Las empresas productoras de flores, que constituyen una de las exportaciones más rentables de Kenia, comenzaron a invertir en seguridad social y protección ambiental con el fin de conjurar críticas en su principal mercado, Europa.
La Compañía de Desarrollo de Oserian, que cultiva 5.000 hectáreas de flores, anunció inversiones por más de 3,5 millones de dólares destinadas a mejorar los servicios de salud, educación y vivienda de las familias de sus 5.500 empleados.
"Queremos que todos los trabajadores tengan una vivienda en el 2010", dijo el gerente de Oserian, Tom Fraser, y señaló que 3.000 empleados ya han logrado este beneficio. Por otra parte, la empresa invertirá en una reserva de biodiversidad de 8.000 hectáreas.
Otra compañía, Sher, informó que construirá un centro de cuidado diario con 80 camas para que las madres trabajadoras puedan dejar a sus hijos.
Las dos compañías niegan que los informes de prensa internacionales sobre enfermedades causadas por la mala calidad del agua y contaminación con pesticidas entre los trabajadores del sector hayan motivado estas nuevas inversiones sociales.
"Hace bastante tiempo que nosotros tenemos programas sociales y de vivienda… esos informes no tienen base y buscan quitarnos mercados", dijo el representante de Sher, Philippe Nsazimana, quien negó versiones sobre la muerte de 28 trabajadores por disentería.
La Asociación de Productores de Flores de Kenia (APFK), encargada de supervisar la actividad de los horticultores, coincide en que los ataques contra los productores de este país tienen como objetivo sacarlos de los mercados europeos.
Las empresas de flores de países en desarrollo como Kenia fueron afectadas por medidas proteccionistas en el pasado y ahora son objeto de sospechas por lo que se denuncia como deterioradas condiciones de producción, destacó la APFK.
El escrutinio al que están sometidas las flores tiene por objeto disminuir las importaciones provenientes de países en desarrollo, añadió la Asociación.
"La mayor debilidad de la horticultura africana se origina en un estereotipo europeo según el cual ningún producto de este continente cumple con las normas de producción socio-ambientales, económicas e incluso políticas", dijo el encargado técnico de APFK, Chris Mukindia.
Mukindia dijo que cuando se cumplen esas normas, "la publicidad negativa argumenta que nuestros agricultores son analfabetos y no entienden las instrucciones de los productos químicos", y destacó que la campaña afecta a un sector generador de más de un millón de puestos de trabajo.
El Consejo de las Flores de Kenia, otro organismo encargado de supervisar el sector, informó que este rubro creció 20 por ciento desde 1992 y es uno de los más dinámicos de la economía del país.
Europa es el mercado de destino de la gran mayoría de las flores de Kenia, entre las cuales predominan las rosas y los claveles. Las 35.000 toneladas valoradas en 80 millones de dólares exportadas en 1996 desplazaron a las hortalizas en la oferta de este país.
En los próximos cinco años, la producción de flores debería crecer 10 por ciento, según estimaciones del sector.
"Las flores son clave para la economía de Kenia", dijo Mukindia, quien consideró que en vista de su importancia no tendría sentido condenar a los trabajadores a vivir en condiciones que están por debajo de las normas requeridas.
"Todos los trabajadores reciben capacitación para el uso seguro de los pesticidas, y por otra parte somos muy estrictos en el aspecto ecológico", aseguró.
Kenia, que es el principal productor de rosas de Africa, manda 65 por ciento de sus exportaciones europeas a Holanda, y el otro 35 por ciento a Gran Bretaña.
Joshua Onyango, padre de cinco niños que pasa 12 horas al día en granjas de cultivo de flores, coincide en que hay avances en materia de vivienda, aunque se queja de su sueldo que ronda los 80 dólares, insuficiente para mantener su familia.
"Vivimos mejor que cuando estábamos en las barriadas sin agua potable, pero también necesitamos que nos paguen por las largas jornadas de trabajo", dijo Onyango.
A nivel local también han surgido críticas porque el cultivo de flores estaría amenazando la seguridad alimentaria, dado que muchos agricultores abandonan el maíz o los frijoles a cambio de una cosecha más rentable.
Pero los productores de flores niegan esa situación y aseguran que sus terrenos también son utilizados para cultivar alimentos. En Oserian, Fraser comentó que ellos plantas repollos y papas, con los cuales contribuyen a la alimentación de sus empleados. (FIN/IPS/tra-en/ja/pm/lc-ml/if-en/98