex primer ministro Sergey Kiriyenko por la devaluación del rublo y el parlamento ruso culpa a Yeltsin.
Pero si la caída de las acciones provoca una recesión, tanto en Estados Unidos como en el exterior, muchos serán los que carguen con la culpa. (FIN/IPS/tra-en/fah/kb/ml-aq/if/98