BRASIL: Creciente desempleo de jóvenes anula "bono demográfico"

La juventud se asocia cada día más al desempleo. En Brasil, el fenómeno entre personas de hasta 24 años es al menos el doble que entre los mayores y tiende agravarse, convirtiendo en un problema el supuestamente favorable "bono demográfico".

La población del Sur en desarrollo frenó su crecimiento, aumentando la proporción de jóvenes. Una mayor cantidad de personas en edad productiva y un menor número de nacimientos favorecen el desarrollo, creado el "bono" al que se refiere el Fondo de Población de Naciones Unidas (FNUAP).

En Brasil, la población de 15 a 64 años está en franco aumento y representará 68,2 por ciento del total hacia el año 2015, según proyecciones del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).

Pero ese cambio en el perfil demográfico sólo sería beneficioso con mayor generación de empleo, algo muy difícil cuando agricultura e industria reducen su necesidad de mano de obra, advirtió Luiz Antonio Oliveira, jefe de estudios poblacionales del IBGE.

La reestructuración del mercado de trabajo en esta década se produjo principalmente en desmedro de los jóvenes. De los 2,5 millones de empleos destruidos entre 1989 y 1997 en Brasil, 62 por ciento pertenecían a este sector de la población, según el investigador Marcio Pochmann.

Pochmann, director del Centro de Estudios Sindicales y de Economía del Trabajo (CESIT), de la Universidad de Campinas, comentó que, con el aumento del desempleo, los trabajadores con mayor experiencia comenzaron a disputar incluso los puestos peor remunerados, por los que accedían los jóvenes al mercado laboral.

De 1986 a 1996, el desempleo entre los jóvenes aumentó 208 por ciento, alcanzando a 2,6 millones de personas, observó Pochmann en base a las estadísticas oficiales sobre la población económicamente activa de 10 a 24 años.

El CESIT, como otros institutos sindicales, incluye como trabajadores a menores a partir de 10 años, argumentando que esa es la realidad del mercado laboral brasileño, pese a la prohibición legal de trabajar antes de los 14 años.

En ese período de 1986 a 1996, la cantidad de jóvenes asalariados disminuyó 23,8 por ciento, mientras aumentó 59,3 por ciento la de los ocupados sin salario, lo que indica la gran transferencia al sector informal.

Un tercio de los que ingresan en el mercado de trabajo no obtienen empleo. Los hijos, que antes superaban a los padres en calidad de empleo y nivel de vida, ahora se ven sometidos a condiciones peores, señaló Pochmann.

Para aprovechar el factor poblacional sería necesario generar 1,7 millones de empleos cada año, para absorber los nuevos trabajadores, sin reducir el desempleo abierto, que se ubica en ocho por ciento.

Para esto, la economía tendría que crecer a un ritmo de cinco por ciento anual, estima la Organizacin Internacional del Trabajo, una meta que el gobierno brasileño apuntaba para principios del próximo siglo, pero posiblemente se vea postergada por la actual crisis financiera.

La economía brasileña está estancada desde comienzos de este año y será difícil evitar una recesión en 1999, ante el alza de los intereses y ajustes fiscales adoptados ante la fuga de capitales ocurrida desde agosto por efecto de la crisis asiática y rusa aún no neutralizados completamente.

Sin ampliación del mercado de trabajo nacional, los jóvenes están postergando el inicio de su vida profesional, en muchos casos dedicando más tiempo a la educación, un hecho positivo, según el ministro de Trabajo, Edward Amadeo.

Pero esto se refiere a la minoría que concluye la enseñanza secundaria y logra un lugar en las universidades o institutos de formación profesional. Las estadísticas indican que una parte mayor recurre al mercado informal.

Otra salida es la emigración. Brasil se convirtió en exportador de mano de obra juvenil, invirtiendo el flujo migratorio: más de 1,5 millones de jóvenes brasileños abandonaron el país desde la década pasada en busca de trabajo, según FNUAP.

La inversión de la tendencia demográfica debe ser acompañada de políticas de educación y salud para no desperdiciar su potencial productivo, recomienda a América Latina la agencia de las Naciones Unidas.

El ejemplo a seguir sería el del sudeste asiático, que elevó sustancialmente el nivel educativo de su población y obtuvo un crecimiento de 6,1 por ciento como promedio anual de 1965 a 1990.

Pero la oportunidad no se repite y los factores no coinciden. Además de la crisis financiera que traba el crecimiento, el proceso productivo, especialmente el industrial, también cambió con la tecnología y redujo la generación de empleo. (FIN/IPS/mo/ag/if-pr/98

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