Unas 2.000 personas exigen una solución tras pasar 12 años en nueve campamentos para refugiados en Camerún, luego de que un desastre natural los expulsara de sus hogares cerca del lago Nyos, en el noroeste de este país africano.
Gambo Djibril y su familia debieron abandonar sus hogares cuando un gas tóxico que liberó el lago Nyos en agosto de 1986 mató a 1.800 personas y provocó el desplazamiento de 2.000 más. El desastre también mató animales salvajes y ganado, y concentró la atención internacional en Camerún.
Científicos creen que el gas se acumuló durante un largo período de tiempo en la profundidad del lago, hasta que alcanzó el punto de saturación y provocó una explosión. Las pruebas revelaron una alta concentración de bicarbonato de sodio en el agua.
Djibril y otros supervivientes fueron sacados rápidamente de la zona y ubicados en los nueve campamentos. Los desplazados estaban contentos de abandonar el "lago asesino", pero ahora quieren volver a casa.
"Los terrenos de entre 30 y 50 metros cuadrados que se entregaron a cada familia son demasiado pequeños. Las vacas no pueden pastar y ni siquiera podemos trabajar la tierra para alimentarnos. ¿Qué estamos haciendo aquí, entonces?", se preguntó Djibril, criador de ganado en el campamento de Kumfutu.
"En Nyos la tierra era fértil y suficiente para la agricultura y el pastoreo", agregó.
Los desplazados cuentan con buenos refugios, pero aseguran que es lo único que recibieron, a pesar de que se les prometió educación, atención médica y otros servicios sociales.
"Al principio teníamos un buen centro de salud en Subum (localidad cercana al lago Nyos) y una buena carretera. Cultivábamos arroz", señaló Ben Dom, maestro en Buabua, el mayor de los nueve campamentos con 639 refugiados.
"Ahora ni siquiera podemos vender lo que producimos porque no hay carreteras que conduzcan al mercado", dijo.
"Estamos en el infierno desde que nos abandonaron aquí. No tenemos alimentos, ropa, ni atención médica. Nos estamos muriendo sin ayuda. Las autoridades vinieron en varias ocasiones y nos preguntaron qué queríamos. Hicieron promesas y desaparecieron. Pero después de 1989 dejaron de venir", dijo Pa Jeremiah Ful.
"La clínica de salud más cercana está a 20 kilómetros, una caminata de cinco horas. A una persona enferma le lleva todo el día. Por eso algunos pacientes murieron en el camino", aseguró el refugiado.
Pero retornar a la zona del lago Nyos parece fuera de discusión ya que sigue siendo peligrosa, según un estudio geológico realizado en 1995.
El estudio reveló que es posible retirar el gas tóxico del lago, pero exigiría recursos financieros que el gobierno no tiene, explicó un funcionario del Ministerio de Minas, Energía y Recursos Hídricos.
"En nuestra última visita al lago observamos que la concentración de gas en el agua es más alta que antes. El color del agua también está cambiando", explicó el geólogo Isaac Konfor Njilah, de la Universidad de Yaoundé I.
Algunos de los refugiados abandonaron los campamentos y volvieron a sus casas, aunque se les advirtió que no deben retornar a la zona del lago Nyos.
El sacerdote John Musi, de la iglesia de St. Martin, en Wum, la oficina administrativa más próxima al campamento de Ipalim, dijo que el gobierno abandonó a la gente en los nueve refugios.
"Pienso que el gobierno sólo los evacuó. No fueron reubicados en realidad. Sólo los quitaron de la zona en peligro y los dejaron en los campamentos. Aún los considero víctimas que necesitan ayuda", agregó.
Poco después de que ocurriera el desastre en 1986, se creó el Comité de Administración de Ayuda para el Lago Nyos con el fin de organizar la ayuda de emergencia procedente de diversas organizaciones para las personas desplazadas.
Pero el Comité, ya disuelto, fue acusado de malversación y nadie parece saber con qué fines se utilizó la ayuda recibida.
"Estas personas perdieron sus casas, propiedades y su ganado. Pero no se hizo nada para reaprovisionarlos, a pesar de los millones de dólares en materiales y asistencia financiera que se recibieron con ese fin", se quejó Barnabas Asah, de Wum.
El gobierno no proporcionó a los refugiados del lago Nyos lo necesario para sobrevivir en el futuro, lejos de sus hogares, aseguró Musi.
Por ahora, el gobierno parece no tener respuestas para los sobrevivientes del lago Nyos.
"Sería muy peligroso que la gente vuelva a sus hogares. Nadie puede estimar cuánto tiempo tardará el gas en acumularse hasta llegar nuevamente al grado de saturación", declaró un funcionario del Ministerio de Minas, Energía y Recursos Hídricos. (FIN/IPS/tra-en/tm/pm/aq/pr/98