Una coalición de grupos ambientales, científicos, organizaciones de ayuda internacional y gremios empresariales urgió al Senado de Estados Unidos a ratificar el tratado sobre desertización de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La Convención para Combatir la Desertización data de 1994 y ya fue ratificada por otros 140 países, entre ellos casi todas las naciones de Africa, Asia y América Latina, regiones del planeta donde la degradación del suelo es devastadora.
De acuerdo con la coalición, la desertización provoca la reducción de las cosechas y el aumento de las hambrunas, y este proceso podría combatirse mediante la Convención, que establece un marco para permitir a los países intercambiar información y experiencias sobre manejo eficiente del territorio.
Agrupaciones como la Unión Nacional de Agricultores, CARE y la Fundación de la Vida Silvestre de Africa forman parte de la coalición que, al igual que el gobierno de Bill Clinton, espera lograr la aprobación de los legisladores antes de noviembre, cuando se realizará una reunión internacional sobre el tema.
«Casi todos los países grandes han reconocido que todos estamos involucrados en el tema de la desertización, y llegó la hora de que Estados Unidos se sume al esfuerzo», urgió el representante de la organización ambientalista EarthAction, Lois Barber.
Agregó que «si el Senado no ratifica el acuerdo, otros países no podrán acceder al conocimiento y la experiencia de Estados Unidos, un país que lleva décadas estudiando y controlando este problema».
El tratado cuenta con el respaldo de demócratas y republicanos en el parlamento, así que el verdadero peligro no es su rechazo, sino que quede olvidado en la trastienda sin captar la atención de los legisladores.
Este instrumento de la ONU pretende impulsar a los países a establecer redes de intercambio de información que permitan fortalecer esfuerzos nacionales e internacionales destinados a detener la degradación de los suelos, explicó el secretario general de la Convención, Hama Arba Diallo.
«Estados Unidos posee la mayor experiencia en este campo. Empezó en la década de 1930 para evitar la degradación de los suelos y mejorar el manejo de sus regiones agrícolas, lo cual le permitió acumular un nivel de conocimientos que podría beneficiar al planeta», añadió.
Cada año, la desertización severa causa la pérdida de casi cuatro millones de hectáreas de tierra cultivable en Africa, Asia y América, de acuerdo con cifras del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Esta agencia de la ONU precisó que la tercera parte de la tierra firme del planeta corre el peligro de convertirse en desierto, amenazando la subsistencia de más de 1.000 millones de personas.
«La desertización aumenta la pobreza, impide el crecimiento económico y detona la inestabilidad social», advirtió la representante norteamericana ante el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola de la ONU, Vera Weill-Halle. Pero este problema puede combatirse.
El manejo deficiente de la tierra y el agua, representado por prácticas como el sobrecultivo, el pastoreo excesivo de ganado o los métodos de irrigación equivocados, combinados con efectos climáticos como las sequías, permiten que el agua y el viento erosionen los suelos.
«Las sequías parecen responsables por la degradación, pero su influencia es similar a la de las malas prácticas en el manejo del territorio, que además incluyen el cultivo de suelos frágiles y las quemas», dijo el experto en desertización de la Universidad de Duke, William Schlesinger.
«Muchos estudios sobre desertización demuestran que sus efectos no pueden ser revertidos, pero sí es posible evitarlos. La restauración no es un proceso sencillo, y por lo tanto lo mejor es prevenir, como propone la Convención, y no permitir que se produzca una desertización severa», comentó.
Senadores republicanos que se han opuesto a instrumentos como el tratado de Cambio Climático de Kyoto o la Convención sobre Diversidad Biológica no rechazan el instrumento sobre desertización, pero tampoco han presionado para que sea sometido a consideración.
James Jeffords, senador republicano de Vermont, es uno de los pocos que impulsa una discusión sobre el tratado, pues lo considera como una oportunidad para que empresas agrícolas exporten tecnología y conocimientos hacia países afectados por la desertización.
«Si Estados Unidos no se hace parte de esta Convención, sus empresas y consultores quedarán marginados de las redes consideradas por ese acuerdo», argumentó el legislador.
La portavoz de la empresa Land O’Lakes, Kristin Penn, estuvo de acuerdo. «Grandes compañías del sector, como Cargill, Kraft y Monsanto, han manifestado su interés por este tratado».
El asesor ambiental de la Agencia de Desarrollo Internacional de Estados Unidos, Franklin Moore, consideró que la falta de voluntad política para tratar la convención tiene que ver con un malentendido sobre ese acuerdo y sobre el concepto de desertización.
«En Estados Unidos hay gente que piensa en la desertización como algo que le ocurre a otros países. Los senadores no parecen entender que Estados Unidos debería estar preocupado por los efectos de este fenómeno sobre la agricultura mundial y los mercados de granos», comentó Moore.
Una de las encargadas de la oficina del senador Jeffords que se encarga de promover el tema, Laurie Schultz, estimó que «lo único necesario para obtener la ratificación de Estados Unidos es una leve presión de la opinión pública y las organizaciones». (FIN/IPS/tra-en/dk/lc-ml/en/98