El proceso de desarme mundial iniciado al término de la guerra fría tiene poca incidencia en América Latina, única región donde el gasto militar ha aumentado en relación al producto interno bruto (PIB) en esta década.
Así lo advierten los investigadores Eugenio Lahera y Marcelo Ortúzar, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en un estudio donde llaman a abrir un debate público sobre el gasto de los gobiernos en defensa.
Los gobiernos de la región gastan un promedio de un dólar en defensa por cada 1,1 dólares de gasto directo en educación y 0,9 dólares en salud, según el estudio de Lahera y Ortúzar, difundido por la sede central de Cepal en Santiago de Chile.
"Al igual que ante cualquier otro gasto público, corresponde abrir un debate sobre la eficacia y eficiencia del gasto militar en América Latina en relación al proceso económico en general y a su impacto económico en particular", plantean los autores.
El estudio, titulado "Gasto militar y desarrollo económico en América Latina", publicado este mes en la última edición de la Revista de la Cepal, incluye numerosos indicadores que muestran el efecto crítico de las inversiones en defensa.
"Según la estimación más conservadora, la participación del gasto militar en el gasto del gobierno central en los países de América Latina y el Caribe alcanza el 9,7 por ciento como promedio a mediados de la presente década, y llega a ocho por ciento en 1996", dijeron los especialistas.
El gasto público en defensa, orden y seguridad interna asciende en la actualidad en América Latina a unos 45.000 millones de dólares, de acuerdo a los antecedentes recopilados en fuentes oficiales por Lahera y Ortúzar.
El aumento de los desembolsos en defensa en relación al PIB y el crecimiento de las importaciones de armamentos en comparación con el gasto social, configuran un cuadro contradictorio para una región que casi no conoce conflictos bélicos en esta década.
Los expertos de Cepal indican que el gasto militar se ha analizado poco en la región, principalmente por razones de orden político, las que limitan el acceso a la información pertinente por parte de la ciudadanía.
Lahera y Ortúzar proponen que, tras el fin de la guerra fría, junto a la democratización y desmilitarización que han tenido lugar en la región, el polémico tema del gasto militar salga a la luz pública.
Se requiere, señalan, un debate donde se definan sus niveles apropiados, su costo de oportunidad y otros indicadores que inciden en las economías latinoamericanas.
"La principal justificación del gasto militar es su aporte a la obtención de un bien público como es la Defensa, cuya estabilidad y calidad influyen positivamente en la economía y generan un ambiente de seguridad", según los expertos.
"Sin embargo, la provisión excesiva de recursos en el ramo militar representa un gasto improductivo cuyo impacto económico es negativo", aclaran Lahera y Ortúzar.
El estudio precisa que si bien América Latina es la región en desarrollo que reporta el gasto militar más bajo, es también la única donde éste ha aumentado en relación al PIB entre 1990 y 1997.
"La importación de armamentos en América Latina durante 1996 llegó al mayor nivel desde 1991 y casi se duplicó en relación con 1994, pese a los acuerdos de paz firmados en América Central y a la casi ausencia de conflictos militares", señalan.
El impacto del desarme a nivel mundial ha tenido poca incidencia en la región, según una de las conclusiones centrales del informe de los expertos de Cepal.
La investigación de Lahera y Ortúzar fundamenta la preocupación del Parlamento Latinoamericano y de organizaciones políticas y de la sociedad civil que advierten un virtual proceso de rearme en la región en los últimos años.
Los gobiernos se han hecho eco en alguna medida de estas inquietudes, con declaraciones retóricas en favor de la disminución del gasto en defensa, pero las cuentas fiscales muestran pocos o nulos avances en ese sentido.
Con excepción de la guerra no declarada de Ecuador y Perú en 1994 en la Cordillera del Cóndor y las convulsiones guerrilleras localizadas en Colombia y México, la región no ha sido escenario en esta década de conflictos armados.
Sin embargo, varios gobiernos latinoamericanos se embarcaron en los últimos años en planes de adquisiciones de sofisticados equipos, como cazabombarderos y submarinos, en Estados Unidos, Rusia, Alemania, Francia y otros países del Norte.
En su última reunión cumbre, celebrada en la ciudad argentina de Ushuaia a fines de julio, los presidentes de los miembros del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), Bolivia y Chile, declararon zona de paz al entorno geográfico de los seis países.
Las medidas de confianza, establecidas a través de planes de integración en defensa en el Mercosur y los recientes ejercicios navales conjuntos de Chile y Argentina, muestran aún como más contradictoria a la renovada tendencia armamentista en la región.
Lahera y Ortúzar proponen mejorar los procedimientos contables sobre gastos militares para estandarizar la presentación de cuentas en defensa y estudiar los requisitos de una moratoria regional sobre la base de mayor transparencia y del aumento de la confianza mutua.
Sobre todo, concluyen los expertos, se requiere "una reducción coordinada del gasto militar que, sin variar el equilibrio estratégico necesario, permita el bienestar de los países latinoamericanos". (FIN/IPS/ggr/ag/ip-if/98