Varias ciudades de Italia lanzaron una cruzada contra la prostitución al disponer la aplicación de elevadas multas a los potenciales consumidores de servicios sexuales, pero por violación de las normas de tránsito.
Las multas de hasta 700 dólares se comenzaron a imponer en Milán, Génova y Florencia, mientras las autoridades de Roma aún discuten esta posibilidad.
La prostitución no está prohibida en Italia, por lo que las sanciones se aplican a automovilistas que se acercan a una prostituta, por frenadas bruscas, disminución repentina y sin motivo de la velocidad y cualquier maniobra que afecte el tránsito.
Pero las multas solo lograron alejar a las prostitutas del centro de las ciudades a lugares deshabitados.
La ley que ordenó en 1958 el cierre de los prostíbulos, tras un debate de diez años, lanzó a las prostitutas a la calle. Ahora, se las conoce como "luciérnagas" porque prenden fuego para llamar la atención de sus clientes y, en invierno, para combatir el frío.
En el parlamento italiano se presentaron desde 1966 trece proyectos para modificar esa ley. La intención de los proponentes es atender el impacto social, sanitario y de orden público de la prostitución.
El Ministerio del Interior estima que en Italia trabajan 30.000 prostitutas, 80 por ciento de las cuales son extranjeras y 2.000, menores de edad.
De Nigeria proceden 59 por ciento de las prostitutas extranjeras, 14,1 por ciento, de Albania, 10 por ciento, de la antigua Yugoslavia, 8,1 por ciento, de América Latina, y 3,6 por ciento, de Africa septentrional.
Las autoridades estiman también que la prostitución mueve 3.000 millones de dólares anuales en Italia. Las organizaciones de proxenetas depositan hasta 20 millones de dólares por semana en cuentas bancarias abiertas en Suiza.
El debate gira ahora en torno a la reapertura de los prostíbulos, reglamentados por Napoleón cuando ocupó Italia en 1860 para proteger la salud de sus soldados.
La ministra de Solidaridad Social, Livia Turco, se declaró este jueves partidaria de aplicar multas a los clientes pero contraria a la apertura de los prostíbulos por considerar que eso no sería "moralmente aceptable".
Pero Turco se manifestó favorable al hipotético establecimiento de cooperativas o de lugares de encuentro administrados por las propias prostitutas.
Para la ministra, el verdadero problema es "la lucha contra la esclavitud y los traficantes de prostitutas". "La prostitución cambió mucho en los últimos años, pues es cada vez más una actividad forzada", dijo.
El sacerdote Don Oreste Benzi consideró que las multas son un primer paso para que "estas hermanas desgraciadas que merecen amor" sean liberadas del "crimen organizado que seduce, engaña, secuestra y asesina a las niñas y que explota bestialmente este comercio inhumano".
Don Benzi creó en Milán una comunidad para recibir a las prostitutas que deciden dejar las calles. "Desde 1991, hemos atendido a más de 1.000 y ahora hay 150", dijo.
"El primer criminal es el cliente. Se debe castigar a los que buscan el amor pagando porque debemos considerar esclavas a todas las mujeres de la calle", agregó.
Media desnuda, una prostituta brasileña, Maggie Lou, de 30 años, es una de las pocas que se mantiene en una de las calles del centro de Milán.
"Antes éramos 90 en esta zona. Es mejor así, porque la competencia será menor", declaró Maggie Lou a la prensa italiana.
La mujer aseguró que después de nueve años de trabajar en ese lugar no está dispuesta a abandonarlo. Su intención, dijo, es juntar dinero para volver a su país y abrir allí un comercio. (FIN/IPS/jp/mj/ip hd/98