Funcionarios del gobierno de Zimbabue, alarmados por la creciente incidencia del sida en las prisiones, se proponen permitir a los presidiarios recibir visitas conyugales, para contener la propagación de la enfermedad.
La iniciativa fue lanzada por el ministro de Justicia, Emerson Mnangagwa, para promover un debate nacional sobre el VIH (virus de inmunodeficiencia humana) y el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) en las prisiones.
Las organizaciones de lucha contra el sida del país creen que, si bien otorgar derechos conyugales a los presos puede ser una buena idea, ponerla en práctica exige mejorar las condiciones de las cárceles.
"No hay suficiente espacio para los reclusos y mucho menos lo habría para que mantuvieran relaciones sexuales con sus cónyuges", señaló Zorodzai Machekanyanga, portavoz de la Red de Apoyo de Mujeres y Sida.
"Apoyaríamos la iniciativa, pero primero deben mejorar las condiciones en las prisiones. Si el ambiente es duro incluso para los prisioneros más rudos, mucho más lo será para quienes vengan de afuera", dijo Machekanyanga.
Norman Nyazema, presidente del Grupo de Asesoramiento sobre el Sida, también cree prematuro el plan del ministro Mnangagwa. Así mismo, informó que muchos reclusos rechazaron de plano el proyecto, cuando él mismo lo expuso en una visita a cárceles.
"Un lugar para propósitos conyugales debe ser cómodo, y los edificios de las prisiones son muy pobres", dijo Nyazema. Agregó que presos de condena prolongada "se rehusaron a que se les arreglaran visitas conyugales".
"Para ellos, la vida es lo que ocurre en la cárcel", explicó Nyazema. "Sólo aquellos que pagan condenas breves están a favor de la idea de permitir el ingreso de los cónyuges para atender sus necesidades sexuales".
El gobierno de este país de Africa austral parece estar ahora más dispuesto a hablar abiertamente de la pandemia del sida. Se calcula que hay en Zimbabue 1,5 millones de personas infectadas con VIH, sobre un total de 11 millones de habitantes.
Setecientas personas mueren por semana debido a enfermedades relacionadas con el sida, de acuerdo con estadísticas oficiales.
Un estudio realizado durante los últimos cinco años por el Servicio de Prisiones detectó 642 casos de manifestación plena del sida en las 40 cárceles del país y 2.908 internos mostraron síntomas clínicos de la enfermedad.
La población carcelaria es de 17.000 personas, de las cuales 800 son mujeres.
Se cree que la mayoría de los presidiarios contrajeron la enfermedad en la cárcel, aunque el estudio del Servicio de Prisiones no presenta información al respecto. En 1995, 72 por ciento de los decesos en las prisiones tuvieron causa relacionada con el sida.
"Para permitir las visitas conyugales debemos investigar si esa medida puede reducir la homosexualidad y los ataques sexuales en las prisiones", sugirió Elizabeth Matenga, directora ejecutiva del Grupo de Asesoramiento sobre el Sida.
El ministro Mnangagwa está a favor de los derechos conyugales de los presos, pero en contra de entregarles condones, pues cree que ello podría ser visto como un estímulo a la homosexualidad, considerada un delito en Zimbabue.
Pero Matenga sostiene que es imperativo distribuir condones entre los reclusos. "No podemos seguir diciendo que (la homosexualidad) no ocurre, cuando todos sabemos que sí está ocurriendo", destacó.
"No estamos alentando la homosexualidad, pero tenemos que ver cuál es el peor de los males: negar a alguien un condón y condenarlo a morir de sida, o darle el condón de manera que si cede al deseo sexual al menos esté protegido", afirmó Matenga.
Machekanyanga está de acuerdo: "Los condones deben ponerse a inmediatamente a disposición" de los presos. "Creo que la realidad indica que en todas las prisiones se dan relaciones homosexuales. Algunas con consentimiento, otras no. Para salvar vidas, se deben proveer condones".
Pero así como algunos presidiarios rechazaron las visitas conyugales, los condones tampoco fueron aceptados.
"Fuimos a hablar con los prisioneros acerca de darles condones y ellos se negaron", dijo Nyazema a IPS.
Informó que, según los reclusos, "las relaciones homosexuales no tienen lugar porque ellos lo quieran, sino porque son forzados. De manera que se negaron a recibir condones. Fue una sorpresa incluso para nosotros". (FIN/IPS/tra-en/lm/di/ff/he/98