Un estudio científico reveló que especies de plantas genéticamente manipuladas tienen una incrementada capacidad de reproducción sexual y extienden sus genes modificados a plantas silvestres no alteradas.
El estudio, publicado el miércoles pasado en la revista especializada "Nature" y basado en investigaciones durante trabajos de campo, replantea temores de que los organismos producidos mediante ingeniería genética tendrán un efecto adverso en otras especies y el ambiente.
El nuevo hallazgo vuelve a plantear cuestionamientos de pequeños agricultores, científicos y ambientalistas en todo el mundo según quienes los genes añadidos o modificados de organismos manipulados podrían "escapar" a otros cultivos o hierbas a través de la reproducción sexual o la polinización cruzada.
El flujo de genes de especies fruto de la ingeniería genética a especies silvestres podría cambiar la diversidad genética y los procesos de ecosistemas enteros.
Corporaciones químicas y de la agroindustria desarrollaron una nueva generación de cosechas transgénicas y manipuladas que contienen características genéticas de otras plantas, virus, bacterias y animales. Estas nuevas plantas están diseñadas para que tengan rasgos imposibles de alcanzar con las técnicas clásicas.
Los científicos, por ejemplo, insertaron genes de proteínas"anticongelantes" de pescados al código genético de tomates para evitar que la fruta se dañe con las heladas.
La compañía basada en Estados Unidos Monsanto alteró plantas de soja para tolerar herbicidas y productos químicos manufacturados por la propia Monsanto. Además, genes de pollos fueron insertados en papas para aumentar su resistencia a enfermedades.
En el nuevo estudio publicado por "Nature", Joy Bergelson y otros científicos de la Universidad de Chicago en el estado de Illinois aifrman que, normalmente, el riesgo de que un gen se extienda a otras plantas es bajo si las plantas se autofertilizan.
Pero, tras varios estudios de campo, Bergelson y sus colegas informan que una planta modificada por la ingeniería genética para hacerla resistente al herbicida clorosulfuro es inusualmente promiscua.
Normalmente esta planta, conocida científicamente como arabidopsis thaliana, se autofertiliza y poliniza. Pero después que sus genes fueron modificados, se poliniza 20 veces más con otras plantas thaliana no genéticamente mofificadas o silvestres.
Por lo tanto, indican investigadores, el estudio revela que la thaliana silvestre tiene más posibilidades de ser fertilizada por el polen de la thaliana manipulada que de autorreproducirse.
"Estos resultados revelan que la ingeniería genética puede aumentar sustancialmente la probabilidad de un escape transgénico, incluso en una especie considerada casi completamente autopolinizante", afirma el estudio.
Aunque los investigadores no saben porqué la planta es más fértil tras haber sido sometida a la ingeniería genética, afirman que su descubrimiento tiene consecuencias serias, ya que "este gen (alterado biológicamente) ha sido introducido a docenas de cultivos".
Investigadores, agricultores y ambientalistas temen que los genes trasladados para la tolerancia de herbicidas y la resistencia a pestes y enfermedades podrían escapar, y, mediante la polinización cruzada, insertarse en familiares silvestres u otros cultivos.
Esto puede alterar el equilibrio en los ecosistemas, al crear hierbas, plantas y cultivos resistenes a herbicidas, pestes y virus, dijo Rissler.
Los científicos, por ejemplo, transfirieron al arroz indio el gen de una bacteria llamada bacillus thuringiensis, o Bt, que actúa como pesticida.
Los biólogos que estudian los insectos temen que este nuevo arroz BT, que es polinizado por el viento, pueda extenderse a plantas silvestres emparentadas. Esto llevaría a la resistencia a las pestes de las plantas y aumentaría la posiblidad de crear insectos superresistentes a los pesticidas.
Las implicaciones del estudio de "Nature" causaron alarma entre los preocupados por una nueva técnica de ingeniería genética que permitiría a compañías vendedoras de semillas poner en funcionamiento o eliminar el proceso reproductivo de una planta.
Esto significa que si los agricultores intentan replantar la semilla cosechada, esta podría ser estéril.
La empresa basada en Mississippi Delta and Pine Land, la mayor de venta de semillas de algodón en Estados Unidos, ha sido criticada por su nueva tecnología por organizaciones de agricultores en países en desarrollo.
Muchos agricultores que conservan las semillas de una cosecha anterior para la próxima estación sufrirán las consecuencias de esta nueva tecnología aún cuando no compren las semillas manipuladas.
"El polen de cultivos con el nuevo rasgo infectará los campos de agricultores que rechazan o no pueden cubrir el costo de la tecnología", dijo Neth Dano, director de SEARICE, una organización que trabaja con agricultores del sudeste de Asia.
Esta nueva tecnología de semillas no es un caso aislado, afirman organizaciones de agricultores. Zeneca BioSciences, una empresa británica, solicitó patentes en 58 países por su nuevo producto químico que trabaja junto a un cultivo manipulado genéticamente para activar o detener genes cruciales en el desarrollo normal de una planta.
Grupos de agricultores en países en desarrollo consideran que este nuevo invento hace imposible salvar semillas protegidas de estación en estación. El descubrimiento del nuevo estudio publicado en "Nature" indica que un rasgo genético podría extenderse fácilmente a otros cultivos a través de la reproducción sexual.
"Los agricultores podrían encontrar que su vecino compró la tecnología y esta se polinizó en su campo, dejándoles semillas muertas", dijo Monica Opole, coordinadora del Programa Comunitario de Conservación y Desarrollo de la Biodiversidad, con sede en Kenia.
"Quién sabe cómo esta tecnología interactuará con la naturaleza, especialmente mientras se extiende con el tiempo e inevitablemente se cruza con las variedades de los agricultores", agregó Opole. (FIN/IPS/tra-en/dk/kb/lp/en dv/98