Los insurgentes banyamulenges continúan su avance hacia la capital de República Democrática de Congo (RDC, ex Zaire), mientras el presidente Laurent Kabila atribuye la rebelión a la intervención de los estados vecinos de este país de Africa central.
Los combates empezaron el domingo 2, días después de que Kabila ordenara el retiro del país de las tropas ruandesas que lo ayudaron, junto con los banyamulenges, a derrocar al dictador Mobutu Sese Seko y tomar el poder en mayo de 1997.
Los banyamulenges comparten el lenguaje y origen étnico con los tutsis de Ruanda.
La lucha se concentra principalmente en el extremo oeste del país, próxima a la frontera con Angola. El gobierno habría enviado fuertes refuerzos a las localidades de Moanda, en la costa atlántica, y de Matadi, junto al río Congo, ambas bajo control de los rebeldes.
El oeste es fundamental para el gobierno porque la energía eléctrica de Kinshasa procede de una represa hidroeléctrica en la localidad occidental de Inga. La región es objeto de intereses petroleros y fuente de importante comercio fluvial.
La lógica insurgente es clara, según un analista militar. "Los rebeldes presionan en el oeste para obtener concesiones en el este. Si no lo logran, sencillamente cortarán la energía a Kinshasa para hacerle imposible la situación a Kabila", predijo.
La situación del poder en la zona occidental no queda clara. Informes sin confirmar indican que el gobierno realiza avances, pero los insurgentes también habrían recibido refuerzos y provisiones.
Kinshasa acusa a Ruanda, Uganda y Burundi de interferir en sus asuntos internos. Uganda fue acusada de orquestar una nueva ofensiva en el nordeste de RDC.
El ministro de Información congoleño Didier Mumengi declaró el domingo por televisión que soldados ugandeses se dirigían al poblado de Bunia, en el extremo oriente del país, junto al lago Alberto y a la frontera con Uganda.
Mumengi también reiteró las acusaciones del gobierno a Ruanda de participación en los combates y atribuyó a ese país haber iniciado una campaña de "exterminio" en la localidad oriental de Bukavu.
Kabila criticó enérgicamente al presidente de Uganda, Yoweri Museveni, en la cumbre realizada el sábado en Cataratas Victoria, Zimbabwe. Pero fuentes cercanas al encuentro señalaron que Museveni descartó las acusaciones de Kabila y exigió pruebas sobre la supuesta intervención en RDC de su país y Ruanda.
Uganda y Ruanda critican la incapacidad de Kabila para reprimir a las fuerzas insurgentes que operan fuera del este de RDC. La zona occidental de Uganda estuvo seriamente expuesta a los ataques de los rebeldes de las Fuerzas Democráticas Aliadas congoleñas.
Las Fuerzas Democráticas Aliadas atacaron el viernes 7 la localidad de Kasese, en la zona occidental de Uganda, y mataron a 19 soldados y siete civiles. El ataque tuvo lugar pocas horas antes de una visita del presidente Museveni. Cinco días antes, 16 personas habían muerto en un golpe similar.
Un asesor del presidente Museveni confirmó que las Fuerzas Democráticas Aliadas operan fuera del territorio de RDC, en ocasiones con ayuda de los guerrilleros ruandeses interahamwes.
Pero el funcionario agregó que Uganda no acusa a Kinshasa de asistir a las Fuerzas Democráticas Aliadas, como Ruanda acusó a Kabila de respaldar a los interahamwes, y señaló que soldados de RDC participaron con anterioridad junto con soldados ugandeses en operaciones conjuntas.
Ruanda también desechó las acusaciones de RDC. El presidente ruandés Pasteur Bizimingu, a la vuelta de la cumbre de Zimbabwe, declaró que Kabila no tiene pruebas de la participación ruandesa en la rebelión.
Bizimingu agregó que el comando militar congoleño supervisó, a fines de julio, el repliegue del personal ruandés que aún permanecía en RDC.
Aunque niega su participación en RDC, los ataques verbales de Ruanda contra Kinshasa van en aumento. Bizimingu respaldó a Kabila en un principio "porque hacía mucho tiempo que combatía contra Mobutu, pero luego el poder lo cambió", aseguró.
Bizimungu dijo que Kabila había mentido desde el principio sobre la forma en que manejó a los insurgentes interahamwes establecidos en el territorio congoleño, y sostuvo que les brindó su respaldo en lugar de expulsarlos de Kivu como había prometido.
"Tenemos pruebas de que Kinshasa entrenó a 10.000 de estos insurgentes en Kamina", en el extremo sur de RDC, dijo Bizimungu.
"Como nosotros, Angola no está conforme con Kabila, porque no hizo lo que dijo", declaró.
Kinshasa también acusó a Burundi de interferir en sus asuntos internos. El ministro de Defensa de Bujumbura, coronel Alfred Nkurunziza, dijo el viernes que las acusaciones de RDC eran "sucias mentiras", y manifestó su preocupación porque el conflicto en ese país se pueda extender a Burundi.
El ministro negó que Burundi haya enviado cientos de soldados al este de RDC para ayudar a los insurgentes a expulsar a Kabila, como sostiene Kinshasa. "No tenemos interés en ese emprendimiento, que es un asunto interno congoleño", aseguró Nkurunziza.
RDC "es un país vecino con dificultades, con población de Burundi que puede trasladarse a nuestro país", agregó.
Bujumbura teme que la rebelión de RDC pueda provocar ataques a Burundi por parte de insurgentes hutus que se aprovechan de la situación.
Durante el régimen de Mobutu, insurgentes hutus de Burundi utilizaron los campamentos de refugiados ruandeses en el este de RDC para atacar el territorio de Burundi. "No queremos que esa situación se repita", expresó Nkurunziza.
Informes de RDC aseguran que Kinshasa utiliza la retórica antitutsi para movilizar a los reclutas y reforzar las fuerzas de Kabila. Fuentes diplomáticas en Kinshasa confirmaron el fin de semana que 5.000 jóvenes fueron entrenados antes de ser enviados a las zonas de combate.
Una fuente diplomática en la ciudad ruandesa de Gisenyi cree que al régimen de Kabila no le queda mucho tiempo en el poder.
"Los últimos acontecimientos y la captura de importantes ciudades por los rebeldes en RDC indican la caída inminente de Kinshasa", opinó el diplomático. (FIN/IPS/tra-en/cs/jbk/pm/aq-ml/ip/98