Más de 800 indígenas del sureste de Venezuela interrumpieron durante dos días el tránsito por la carretera que une este país con Brasil para exigir reconocimiento de sus derechos ancestrales y para protestar contra un tendido de electricidad hacia el norte brasileño.
La protesta casi coincide con el 500 aniversario de la llegada de Cristóbal Colón a tierra firme americana, precisamente a costas del oriente de Venezuela, el 1 de agosto de 1498.
Los indígenas, de los pueblos kariña, pemón y akawaio, bloquearon desde el lunes el tránsito por esa carretera, vital para el turismo y el tráfico de unos ocho millones de dólares mensuales en mercaderías, luego del fracaso de sus demandas de que cese el tendido de líneas sin consultar a sus comunidades.
El bloqueo fue levantado tras el compromiso por parte del gobierno regional a gestionar para las comunidades indígenas una reunión con los ministros de Ambiente y Agricultura de Venezuela. Un primer contacto se efectuará este fin de semana.
La protesta también se dirigió contra la temida deforestación de la Sierra de Imataca, una reserva forestal de 3,6 millones de hectáreas al sur del delta del río Orinoco y donde el Estado se propone otorgar concesiones madereras y mineras.
"Es la forma de hacer las cosas lo que repudiamos. Ejecutivos de la CVG (Corporación Venezolana de Guayana, ente estatal para el desarrollo del sureste) se reunieron con nosotros y nos amenazaron con que el tendido irá cueste lo que cueste", dijo a IPS el dirigente indígena Nicolás Betis.
Las torres del tendido eléctrico "llegan hasta zonas de cultivo comunitario en forma arbitraria, sin consultarnos", dijo Betis, y "las compañías madereras se aprovechan de las brechas abiertas por la CVG para extraer madera en grandes cantidades".
Según la Federación Indígena del Estado de Bolívar (sureste venezolano), compañías madereras que avanzan desde el río Orinoco hacia la Gran Sabana (un parque nacional del tamaño de Bélgica, caracterizado por los cerros de techo aplanado o "tepuyes") han afectado unas 2.000 hectáreas.
La interconexión eléctrica Venezuela-Brasil es un ambicioso proyecto previsto para animar el desarrollo de ambas zonas de frontera (los estados de Roraima y de Bolívar) y dar uso comercial al excedente eléctrico venezolano de modo de atender el déficit del lado brasileño.
Venezuela tiene en Guri, confluencia de los ríos Orinoco y Caroní, una capacidad hidroeléctrica instalada de 10.000 megavatios, que puede llevar 500 kilómetros al sur hasta Boa Vista, capital de Roraima, y aun conectar con Manaos, en el estado brasileño de Amazonas.
El proyecto no ha cuajado por diferencias entre la CVG y su similar brasileña Companhia Vale do Rio Doce sobre el precio a cobrar por la electricidad de Guri que llegue a Brasil, pero, mientras tanto, la corporación venezolana avanza con sus tendidos hacia el sur.
El tendido necesariamente debe atravesar Canaima y zonas que son hábitat de más de 10.000 indígenas de varias etnias, entre quienes existe aprensión porque la electrificación atraiga un uso del suelo distinto al que reclaman para la preservación de sus comunidades.
"No aceptamos que se nos venga a dar trato de campesinos sujetos de la Reforma Agraria" dispuesta por ley en 1960, dijo a IPS José Luis González, indio pemón que preside la federación regional. "Lo que exigimos es el reconocimiento de nuestros derechos originarios", agregó.
González explicó que ese derecho originario "es el mismo que está recogido en el Convenio 107 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) como derecho colectivo a la propiedad territorial, y se refiere a las tierras que venimos ocupando ancestralmente".
"Nosotros usamos los términos de áreas de influencia, que son las áreas donde nuestras comunidades subsisten, y abarcan ríos, bosques y otros recursos naturales", acotó Betis.
La Federación Indígena quiere establecer una comisión reconocida por los organismos del Estado venezolano para discutir con ellos una suerte de "delimitación" de las áreas que puedan usar los entes estatales para fines de desarrollo y las que deben preservarse para los indígenas, dijo Betis.
Venezuela, de 23 millones de habitantes, tiene unos 300.000 indígenas pertenecientes a 30 pueblos de lenguas caribe, arawak e independientes, y la casi totalidad ocupa áreas de frontera. (FIN/IPS/jz/en pr hd/98