El empresario y ex gobernador Henrique Salas cabalga en Venezuela hacia la meta de convertirse en la opción al ex líder golpista y militar retirado Hugo Chávez en las elecciones presidenciales de diciembre.
"Yo represento la opción creíble en el campo democrático", sentenció Salas, de 62 años, en una reunión con corresponsales extranjeros este miércoles, cuando todas las encuestas pasaron a ubicarle en segundo lugar en las simpatías electorales.
El candidato independiente ofrece "democracia con autoridad en lugar de autoritarismo" y se declara hijo del proceso de descentralización en Venezuela, con un discurso reformista y una imagen que logró imponer paso a paso con el apoyo de un brioso caballo blanco que ahora lo identifica.
Los últimos sondeos electorales a nivel nacional realizados por cuatro empresas diferentes le adjudican una intención de voto de entre 22 y 26 por ciento, aunque aún a mucha distancia de Chávez, con el respaldo de entre 36 y 45 por ciento.
Salas puntualizó que de llegar al poder no emulará al presidente peruano Alberto Fujimori, quien en abril de 1992 disolvió el parlamento e intervinó el poder judicial, si bien justificó una vez más aquel "autogolpe" por las circunstancias internas en que estaba ese país.
"En octubre superaré a Chávez", aseguró el ex gobernador (1990-1996) del industrial estado central de Carabobo durante los dos trienios constitucionales permitidos, cuando fue elegido su hijo Enrique Salas Feo.
El aspirante del movimiento Proyecto Venezuela ofrece extender la experiencia de descentralización de Carabobo, una de las más exitosas y con un respaldo nacional de 71 por ciento, que se basó en la mejora de la productividad, las inversiones, la salud, la educación y los servicios.
Salas desbancó del segundo lugar a la ex alcaldesa Irene Saéz, ya desbancada en marzo por Chávez del primer puesto, en un panorama electoral donde los cambios de escenario han sido la norma aún antes de que comience oficialmente la campaña, el día 8.
La ventaja de Salas es que en todos los sondeos aparece como el candidato con menor rechazo, menos de tres por ciento, entre los seis principales aspirantes a sustituir en febrero al octogenario independiente democristiano Rafael Caldera.
Salas se declaró vinculado al humanismo cristiano e insistió en no ser catalogado como conservador, mientras argumentó que tras la caída del Muro de Berlin en 1989 las etiquetas de derecha e izquierda han quedado desfasadas.
"Me inscribo en la defensa de los derechos ciudanos, la descentralización del poder y la globalización", explicó el líder de Proyecto Venezuela, grupo formado para impulsar su candidatura que no recibe respaldo de fuerzas tradicionales, a diferencia de sus dos principales oponentes.
Salas aseguró que el problema del país es fundamentalmente político y que los desequilibrios económicos son fruto del mal manejo que hizo del país un bipartidismo clientelista, de cúpulas y sin imagen "que abandonó a Venezuela".
El aspirante a transformarse en el último gobernante venezolano del siglo aseguró que la confianza de los inversores internos y externos retornará a medida que vaya imponiéndose su candidatura "frente a un Chávez que pierde sustento".
El ex gobernador aseguró que aunque Chávez diga presentarse como el promotor de "una revolución" que vengará a la mayoría de la población empobrecida de un liderazgo agotado, el militar retirado de 44 años representa, en realidad, "la contrarrevolución" y el "recentralismo".
Salas recordó que el cruento intento de golpe de Estado impulsado por Chávez y un grupo de tenientes coroneles contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez (1989-1993) detuvo el proceso de reformas y modernización política y económica.
Economista egresado de la estadounidense Universidad de Yale y ligado al partido socialcristiano Copei hasta que afianzó su propio liderazgo en Carabobo, Salas precisó que en economía tampoco favorece las posiciones extremas y que no puede ser catalogado ni de neoliberal ni de populista.
"Me niego a arrodillarme ante el altar de la privatización", matizó, al insistir en que el desprendimiento del Estado de funciones productivas o gestoras que no son esenciales es un asunto práctico.
Rechazó la posibilidad de privatizar Petróleos de Venezuela (PDVSA), que controla el sector del que depende la economía del país, así como el área de generación de energía, al mismo tiempo que se declaró favorable a concesiones en áreas como las cárceles y el servicio de correos.
También calificó de "disparate" la propuesta de Chávez de desprenderse de las empresas que PDVSA tiene en Estados Unidos, Alemania y otros países del Norte industrial, porque gracias a ellas Venezuela tiene garantizada la venta de su petróleo.
Pero igualmente se pronunció por poner un fuerte freno al plan de expansión iniciado por PDVSA en 1996 con participación de las transnacionales, que inicialmente contemplaba llevar la capacidad productiva a seis millones de barriles diarios en el 2006 y ahora establece una meta de 5,8 millones para el 2008.
Venezuela fue vapuleada este año por una caída de los precios del petróleo de más de 30 por ciento, lo que descuadró las cuentas nacionales, en un país en que el crudo aporta más de 20 por ciento del producto interno, 40 por ciento del presupuesto y 77 por ciento de las divisas.
Salas planteó la creación de un fondo de estabilización económica al que se canalicen los ingresos cuando el barril petrolero se coloque por encima de 12 dólares. "La meta es que el petróleo no aporte más de 20 por ciento de los ingresos fiscales", precisó. (FIN/IPS/eg/mj/ip/98