/BOLETIN-INTEGRACION/ AMERICA LATINA: En pie de guerra contra calificadoras de riesgo

El corredor venezolano Rafael Alcantara aprendió hace tiempo a tomarse con humor las muchas veces que ejecutivos de firmas de Nueva York le preguntan si conoce a tal o cual operador bursátil que vive en Buenos Aires.

"Ni me esfuerzo en explicar a mis interlocutores telefónicos de Wall Street que Buenos Aires está tan lejos de Caracas que tardo más horas en llegar allí que a Nueva York o a París", comentó a IPS Alcántara, presidente de la Casa de Bolsa Cavelba.

La anécdota refleja una situación que este mes da pie a dura y unánime queja en América Latina sobre la superficialidad con que analizan sus mercados las calificadoras de riesgo, las bancas de inversión y los operadores de las "cities" financieras.

Las clasificadoras estadounidenses Moody's y Standard and Poor's rebajaron al comenzar el mes el grado asignado a las mayores economías latinoamericanas, avivando la caída de bolsas y monedas justamente cuando eran azotadas por el tornado provocado por la crisis de Rusia.

El lunes pasado, Standard and Poor's filtró la noticia de que evalúa una nueva rebaja de rango de la deuda venezolana y de otros países latinoamericanos, mientras que Moody's emitió el miércoles un informe positivo sobre el sistema bancario regional, pero dejó "el mensaje" de que varias entidades no sobrevirán.

Una rival europea de las calificadoras estadounidenses, Light IBCA, también respondió con la degradación de varios países de la región, ante la ola de desconfianza generalizada contra los mercados emergentes por el hundimiento del rublo.

Algunos analistas en Brasil, Colombia, México y Venezuela han trazado un paralelismo entre el rechazo que está germinando hacia los métodos y maneras de esas firmas y el que se fraguó contra la certificación antidrogas de Estados Unidos, tildada de ofensiva incluso por quienes reciben la aprobación de Washington.

Las calificadoras "se han convertido en una amenaza más temible que los terribles escuadrones (de la muerte) de otros tiempos para los países en desarrollo", dijo el presidente venezolano Rafael Caldera el jueves en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, dentro de un coro de quejas regionales en torno del problema ante el foro mundial.

"Descalificados del mundo, uníos", pidió uno de los desgarbados personajes con que el caricaturista chileno Peli ilustra la realidad para el diario venezolano Economía Hoy, al sintetizar la atmósfera creada contra las firmas evaluadoras.

Algo así sugirió el martes pasado el ministro venezolano de Planificación, Teodoro Petkoff, para quien "si todos los países latinoamericanos comenzamos a descalificar a las calificadoras por su falta de profesionalidad", los inversores dejarán de creer en "sus informes sesgados".

El ministro argentino de Economía, Roque Fernández, criticó a las calificadoras por la imprudencia que, a su juicio, significó lanzar sus decisiones en plena turbulencia, a sabiendas que con ello terminaban por hacer realidad pronósticos sin base, en lo que se ha dado en llamar "autoprofecías cumplidas".

"Cuando uno está en una sala repleta (de gente) no grita !fuego, fuego!, porque eso no soluciona el problema", dijo Fernández el día 4 en Washington, donde siete ministros latinoamericanos de Finanzas convocados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) censuraron a esas firmas.

El director gerente del FMI, Michael Camdessus, reconoció el martes en París que la descalificación de deudas regionales obedece a precaución por la volatilidad financiera más que a problemas reales. "Los rangos latinoamericanos se redujeron por dificultades al otro lado del mundo y no en el suyo", afirmó.

Las críticas a las calificadoras, lanzadas por gobernantes y el sector privado desde el río Bravo hasta la Patagonia, coinciden en subrayar la superficialidad de los análisis y la no discriminación entre mercados emergentes cuanto estalla una crisis, creando un efecto dominó y de contagio artificial.

Además, los latinoamericanos se sienten víctimas de una rigida sobrerreacción de las calificadoras, con la que éstas buscan "lavarse la cara" de la laxitud con que actuaron en la crisis detonada en el sudeste asiático en julio de 1997.

Por ejemplo, demoraron cuatro meses en bajar de categoría a Tailandia, el primer país en caer entonces, y la europea IBCA hizo público este año un "mea culpa" por no haber anticipado el desplome y subestimar el contagio asiático hasta su segunda ola, en octubre.

"Actúan a destiempo, en una sobrerreacción de pánico por equivocarse y de rebaño con que buscan lavar su pésima actuación en Asia, y descubren el agua tibia, como cuando notan sólo ahora que la moneda venezolana está sobrevaluada", dijo José Grasso, presidente de la consultora latinoamericana Softilne en Caracas.

"Los análisis de las calificadoras e inversores se basan en un tipo de generalización muy rápida y acrítica", apuntó el secretario permanente del Sistema Económico Latinoamericano (SELA), el argentino Carlos Moneta.

"Tienen un mapa del mundo disociado, muy de memoria, con desconocimientos muy elocuentes y en que a los datos técnicos de la economía suman un elemento altamente subjetivo y nuevo: la percepción", comentó Moneta en la sede del SELA en Caracas.

"Las decisiones no responden en forma coherente a una causa- efecto, al real riesgo-país, sino a variables con elementos emotivos y psicológicos", agregó.

Petkoff comentó que suele recibir a los analistas de las calificadoras y muchos de ellos son jóvenes bisoños, que visitan el país por dos o tres días con 100 preguntas anotadas y después escriben el informe que nutre decisiones vendidas por infalibles.

Con el estilo directo e irónico que le es propio, Petkoff señaló que las calificadoras han vuelto a la carga contra Brasil Venezuela al concluir el mes, "porque no los complacimos devaluando y están bravos (furiosos)".

El repunte del bolívar en el mercado cambiario hizo perder millones de dólares a los que confiaron en los vaticinios devaluacionistas.

Petkoff dijo sin ambages lo que en otras capitales de la región insinuaron este mes colegas suyos: no se trata de errores ingenuos, sin que detrás de los cambios de calificación y de la percepción negativa o positiva que generan se mueven millonarios intereses.

El economista venezolano Alcides Villalba fue el más contundente, al comparar las calificaciones financieras del Norte con las denostadas certificaciones de Estados Unidos a los países según colaboren o no con su óptica en la lucha contra las drogas.

Villalba, experto en mercados financieros, dijo que ambos procesos se parecen "en la arrogancia y en la alta subjetividad" con que se realizan, aunque las calificaciones económicas no despiertan aún en América Latina igual rechazo que las certificaciones políticas.

El experto subrayó que un problema del que se habla poco es que las calificadoras no son entidades independientes, como dicen, y que varias veces han protagonizado escándalos por sus "inocultables vínculos" con operadores de bolsa, cuyos intereses protegen, cuando no los favorecen directamente. (FIN/IPS/eg/ff/if ip/98

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