Los cambios políticos en Indonesia fueron considerados una oportunidad para que Australia modificara su estrategia frente a ese país, pero el tiempo pasa y aún no se produce cambio alguno en las relaciones bilaterales.
Observadores políticos destacaron que meses después de la renuncia del presidente Alí Suharto, ocurrida en mayo, el gobierno australiano sigue tratando con "guantes de seda" a Yakarta, y pierde la oportunidad de impulsar verdaderos cambios en la situación política indonesia.
"Esta es una oportunidad sin precedentes, hay espacio para el cambio… pero es posible que no dure mucho, así que deberíamos acercarnos y fortalecer a la sociedad civil de Indonesia", comentó el coordinador de derechos humanos del Consejo Australiano de Ayuda Exterior (ACFOA), Pat Walsh.
El especialista en Indonesia Damien Kingsbury, de la Universidad Monash en Melbourne, coincidió en que esa nación atraviesa por un cambio profundo que se acelerará en los próximos 12 o 18 meses.
"Australia debería estar reconsiderando sus relaciones con este país. Pero hasta ahora la estrategia del gobierno australiano ha sido la de mantener su posición anterior, y casi nada ha cambiado", dijo Kingsbury.
Australia respaldó el régimen del "nuevo orden" de Suharto, pero en los últimos meses el gobierno ha estado bajo fuerte presión para que reconsidere su posición frente a Indonesia.
En particular, existen peticiones nacionales e internacionales para que desista de su reconocimiento a la anexión de Timor Oriental, y más bien asuma el importante papel de mediador entre las partes en conflicto en esta ex colonia portuguesa.
Hasta comienzos de los 70, las relaciones entre Australia e Indonesia no eran fáciles. Yakarta consideraba a este país representante de los intereses capitalistas en el sudeste asiático, mientras Canberra sospechaba del nacionalismo y las simpatías comunistas de Mohamed Sukarno, predecesor de Suharto.
La situación se alivió en 1972, cuando en Australia asumió un gobierno del Partido Laborista decidido a estrechar los vínculos con Indonesia.
"Fue reconocida la importancia de Indonesia para permitirle a Australia un acercamiento a la región asiática, y a partir de entonces las autoridades de este país procuraron reforzar las relaciones bilaterales", dijo Kingsbury.
Esta estrategia fue impulsada en los años 80, con el respaldo de un grupo de presión favorable a Indonesia, formado por académicos, ex embajadores en Yakarta y altos dirigentes de los partidos Liberal y Laborista.
"Su posición era que debíamos mantener buenas relaciones con Indonesia pese a sus errores. Y eso significó que Australia hiciera la vista gorda ante una gran cantidad de problemas, como violaciones de derechos humanos, falta de democracia y fuerte presencia militar en el gobierno", añadió Kingsbury.
Esta estrategia también se puso en práctica tras la invasión indonesia a Timor Oriental en 1975. "Australia fue uno de los primeros en reconocer la soberanía de Indonesia sobre este territorio en 1979, una posición que seguimos manteniendo pese a la gran cantidad de críticas", dijo el experto.
Este reconocimiento también implicó cooperación militar en pertrechos y capacitación. Pero ahora se pide un cambio de posición, incluyendo el campo de cooperación militar y el respaldo a la unidad de élite Kopassus vinculada a violaciones de derechos humanos en Timor Oriental, Aceh e Irian Jaya.
Entretanto, algunos miembros del parlamento demandan investigar los bienes que la familia de Suharto tendría en Australia, tras informes según los cuales cinco hijos del ex presidente tienen negocios aquí, incluyendo campos petroleros, estaciones eléctricas, fabricas y agencias de publicidad.
Pero la única declaración pública que ha hecho el gobierno australiano respecto de Indonesia sólo consiguió enardecer a los grupos defensores de derechos humanos.
El ministro de Relaciones Exteriores, Alexander Downer, aplaudió la decisión del nuevo gobierno de Habibie de entregar autonomía limitada a Timor Oriental, pero advirtió que sería contraproducente darle autodeterminación, pues eso provocaría una guerra civil.
De esta forma, Downer reiteró el argumento australiano de que Timor Oriental no está preparado para la independencia pues es muy pequeño y su economía es muy débil.
Esta posición generó críticas del independentista timorés y premio Nobel José Ramos Horta, quien consideró que Australia "debe compartir la responsabilidad por años de encubrimiento".
Encuestas realizadas en Australia demuestran que la mayoría de la población considera que su país debería respaldar a Timor Oriental, aún si peligran las relaciones con Indonesia.
Entretanto, la pequeña comunidad timoresa instalada en este país también demanda que el gobierno australiano los escuche, y no se limite a considerar sólo la posición de Indonesia.
Algunos analistas consideran que la posición del gobierno se explica por el temor de que Indonesia deje de ser un Estado unitario, y por la avalancha de refugiados que podrían producirse en ese caso. (FIN/IPS/tra-en/awn/cb/js/lc-mj/ip/98